Cuando la vida era plácida y bella, pero se desarrollaba a “puro ñeque” Recuerdos del ayer, cuando estamos próximos a dar abrazos 2022. Siempre es bueno – y sano- recordar quién eres y de dónde vienes
Arturo Alejandro Muñoz
Estas próximas líneas se enmarcan dentro del espacio del Chile de ayer, aquel del tren a todos lados entre Iquique y Puerto Montt, y de las fiestas populares que se celebraban “métale” cuecas y corridos; estas líneas apuntan a ese país que ha desaparecido asfixiado por las tóxicas tinieblas de la era tecnológica, y que hoy se muestra tan carente de identidad y de nacionalidad específica.
En fin…en breves palabras, esta nota va dirigida a aquellas personas que han logrado superar las seis décadas de existencia y que, al igual como ocurre a este servidor, de vez en cuando sienten que sus almas son humedecidas por lágrimas de la nostalgia, e insisten en recordar aquellos viejos tiempos, aquellas amistades, romances, fiestas y esperanzas nacidas al ritmo de melodías que nunca abandonaron esa magnificencia que acompaña ad eternum a todo lo que tiene calidad imbatible.
Hace algunos días, viendo a mi esposa ‘administrar’ la lavadora eléctrica con gran maestría, un ramalazo de ‘saudade’ sacudió mi espíritu, y de pronto, así no más, casi sin proponérmelo, me vi de nuevo –muy infante- de pie frente al viejo laurel en un costado del emparrado patio de mi casa paterna, en el Curicó de los años cincuenta. Y como si los recuerdos viajaran nítidos y claros sobre una cinta transportadora, comencé rememorar…..
* La ropa se lavaba usando jabón “Gringo”, y después, ya en los años 60, “Perlina” y “Radiolina”. Los lavados eran a mano, en viejas artesas, con escobillados severos una y otra vez. Lo peor llegaba al momento de lavar esas (así las recuerdo) infames y duras sábanas de crea, las que en noches de fríos invernales había que entibiarlas pasando sobre ellas una plancha caliente, ya que además de tiesas siempre estaban frías.
* Las cocinas eran a leña, con un horno en el cual podía caber un submarino. Con cuatro o cinco platos de tamaños diversos, esa cocina era el lugar más tibio de mi casa en aquellos inviernos curicanos de terror.
* Infaltable era el equipo de radio…¿Phillips, Telefunken, Zenith? El que fuera, pero debía haber uno siempre listo para escuchar programas como “La familia chilena”, “Hogar, dulce hogar”, “Aló, habla Soto”, “Residencial la Pichanga”, “Radiotanda”, “Discomanía”, “La hora de los duendes”, “Doctor Mortis”, “Crónica de Hernández Parker”…en fin, y tantos otros que he olvidado. Pero, a media noche de los días viernes, los adultos de la casa no se perdían un programa de aquellos: “Crónica Roja”, transmitido por una radioemisora santiaguina que he olvidado…dos horas de crímenes, asaltos, suicidios, peleas a cuchillazos, etc., etc. Años después, llegarían l-os noticiarios centrales de la televisión a reemplazar el programita de marras con informes de portonazos, violencia intrafamiliar, asaltos, encerronas para robar automóviles, etc.
* Nunca he olvidado el aroma del café ‘Tres Montes”, o el café de Higo “El Lancero”…ni la azúcar en panes o terrones, ni la azúcar rubia…ni el sabor de un helado (helado barquillo le llamábamos) conocido como “Bocado”. Mis hijos insisten en decirme que se trataba de un helado de vainilla…pero yo insisto también que ese helado de ‘Bocado’ era infinitamente superior. Como superior eran las tortas ‘Montero’, y las sustancias de Chillán, y las manzanas confitadas (que estropeaban nuestra dentadura), y aquellos panes llamados “chocoso” y “coliza”…hoy los cocinan en algunas panaderías, pero distan millas cósmicas de la calidad y sabor de los de entonces.
¿Y el jamón? Ah, el jamón…qué exquisitez!!! Las familias curicanas que tenían cierto poder económico, en los 50 y comienzos de los 60, compraban una pierna de cerdo (de esos cerdos de antes, gigantes, gordos), y la metían dentro de un barril repleto con sal de mar. Allí la dejaban un par de meses, y cuando la sacaban de aquel artefacto, se había transformado en el más delicioso jamón y tocino del que yo tenga memoria. Coño… de rechupete. Las colgaban de un gancho en la cocina, y la dejaban ahumarse lentamente, para después sacar trozos a tajos de cuchilla y devorarlos con o sin pan. Una maravilla.
* Hasta que en octubre llegaban las “Fiestas de la Primavera”, y la municipalidad curicana cerraba el tránsito vehicular alrededor de la hermosa Plaza de Armas para que todo el pueblo, con máscaras, antifaces, challa y serpentinas, disfrutase un día completo de fiesta y alegría, viendo el desfile de carros alegóricos representando a los distintos barrios, al Liceo de Hombres, al club deportivo “Alianza”, a la colonia española, a la árabe…en fin..a la ciudad toda. Y aplaudíamos a la “Reina”, dama que conocíamos y que encendía nuestra libido juvenil.
* Después, cómo no, llegaba el Rodeo…fiesta de adultos y para adultos, aunque la cabrería asistía sólo para comer empanadas y ver las peleas de box de aficionados en el ring que el “Negro” Jara y “Cloroformo” Valenzuela (campeón nacional) instalaban a un costado de la enorme planicie, metros más allá de las últimas fondas y ramadas.
* Posteriormente, ya en pleno verano (enero era el mes), una empresa santiaguina de juegos y diversiones se instalaba en el sector de la Alameda, con la rueda de Chicago, carrusel, tiro a los ’patitos’, tacataca, aros y botellas,…en fin, eso y más…pero lo nuestro (lo de los jovencitos) era la música que escapaba de los parlantes de aquella feria. Y aquí voy a sorprender a muchos lectores. Bailábamos en pleno óvalo del parque de esa Alameda, al anochecer, con los temas interpretados por magníficos cantantes como Sam Butera, Sammy Salvo, Roy Hamilton, Chuck Berry, Neil Sedaka, Paul Anka, Brenda Lee, Bobby Darin, The Platters, Los Cinco Latinos, Elvis, Little Richard, Los TeenTops, y tantos otros, cuando James Dean era nuestro icono a seguir… y Brigitte Bardot la hembra a conquistar. ,
Ya, basta…no más. Quedan muchísimos recuerdos en el tintero de la nostalgia. Algún día los sacare a la luz. Por ahora es suficiente con lo ya mencionado. La saudade empapó de lágrimas el teclado de mi computadora.
Les deseo a tod@s un realmente próspero y feliz 2022.