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Revolución Rusa: Abril de 1917 – Lenin regresa del exilio

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Hannah Sell.

Comité por una Internacional de los Trabajadores, CIT.

Mientras la revolución rusa de febrero de 1917, que derrocó a la monarquía absoluta del zarismo, se considera justificada por la mayoría de los historiadores capitalistas; la revolución de octubre de 1917, que llevó a la clase obrera al poder, se considera como un golpe hecho por una pequeña minoría. Usualmente, toda la responsabilidad de este supuesto golpe descansa en los pies de Vladimir Lenin – que regresó a Rusia desde el exilio a principios de abril de 1917 – y noventa años después sigue siendo calumniado como dictador e incluso como desquiciado.

En realidad, la revolución de octubre fue la primera revolución socialista democrática de la clase trabajadora en la historia. A lo largo de 1917 fueron las masas y, sobre todo, la clase obrera, que movió la historia hacia adelante. No obstante, es cierto que sin Lenin y Trotsky como individuos y sin el partido dirigido por Lenin, conocido como los bolcheviques (la mayoría), la clase obrera no habría llegado al poder en 1917.

Esto no es sugerir que exista, incluso, un grano de verdad en las mentiras de los historiadores de derecha sobre que había un control dictatorial o antidemocrático de Lenin sobre los bolcheviques, o que los bolcheviques tenían algún tipo de control sobre la clase obrera. Por el contrario, cuando Lenin llegó del exilio en abril de 1917 se encontraba en una pequeña minoría en el seno del Partido Bolchevique y los bolcheviques eran una pequeña minoría en los soviets (los consejos de trabajadores que surgieron de la revolución).

Lenin fue capaz de convencer a los bolcheviques y los bolcheviques a la clase obrera, no por la fuerza, sino por «explicación paciente» (las palabras utilizadas por el propio Lenin en su tesis de abril). Esto tuvo éxito porque el programa de Lenin apuntaba a las necesidades objetivas de la clase trabajadora.

Los capitalistas toman el poder

Febrero de 1917 vio a la clase trabajadora de Petrogrado tomar las calles exigiendo la abdicación del Zar. Sin embargo, mientras la clase obrera derrocaba al zarismo en febrero, esta no estaba suficientemente consciente y organizada para tomar el poder. Fue la clase capitalista la que formó el nuevo gobierno provisional. Un dirigente del capitalista partido Kadete, resumió el sentir de la clase dominante, cuando dijo: «si no tomamos el poder, otros lo harán por nosotros, los canallas que ya han sido elegidos por todo tipo de sinvergüenzas en las fábricas».

En la revolución Inglesa y Francesa la clase capitalista, con el respaldo de las masas pobres, había derrocado al régimen feudal y establecieron las bases para el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, en Rusia la clase capitalista, como consecuencia de su tardío desarrollo, estaba vinculada por miles de lazos, tanto a la aristocracia semi-feudal de Rusia, como a las potencias imperialistas del mundo.

Estos factores, combinado con su miedo mortal a los movimientos revolucionarios de la clase trabajadora, significaban que la burguesía era absolutamente incapaz de desempeñar un papel progresivo. Cuando la clase obrera se levantó, los capitalistas liberales se movieron hacia el vacío de dirección creado por la abdicación del Zar, no porque eran capaces de llevar la sociedad adelante, sino que para proteger sus propios intereses, evitando que la clase obrera tomara el poder. Su actitud en cada etapa se basa en la mejor forma de salvaguardar los intereses de la élite existente, que estaba dominada por los terratenientes feudales. Esto significaba que eran incapaces de resolver la cuestión crucial de la tierra.

Doble poder

Al mismo tiempo, el gobierno provisional no era el único poder en la tierra – existía un doble poder. Los Soviets o consejos de trabajadores, habían surgido orgánicamente de la revolución en 1905, y lo hicieron de nuevo en 1917.

Sin embargo, los socialistas reformistas, los Mencheviques y Social Revolucionarios, que había asumido la dirección de los Soviets (mientras los trabajadores se encontraban todavía en las calles derrocando al zarismo), no querían tomar el poder, al contrario, ellos estaban ansiosos de dejarlo en manos de la clase capitalista. Ellos voluntariamente cedieron el poder, que tenían como dirección de los Soviets, al Gobierno Provisional.

Antes del retorno de Lenin, la dirección Bolchevique no planteó una clara alternativa a la posición Menchevique. De hecho, Kamenev y Stalin, que regresaron del exilio antes de Lenin, movieron a los Bolcheviques hacia la derecha, a pesar de la oposición de los trabajadores Bolcheviques, a una posición de apoyo al Gobierno Provisional desde afuera.

