Grupo Socialista Independiente
22 de marzo
por Angus McFarland
Maine
Hace algunos años murió mi padre, y unos años después nació mi hijo. Como carpintero, no podía permitirme tomarme mucho tiempo libre por ninguno de los dos acontecimientos, así que trabajé, utilizando métodos que me enseñó mi padre, para mantener la vida de mi pequeño hijo. Su nacimiento me hizo pensar mucho sobre el tipo de mundo al que le traíamos y cómo sería su vida en él. Como «bebé pandémico», nació en un mundo en el que millones de personas morían de una enfermedad porque no podían permitirse los cuidados que necesitaban o se veían obligadas a trabajar en lugares en los que corrían riesgo de contagio. Un mundo en el que el ciclo económico de auge y caída puede llevarse en un abrir y cerrar de ojos las ganancias de toda una vida. Un mundo en el que la alienación y la desesperanza enloquecen a la gente, por lo que matan a tiros a niños en las escuelas por motivos descabellados o sin motivo alguno.
Quiero que él y una futura pareja tengan el poder de elegir cuándo y si quieren traer al mundo a sus propios hijos. Quiero que pueda vivir de un trabajo que tenga sentido para él y beneficie a su comunidad, que no malgaste sus valiosos días luchando por sobrevivir. Y, sobre todo, quiero que su mundo sea un entorno habitable, no una pesadilla contaminada empujada por la codicia hacia el desastre climático. Así que hace aproximadamente un año me puse a buscar a más gente que esperara un mundo mejor y estuviera dispuesta a organizarse y luchar por él.
Las personas que conocí en el Grupo Socialista Independiente eran precisamente eso. No eran arribistas ni empresarios políticos que me decían que me callara, me fuera a casa y les votara, sino gente trabajadora normal y corriente como yo que realmente quiere crear un mundo mejor para mi hijo y todas las generaciones futuras. Como grupo, estamos deseosos de enseñarnos a nosotros mismos, unos a otros y a la clase trabajadora a la que pertenecemos la rica historia y teoría del socialismo. También estamos dispuestos a organizarnos y plantar cara a la clase capitalista ladrona que tanta miseria nos ha causado a nosotros, a nuestros padres y a las generaciones que nos han precedido. Tenemos fe en que un día nuestros hijos nos lo agradecerán.