por Ariel Orellana Araya
Parte del Sindicato de Técnicos y Profesionales SITECPRO, miembro de la Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas, AIT Trabajador Social, Magíster en Gobierno y Gestión Local (E); Diplomado en Gobierno y Gestión Pública; Políticas Sociales, Pobreza y Desarrollo; Derecho de Familia y Mediación Familiar; Habilidades Directivas.
De acuerdo con los datos oficiales, cerca de 282 millones de jóvenes se encontraban sin trabajo y sin estudios el año 2020, impactando negativamente en la economía de los hogares y sus trayectorias laborales. Lo peor, es que todas las proyecciones de crecimiento del empleo incluso las más auspiciosas emanadas por los organismos del imperialismo, dan cuenta que en la actual crisis no podrán generar la totalidad de los puestos de empleos que se perdieron, y que la recesión será la verdadera pandemia que vivirán estas generaciones.
Hace pocos días la Organización Internacional del Trabajo OIT, publico su informe “Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022, invertir en la transformación de futuros para los jóvenes”, (https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_853133/lang–es/index.htm), donde da cuenta de la grave situación que viven las y los jóvenes de la clase trabajadora a nivel mundial por las estructurales condiciones de desempleo y subempleo, lo que se ha profundizado y extendido por la actual crisis que arrastra el capitalismo en su actual fase imperialista.
A pesar de que el desempleo juvenil es un factor estructural del actual patrón de acumulación capitalista a escala global, la pandemia del COVID 19 con sus restricciones de confinamientos, cuarentenas y aforos, entre otros medidas, elevó los índices de desempleo juvenil, pues las legislaciones a nivel mundial y las políticas de contención de la crisis; las leyes de “protección al empleo”, los estatutos juveniles, entre otros, buscaron favorecer a la burguesía a costa de los puestos de trabajo de millones de jóvenes, quienes además en muchos casos también abandonaron sus estudios transformándose en los nuevos NINI (no estudia ni trabaja), perpetuando aún más las condiciones de pobreza, marginalidad y exclusión a las cuales están sometidos.
Peor aún, las tasas de recuperación del empleo juvenil son muy dispares entre los países donde anidan las grandes compañías transnacionales, y los países semicolonias del sistema capitalistas, el imperialismo generará empleos en los países “desarrollados” y tirará por la borda a millones de jóvenes de los países dependientes de los grandes monopolios y los organismos multilaterales. Por ejemplo, en Latinoamérica, el índice de desempleo juvenil se ha mantenido elevado, y se proyecta que llegue al 20,5% el presente año. A pesar de que lamentablemente siempre ha sido superior el desempleo juvenil de las mujeres, hoy en día este se ha exacerbado aún más. El escenario es distinto en Norte América, en la que se proyecta un desempleo juvenil del 8,3% este 2022, demostrando que la recuperación solo será para algunos.
Otro impacto negativo en las y los jóvenes de países semicolonial y dependiente de la economía global, es la elevada tasa de desescolarización y abandono educativo, producto de factores como el cierre de colegios en pandemia que afectó a cerca de 1600 millones de niños, niñas y adolescentes; millones de ellos se vieron obligados a desertar de la educación. A esto se suman otros vejámenes para la juventud de la clase trabajadora, tales como la delegación del cuidado personal de algún miembro de la familia, la presión a que las y los niños y jóvenes busquen formas de generar ingresos económicos para las familias golpeadas por la crisis económica y que hoy se ven obligadas a sumar un nuevo integrante al mercado laboral informal, entre otras.
Asociado a los procesos de abandono escolar, el mismo estudio da cuenta que la pérdida de competencias de lectura, escritura y aritmética y que tiene un impacto directo en el aprendizaje lo cual ha perpetuado la reproducción de una generación que se ocupará como mano de obra barata para el mercado del trabajo a escala global, asegurando al gran capital maximizar sus ganancias a costa de la precarización del trabajo y bajas remuneraciones por el masivo ejército de cesantes que se sumerge en muchos casos en la depresión, la drogodependencia y la violencia.
Sobran los motivos para buscar de forma urgente acabar con el capitalismo, la malnutrición y el hambre por falta de alimentos y alzas, el aumento de la violencia patriarcal, la deserción escolar, la precarización del trabajo y el desempleo juvenil, son motivos suficientes para impulsar peleas que permitan modificar las condiciones a favor de la clase trabajadora duramente golpeada por la crisis y la pandemia.
Por otro lado, la organización sindical es vital para exigir mantener el trabajo además de luchar por la generación de nuevos puestos de empleo en condiciones dignas para quienes se encuentran cesantes, quienes somos parte de la corriente sindical clasista no tenemos otra alternativa que apoyar la organización de las y los cesantes en la lucha por su sobrevivencia, solidarizando de forma efectiva con quienes hoy pierden sus puestos de trabajo.
Como clase trabajadora no podemos permitir que sean nuestros jóvenes populares quienes paguen el costo de la crisis capitalista, siendo expulsados del mercado del trabajo al tormento del desempleo y la vida precaria. La lucha por un puesto de trabajo y en condiciones laborales dignas debe ser sin duda una batalla que debemos impulsar y que debe estar a la orden del día en el pliego de demandas y el programa para las transformaciones radicales de la sociedad de clases.