Escribe: Milciades Ruiz
El río hablador está mudo, pero dice mucho. El problema es la indiferencia. Mucha gente cruza sus puentes en bus, pero ni lo miran. Está detrás de palacio de gobierno, a una cuadra de la autoridad municipal y a dos cuadras del Parlamento, pero lo omiten, porque se prefiere la riña política. Nadie lo entiende, a pesar de su importancia económica, política y de supervivencia social. Va esta nota, aunque no tenga eco.
El río Rímac, está seco y apesta a podrido porque es usado como desagüe por una descomposición urbana creciente. Cada día huele peor porque el calor está aumentando. En sus buenos tiempos, había agua fresca, flora y fauna silvestre. Su pasado fue mejor. Hoy, nos hace señas, advirtiendo lo que se viene, pero “no hay peor ignorante que el que ignora su ignorancia”.
El asunto central es el cambio climático que muchos lo sienten ajeno. Pero el planeta se está recalentando, haciendo variar los vientos planetarios, con las consiguientes repercusiones en el hábitat humano. Entonces tenemos desajustes o trastornos atmosféricos, marinos, cambios en los polos, generación de condiciones epidémicas, movimientos sísmicos, reactivación de volcanes, exceso de lluvias por un lado y sequías por otro, etc.
Pero, ¿Qué tiene que ver esto, con el río Rímac? El asunto es que, al variar el movimiento de los vientos planetarios y en particular lo alisios, en el océano pacífico, varía también, la temperatura atmosférica, las corrientes de agua marina, etc. Se genera en la parte central de nuestro océano, remolinos inmensos que provocan hondas marinas. Las aguas superficiales frías son arrastradas hacia la orilla en la que está Perú, Chile, Ecuador, como se muestra en el gráfico.
Las aguas frías en nuestro litoral, evitan la evaporación que forma nubes y que, a la altura de la sierra descargan lluvias. Normalmente, las lluvias vienen con la estación de primavera, pero ya estamos por entrar al verano y las lluvias no llegan en la cantidad necesaria para abastecer los ríos. Entonces, al igual que el río Rímac, los ríos de la costa no están con el caudal esperado. No hay abastecimiento de agua para los grandes reservorios que abastecen a los cultivos de agro exportación.
Tenemos así, un fenómeno inverso al fenómeno del “El Niño” en que las lluvias son abundantes. Es el fenómeno de “la Niña” en el que las lluvias escasean. La producción agropecuaria depende de las lluvias. Es inconcebible la agricultura sin agua. Sin lluvias tampoco hay pasto para el ganado. Esto es lo que los agricultores llaman un año malo, y si hay sequía la desgracia es total. Ya tenemos incendios forestales y la sequedad va en aumento. Los conflictos por el agua se agudizarán.
Esta situación significa para los productores agrarios un descalabro general. No tendrán ingresos, habrá hambre, se endeudarán para sobrevivir, se descapitalizarán, el campo se despoblará y tendrán que esperar hasta el próximo año para recuperar lo perdido, siempre que para entonces haya lluvias. Mientras tanto. ¿De qué vivir? ¿Qué hacer con el ganado si no hay pastos? El drama es escalofriante.
Por un lado, es un grave problema social que, el gobierno está en la obligación de atender. ¿Lo hará como lo hace con la urea? ¿De qué sirven los fertilizantes si no hay agua? ¿De qué sirve el financiamiento agrario sin agua? ¿Con qué garantía otorgar crédito agrario, sabiendo que habrá pérdidas? ¿O declarar en emergencia al agro, será un canto a la bandera como la II Reforma Agraria? En Lima, hay escasez de agua de consumo humano, a la par que crece la población. Es de imaginarse lo que sucedería si queda desabastecida.
Pero no solo los productores agrarios serán los afectados. ¿Está garantizada la seguridad alimentaria? ¿Quiénes proporcionan los suministros a la industria nacional de azúcar, lácteos, algodón, cuero, lana, etc.? ¿Y cómo quedan las empresas y proveedores de semillas, fertilizantes, insecticidas, herramientas, equipos y maquinaria agrícola? ¿Y los comerciantes de productos e insumos agrarios, obreros y personal dependiente de los circuitos económicos agrarios?
El presidente del BCR podrá decir que el país crecerá 3% quizá para no asustar la economía nacional, pero el agro es determinante. La inversión en el agro retrocederá porque el riesgo es muy alto. Si ya tenemos creciente inflación en alimentos y caída en intenciones de siembra, ¿Qué precios podemos esperar en una situación de recesión agropecuaria en un país con recesión política y en medio de una recesión mundial?
Como se podrá apreciar, aunque los ríos no hablen, emiten señas cruciales para la vida nacional. Hay toda una cadena de repercusiones a tomar en cuenta y no es “cuestión de confianza” porque los organismos internacionales de meteorología dicen que, esta situación continuará hasta el año próximo. Entonces, es posible que el año agrícola esté perdido y hay que tomar medidas preventivas.
Pero esta situación se veía venir desde meses atrás y no se ha tomado las precauciones que el caso amerita. El SENAMHI es un organismo gubernamental cuyos reportes y pronósticos han pasado desapercibidos. Pero pensando en los agricultores, paso a mostrar los pronósticos de noviembre a enero del 2023.
Presencia de La Niña en el Pacífico: El pronóstico para el próximo trimestre (noviembre enero de 2023 prevé mayores probabilidades de condiciones La Niña, con un 86%. Estas condiciones se mantendrían por lo menos hasta el primer trimestre de 2023. Mayores probabilidades de lluvia bajo lo normal (puntos en amarillo) sur del Perú.
Pronóstico estacional de anomalía de la Temperatura Superficial del Mar (°C). Noviembre 2022 –enero 2023
Los pronósticos sugieren valores bajo lo normal en las regiones costeras de Ecuador, Perú y parte de Chile
Pronóstico estacional de lluvias probabilístico (%)
Noviembre 2022 –enero 2023: Condiciones por debajo de lo normal norte del Perú. (Lluvias en verde, sequía en marrón)
Fuente: http://www.ciifen.org/
Noviembre 18.2022
Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com