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Yo, político

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Arturo Alejandro Muñoz

Mucho se ha dicho y escrito sobre los políticos de aquí y de allá, pero poco se ha investigado respecto de lo que todo político siente arder en su alma (suponiendo que la tienen), de lo que realmente creen ser y cuánto y cómo consideran a sus electores, a los empresarios, a los  militares y al pueblo. Hacer ese ejercicio, vale decir, hurgar en el más recóndito casillero mental de quienes ejercen el oficio de la política, puede ser una tarea interesante, audaz, aunque  probablemente inútil.

Es el momento de empezar a cuestionar masiva y oficialmente la verdadera razón de ser que una mayoría de políticos muestra en sus actuaciones tal cual si fuesen entes cobijados por dioses del Olimpo. Aquello de ‘funcionarios públicos” o “servidores y representantes del pueblo”, lo consideran como estrofa de alguna poesía hispánica del Medioevo, además aplican a rajatabla lo que el personaje Vito Corleone (novela “El Padrino”, de Mario Puzo) enseñó a sus hijos: “que tus adversarios nunca sepan lo que estás pensando”. Me permito corregir a Puzo respecto de nuestros políticos pelotillehueneses, pues me asiste la certeza que ellos acostumbran decir lo que no piensan, hacer lo que no dicen y pensar lo que callan.

«La dignidad del cargo» es una frase que los congresistas usan a menudo, y también recurren frecuentemente a  «usted está hablando con un senador, para que se ubique». La cuestión es que a un hijo del Olimpo ningún habitante de las tierras bajas puede encararlo, criticarlo ni exigirle nada. Si alguno de esos seres menores de las tierras bajas osa hacerlo, de inmediato recibe el tilde de “resentido”, “ignorante”, “comunista”, “flojo”, etc.  Pareciera que la democracia se inicia y finaliza dónde y cómo determinen las cofradías políticas.

Entonces, parafraseando  a nuestro poeta Gonzalo Rojas es dable preguntarse “¿qué se vota cuando se vota?”.

“No entiendo la pregunta”, dirá más de algún contertuliano, y en realidad ella (la pregunta) no tiene otra intención que aproximar una respuesta con cierto grado de certidumbre respecto a lo que uno en verdad apoya al sufragar por tal o cual candidato. Para ser claro, lo que deberíamos responder es, simplemente, si estamos en conocimiento de lo que ese (u otro) candidato representa para nuestros valores e ideales. Parece una cuestión de perogrullo, pero no siempre dedicamos tiempo a indagar lo necesario, vale decir, investigar si fulanito o zutano realmente merecen nuestro apoyo en las urnas.

¿Quiero un sistema de educación pública en manos del Estado, o deseo que esté en manos privadas? ¿Deseo que los recursos cupríferos pasen a manos particulares o que progresivamente vayan regresando al alero del Estado? Para tomar una decisión informada acerca de este último punto , es bueno enterarse que las empresas privadas poseen y controlan el 70% del cobre nacional, pero que CODELCO, administrando sólo el 30% restante, en estos últimos años ha aportado al fisco chileno siete veces más que todo el conjunto de mineras particulares, las que han obtenido una ganancia líquida superior a los ciento veinticinco mil millones de dólares (US$125.000 millones), tributando a Chile tan sólo diez mil millones de esos mismo dólares (US$10.000 millones).

En este punto de la nota en curso puede surgir alguien que apunte cuán falso es lo dicho si se habla de políticos de centro, ya que los comentarios anteriores deben ser atribuidos solamente a políticos de derecha y de izquierda. En fin, a objeto de no hundirnos en un marasmo de demostraciones, puede resultar suficiente recurrir al ejemplo de lo obrado por el muy centrista y cristiano expresidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a cuyo respecto sano es recordar las líneas escritas por el sociólogo Felipe Portales:

“”Frei ha declarado reiteradamente que no se arrepiente de nada de lo hecho durante su Gobierno. Recordemos que, entre otras cosas, Frei hizo lo siguiente respecto de los derechos humanos: 1.- Envió el proyecto de ley y propulsó el Acuerdo Figueroa-Otero, que de acuerdo a los propios Allamand y Espina, avalaban en la práctica el decreto-ley de auto amnistía; y que de haber sido aprobados, habrían impedido todo juicio sobre el período 1973-1978 durante varias décadas.

2.- Evitó toda sanción de los crímenes de Pinochet, al luchar denodadamente por evitar su condena en Europa y luego de obtener su vuelta -en conjunto con el Gobierno de Lagos hizo, en conjunto con el liderazgo de la Concertación, todo lo posible por lograr su impunidad, aduciendo manifiestamente falsas razones de salud mental.

3.- Envió o trató de enviar numerosos agregados militares reconocidamente involucrados en gravísimas violaciones de derechos humanos.

4.- Fundamentó la impunidad en el caso Soria, al informar a los tribunales que Carmelo Soria no era un funcionario internacional protegido por el Convenio de Naciones Unidas; «legitimando» de esa forma la aplicación del decreto ley de auto amnistía en favor de sus victimarios.

5.- No hizo absolutamente nada por lograr que la Justicia italiana extraditara a Contreras e Iturriaga; luego de que estos fueron condenados por ella por el asesinato frustrado de Bernardo Leighton y la señora Anita.

6.- No quiso recibir ¡durante cinco años! a la directiva de la AFDD (Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos), hasta que se vio obligado a hacerlo luego de que ellas efectuaran una huelga de hambre para tales efectos frente a La Moneda”

La democracia en serio es lo único que en realidad aterra a los poderosos, ricachones y militares entorchados, dueños del poder por obra y gracia de dos fuerzas: la del dinero y la bruta. No existe derechista, obispo ni imperio que sea capaz de resistir políticamente a los embates de la democracia verdadera. Aquello de la igualdad ante la ley y ante el estado, provoca temblores de mentón a quienes están acostumbrados a mangonear a su amaño a toda una sociedad.