El carácter totalmente contrarrevolucionario del Gobierno Provisional no fue revelado por su fraseología, pues no tenía otra opción que vestirse como ‘revolucionario’ bajo la presión de las masas; sino que se evidenció por sus hechos. Los ministros a cargo del ejército, la policía y la burocracia estatal, todos fueron apoyados por la dictadura feudal que la revolución había derrocado. Los enormes latifundios no fueron tocados.

Rusia siguió enviando sus soldados a morir en interés del capitalismo y, en particular, del imperialismo anglo-francés, en la Primera Guerra Mundial. No se fijó una fecha para la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

Lenin regresa

Fue bajo esta situación que Lenin regresó en 1917. Él de inmediato comenzó a argumentar para cambiar la política del Partido Bolchevique. En sus Tesis de Abril, Lenin sostuvo que la República que había sido establecida a partir de la Revolución de febrero era un gobierno capitalista, y que la guerra que se estaba librando era una guerra imperialista.

Los bolcheviques querían que el poder pasara a los Soviets y que se pusiera fin al Gobierno provisional, pero este descansaba en el apoyo de la dirección de los Soviets – los Mencheviques y Social Revolucionarios – quienes a su vez en ese momento, contaban con la mayoritaria confianza de la gente. Los Bolcheviques eran una minoría en los soviets, pero serían capaces de conquistar a las masas con una combinación de explicación paciente y la propia experiencia de las masas ante los acontecimientos.

La posición de Lenin produjo enorme impacto entre los bolcheviques, muchos de los cuales consideraron que había perdido el contacto con la realidad en el extranjero; algunos incluso sugirieron que se había vuelto loco. Cuando el presentó por primera vez sus tesis al Comité Bolchevique de Petrogrado fue derrotado por 13 a 2.

Tanto los Bolcheviques como los Mencheviques se describían a sí mismos como marxistas. Sin embargo, sus concepciones de las revoluciones de 1917 eran totalmente diferentes. La concepción de Kamenev y Stalin, antes del regreso de Lenin, tenía más en común con la de los Mencheviques, que la de los Bolcheviques después de abril de 1917.

Los Mencheviques, esencialmente creían, que era necesario tener un largo período de desarrollo de democracia capitalista, antes que la posibilidad del socialismo fuera planteada en Rusia. Por el contrario, incluso antes de 1917, los bolcheviques habían claramente entendido que la clase capitalista rusa era incapaz de llevar a cabo las tareas de la revolución democrática capitalista, que es la eliminación de las relaciones feudales y semifeudales de la tierra, la fundación de una nación estado y la introducción de la democracia – el derecho a voto, el derecho a afiliarse a un sindicato, y así sucesivamente. En lugar de ello, consideraban que estas tareas recaían sobre los hombros de la clase obrera y el campesinado. Sin embargo, ellos no habían sacado todas las conclusiones necesarias de esto.

Campesinado

La clase obrera era una pequeña minoría en Rusia en 1917. El grupo más numeroso en la sociedad, con mucho, eran la clases medias, principalmente el campesinado. Los campesinos pobres estaban extremadamente oprimidos bajo el Zarismo y desempeñaron un importante papel en la revolución. Sin embargo, en general, el carácter heterogéneo y disperso del campesinado significaba que no podía actuar de forma independiente, sino que siempre era arrastrado detrás de la clase dominante o bien de la clase obrera.

Si la clase obrera no daba una dirección conciente, era inevitable el campesinado fuera detrás de la clase dominante. Pero la fórmula de los bolcheviques antes de 1917, dejaba abierto sobre quien desempeñaría el papel principal – la clase obrera o el campesinado.

Lenin declaró, que ahora la realidad de la revolución de febrero significaba que: «Esta fórmula es obsoleta. No es buena en absoluto. Esta muerta.» Lenin explicó que los Soviets no representan a un gobierno de la clase obrera y el campesinado. Sin embargo, los elementos de la clase media en la dirección de los Soviets voluntariamente cedieron terreno al Gobierno Provisional capitalista. Una lucha se había librado entre los elementos más conscientes de la clase obrera, encabezados por el Partido Bolchevique, para convencer a los Soviets de que debían tomar el poder.

Ya en 1905 Trotsky había argumentado en su «teoría de la revolución permanente» que no había posibilidad de desarrollar cualitativamente el capitalismo en los países económicamente atrasados, como Rusia; y que la clase obrera, con el apoyo de los campesinos pobres, tendría que avanzar de una «manera ininterrumpida» de las tareas de la democracia capitalista a la revolución socialista. En 1917, enfrentado a la realidad concreta de la revolución de febrero; Lenin correctamente señaló la misma conclusión.

El pronóstico de Lenin y Trotsky era correcto; la clase trabajadora dirigió a los campesinos pobres a la victoriosa Revolución Rusa, que a su vez condujo a una ola de revoluciones en todo el mundo. Sin embargo, en Alemania, Hungría y otros países donde la revolución tuvo lugar, la falta de un partido digno de la clase obrera, con las mismas cualidades que poseían los bolcheviques en 1917, significó que la clase obrera no llegara al poder. Esto llevó al aislamiento y, en definitiva, a la degeneración burocrática del estado obrero.

Relevancia hoy

Sin embargo, la concepción de Lenin y Trotsky conserva toda su vigencia. Internacionalmente, la brecha entre ricos y pobres ha crecido a niveles sin precedentes. En 1960, la diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre se estimaba en 30:1, a finales del 2005 había llegado a la asombrosa 150:1. Para los pobres del mundo neo-colonial, el capitalismo del siglo XXI es una pesadilla.

Ninguna de las tareas de la revolución democrática capitalista se ha finalizado completamente. Incluso cuando una forma de democracia ha sido alcanzada en el período posterior a la independencia, esta es por lo general truncada, deformada e incompleta. El imperialismo, a fin de seguir sus propios intereses, está dispuesto a librar la guerra, aplastar la democracia, y respaldar regímenes feudales reaccionarios. En Irak, los supuestos objetivos del imperialismo estadounidense de llevar la «democracia» al Medio Oriente, ha resultado en una terrible y sangrienta guerra y ocupación.

Las recientes elecciones en Nigeria, totalmente fraudulentas, revelan la realidad de la ‘democracia’ en muchos países del mundo neo-colonial. Mientras que las potencias imperialistas han criticado las elecciones en Nigeria, ellas no están llamando a su anulación. Por temor a los movimientos populares, para el imperialismo, la ‘estabilidad’ para explotar el petróleo y los recursos de Nigeria, es lo primero.

Hoy, en el mundo neo-colonial, la clase capitalista está más ligada que nunca, tanto al imperialismo como a los terratenientes feudales. Incluso más que en 1917, la clase trabajadora, con el apoyo de las masas pobres, es la única fuerza capaz de llevar hacia adelante la sociedad. La desorientación del movimiento obrero tras el colapso de la Unión Soviética, significa que las masas de la clase obrera internacionalmente, aún no están convencidas de su potencial poder para construir una nueva sociedad. Sin embargo, sobre la base de su experiencia de lucha contra los brutales ataques del capitalismo, una creciente minoría cada vez está sacando conclusiones socialistas, así como las masas de trabajadores lo harán en el futuro.

No obstante el ‘etapismo’ – la idea de que en los países neo-coloniales, es posible establecer primero la democracia capitalista, independiente del imperialismo y luego, moverse al socialismo en un futuro lejano; será indudablemente una característica del movimiento obrero nuevamente, a medida que se reconstruye.

Este es el caso, en cierta medida, en Venezuela y Bolivia, donde gobiernos populares han sido elegidos para que lleven a cabo medidas para mejorar la vida de los pobres. Sin embargo, mientras los líderes de ambos países – Chávez y Morales – se definen como socialistas, ninguno de los gobiernos ha roto con el capitalismo. En ambos países hay intentos sistemáticos por parte de la clase capitalista para sabotear estos gobiernos elegidos democráticamente.

Sin un cambio fundamental – pasando las altas esferas de la economía a la propiedad pública democrática – es inevitable que en una determinada fase la clase capitalista encuentre medios para suprimir estos movimientos revolucionarios; ya sea por la brutal fuerza armada ocupada en Chile en 1973, o el retroceso sistemático de las conquistas revolucionarias del pasado, usado en Nicaragua y en otros lugares.

Los Bolcheviques crecen

A fines de abril de 1917 Lenin había ganado a la mayoría de los bolcheviques a su posición, después de un abierto y muy democrático debate. Fue capaz de convencer a los bolcheviques, particularmente, basándose en los instintos de los trabajadores bolcheviques y en la tradición del partido, lo que Trotsky llamaba «su actitud irreconciliable hacia las clases dominantes y su hostilidad todas las medidas a medio camino».

Esta actitud también llevó a un marcado crecimiento en los bolcheviques. En la conferencia del partido que se reunió desde el 24 al 29 de abril, 149 delegados, representaron a 79.000 miembros del partido, de los cuales 15.000 vivían en Petrogrado. Este hecho revela el mito de que los bolcheviques estaban férreamente controlados por la vanguardia del partido. Por el contrario, durante los movimientos revolucionarios de 1917 los bolcheviques dejaron las puertas del partido abiertas. Los trabajadores que se sumaron estaban participando en una revolución – ellos tenían una nueva confianza y sed de ideas. Ellos nunca se hubieran unido o se mantendrían en un monolítico partido antidemocrático. Por el contrario, los bolcheviques eran un semillero de amplio debate y discusión.