Eso de «una persona, un voto» desató crisis de pánico en el fallecido Jaime Guzmán y en sus acólitos derechistas, por lo que decidieron parir el sistema binominal donde «un voto tuyo es igual a un voto…pero un voto mío es igual a tres votos tuyos». La aberración fue consumada el año 1980, al llamar la dictadura a la ciudadanía a emitir sufragio para determinar la puesta en marcha de una Constitución Política cuyas partes esenciales -y fundamentos jurídicos nunca fueron informados ni debatidos ante la opinión del supuesto dueño de la soberanía: el pueblo.

En esa época, los actuales dirigentes de partidos como RN y UDI eran fieles seguidores y admiradores del ex Presidente Jorge Alessandri Rodríguez, el que formaba parte del Consejo de Estado para redactar una nueva Constitución Política, por invitación de Pinochet y sus adláteres. Sin embargo, Alessandri Rodríguez era un hombre consecuente y honesto con sus ideas derechistas y principios republicanos. El año 1980 renunció al Consejo de Estado aduciendo que «ningún Presidente civil podría gobernar en Chile con ese engendro de Constitución plebiscitada sin debate ni reflexión».

Pero, ahí están los antiguos adherentes de Alessandri aún aplaudiendo y divinizando  ese “engendro de Constitución”, ya que por intermedio de aquel texto la derecha dura y el empresariado más predador de nuestro subcontinente pudieron agenciarse -casi gratuitamente- los recursos naturales del país, las mejores empresas estatales y, más delicado todavía, centralizaron en sus manos la propiedad y control de los medios de prensa y de los programas educacionales, dándoles a todos ellos un evidente perfil fascistoide con agregados de servilismo obsecuente en relación a los intereses estadounidenses en Chile y en la región.

Así actúa la mayoría de nuestros políticos y ello no merece dudas. Por ello la tuitera @gastoncita25 en su cuenta personal en esa red, representando la opinión de miles de chilenos,  afirmó: “Hablar de parlamentarios o legisladores, nos lleva a generalizar de inmediato, porque es un gallinero, rebalsado con cacareos de gallos “triunfantes,” que nos llenan de desconfianzas, por no ser lo que deben ser: honorables, de conductas sobrias y entregados a quien los eligió”

La verdad es que muy pocos de nuestros actuales hombres públicos me provocan entusiasmo. Por el contrario, me causan disgusto y temblores de conciencia. Unos más que otros… para qué voy a mentir. Es que soy un viejo amante del sindicalismo, y como tal, entonces, cual desgastado y encanecido ex luchador por el regreso de la democracia plena en los años de la dictadura cívico-militar derechista encabezada por el genocida Pinochet, exijo coherencia a aquellos náufragos que junto a otros más valientes que yo, como usted estimado lector, y como Manuel Bustos, Jorge Millán, Walter Antognini, Braulio Pacheco, Ángel Aliaga,  Jorge Varela y muchos más, ayudé a rescatar en los años de persecuciones y asesinatos.

Para recordar y nunca olvidar, entre esos ‘náufragos’ estaban personas que actualmente ofician cual importantes líderes de la democracia institucional y representativa, como es el caso de Sergio Bitar, José Viera-Gallo, José Miguel Insulza, Ricardo Lagos, y tantos y tantas más que han replicado la frase del Obispo de Reims al momento de bautizar al rey Clodoveo: “baja la cerviz, fiero sicambro, adora lo que has quemado y quema lo que has adorado”. Esas personas pasaron del ‘progresismo’ al ‘neoliberalismo salvaje’ de un solo salto (dinero de por medio, por cierto).

Además, y aunque a muchos duela reconocerlo, hubo algunas de esas personas que se escoraron violentamente desde el marxismo-leninismo al mundo ultra capitalista sin siquiera sonrojarse, pues no lo hicieron por asuntos ideológicos sino, preferentemente, comerciales y bolicheros.

Y como colofón a esta nota, pensando en aquellos políticos que siempre miran hacia las fuerzas armadas cuando la democracia no les permite agenciarse lo que desean, vengo en contar lo que ocurrió en el viejo y poderoso imperio romano hace más de dos mil años. Como siempre he afirmado, “todo lo que hoy ocurre en política, todo, ya fue hecho en la Roma imperial y en la Roma republicana…todo”. Vea usted lo siguiente:

Alejandro Severo fue el último emperador de la dinastía de los severos que gobernó del 222 al 235 D.C.  Su fiscus estaba agotado y apenas sostenía a su corte. Para complicar la situación, los sasanidas atacaban con fuerza en oriente, pero Alejandro Severo logró mantenerlos a raya.

En el 235 fue asesinado mientras estaba en una campaña contra los germanos. Sus soldados no toleraron que a esos enemigos les enviara regalos para ganar tiempo. Alejandro Severo fue el último emperador civil, pues a su muerte los soldados proclamaron a Máximo el Tracio cómo nuevo emperador. Este era de origen bárbaro, ya que era hijo de un campesino de origen godo. Jamás puso un pie en Roma y fue el primero de los emperadores-soldado, proclamado por el ejército, lo que sentó un fatal precedente en el orden constitucional del Imperio.

Este hecho dio inicio a la Crisis del siglo III, caracterizada por la ruina económica y la crisis política y militar. También inaugura el Bajo Imperio romano, la última y difícil etapa estragada por una irreversible decadencia, salpicada de algunos buenos gobernantes. El barco se había comenzado a hundir.

Amables y estimados lectores…tengan ustedes una buena jornada.

 

 

 

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