Como los bolcheviques crecían, sus ideas también fueron ganando apoyo. En los distritos de trabajadores de Petrogrado, fueron ganando la mayoría en un Soviet de distrito tras otro.

Mientras tanto, el Gobierno Provisional estaba empezando a revelar sus verdaderos colores a las masas. Desde el principio el Gobierno Provisional se había visto obligado a disimular su participación en la Primera Guerra Mundial, tras la cubierta de ‘defender’ a Rusia de la invasión extranjera.

Esta posición fue inicialmente aceptada por amplios sectores de la población. Sin embargo, el canciller Miliukov ordenó ahora una clara ofensiva de las tropas rusas. Esperaba que la ofensiva tuviera éxito, y por lo tanto aumentaría el sentimiento patriótico y socavaría a los Soviets. Un ‘saludo y un guiño’ fue también dado al general Kornilov para tomar la oportunidad que Muliukov esperaba crear, para atacar las manifestaciones de los trabajadores y aplastar la revolución.

Creciente ánimo contra la guerra

Las tropas rusas, sin embargo, tenían otras ideas. Aquellos en el frente se negaron a tomar parte en la ofensiva. Ellos vieron la defensa del país como una cosa, pero atacar era otra muy distinta. Las tropas en Petrogrado se tomaron las calles, seguidas prontamente por los trabajadores, demandando ‘abajo con Miliukov’. Algunos, incluidos los bolcheviques, añadieron a la demanda «abajo con el Gobierno Provisional».

Lenin, que estaba muy claro sobre la necesidad de poner fin al Gobierno provisional, también entendió que esta demanda era prematura. Si bien, las secciones más avanzadas de la clase obrera estaban empezando a comprender el papel del Gobierno Provisional, las masas, particularmente aquellos fuera de Petrogrado, todavía tenían ilusiones en él.

Era necesario seguir «explicando pacientemente». El Comité Central de los Bolcheviques dijo esto así: «La consigna ‘Abajo el Gobierno Provisional’ es incorrecto en el presente, porque sin una sólida (que es consciente y organizada) mayoría del pueblo en el lado del proletariado revolucionario, tal consigna no es más que una frase vacía, o conduce a intentos de un carácter aventurero».

Esta clara y seria aproximación tiene enormes lecciones para hoy. Lenin y los Bolcheviques, por un lado, reconocieron la necesidad objetiva de la clase obrera de poner fin al Gobierno Provisional. Al mismo tiempo, ellos hicieron una evaluación realista y precisa del nivel de comprensión de las masas, y trabajaron para ganarlas a través de una clara propaganda y con demandas diseñadas para ayudarlas a sacar las correctas conclusiones acerca de la necesidad de un cambio fundamental en la sociedad.

Las demandas que plantearon incluyen la nacionalización de los latifundios y los bancos. Los bolcheviques combinaron esto con ser los más eficaces combatientes en el día a día de las luchas de la clase obrera. En la vorágine revolucionaria de 1917, este método llegó a su más alto nivel.

Hoy en día, la brecha entre la necesidad objetiva del socialismo y la comprensión de los trabajadores es mucho mayor que durante una revolución, cuando la conciencia se desarrolla muy rápidamente. Sin embargo, si queremos ser eficaces en la construcción de un apoyo masivo para las ideas socialistas en los próximos años, todos los socialistas serios necesitan tomar básicamente la misma aproximación de los bolcheviques.

La crisis de Miliukov fue el comienzo de un creciente descontento por la continuación de la guerra. Miliukov mismo se vio obligado a dimitir. El Gobierno provisional necesitaba a los Soviets para salvarse e hizo un llamamiento para que más representantes de los Soviets participaran en el gobierno. Si bien muchos trabajadores inicialmente vieron esto como una cosa buena, pensando que esto haría girar el Gobierno Provisional a la izquierda; los Bolcheviques correctamente entendieron que los Soviets estaban siendo utilizados como una cubierta protectora para que los capitalistas pudieran aferrarse al poder.

El día antes, Trotsky había regresado del exilio y fue invitado a hablar, pues fue el líder del Soviet de Petrogrado en 1905. Él declaró: «El único verdadero poder que ‘salvara’ a Rusia sólo ocurrirá cuando el próximo paso sea tomado, la transferencia del poder hacia las manos de los diputados de los trabajadores y soldados, entonces comenzará una nueva época». Y concluyó: «tres artículos de fe revolucionaria: ninguna confianza en los capitalistas, control de los dirigentes; confiar sólo en nuestra propia fuerza».

Lenin, Trotsky y los Bolcheviques estaban en minoría ese día, pero en los próximos meses ellos fueron capaces de convencer a la mayoría de la clase obrera de su posición y, por tanto, cambiar la historia.

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