Escribe: MIlcíades Ruiz
El neoliberalismo, viene siendo cuestionado cada vez con mayor fuerza en muchas partes del mundo por sus efectos negativos en las condiciones de vida de la población mayoritaria. En nuestro país, este cuestionamiento no proviene de las clases populares que son las que sufren esos efectos. La población femenina y juvenil, el campesinado que es la mayor fuerza electoral, y otros sectores populares, no tienen claro lo que es el neoliberalismo. Sin embargo, este asunto será determinante en los resultados electorales.
Solo hay dos opciones políticas: O se conserva el modelo económico vigente, o se lo cambia. No obstante, el enfoque de los candidatos va por donde los lleva la prensa. Predominan los planteamientos dispersos sobre las consecuencias del sistema, pero no sobre las causas. La prensa ha impuesto su enfoque interesado, desviando la atención pública hacia los aspectos coyunturales, ocultando lo estructural, que es el eje fundamental.
En toda sociedad hay dos fuerzas contrarias: Los intereses comunes y los intereses particulares. Dicho, en otros términos: el interés social, vs interés individualista. El interés de lucro privado contrapuesto al beneficio común. Esto es importante visualizar en todo momento y en todo aspecto, pero no lo tenemos en el primer plano de nuestra perspectiva política. Pero esta lucha de contrarios es permanente.
Si en el gobierno de una sociedad, prima el interés social sobre los intereses particulares, la estructura económica, política, social, cultural, etc., tendrá un carácter popular, según la proporcionalidad de la aplicación de este principio. A la inversa, si predomina el interés de lucro particular sobre los intereses nacionales, como es el caso del neoliberalismo, entonces la sociedad entera estará sujeta a esos intereses particulares. Esta es la disyuntiva que afrontamos al elegir entre las dos opciones.
Con el gobierno de Juan Velasco Alvarado, el estado, se fortaleció al nacionalizar los recursos mineros y petroleros, se creó gran número de empresas estatales y se reguló la economía en función al interés social. Los agricultores tenían un precio rentable asegurado según sus costos, los obreros tenían acceso a las decisiones empresariales con la comunidad industrial, la prensa pasó a manos de sus trabajadores, los jóvenes tenían educación para el trabajo seguro, se puso en marcha la sustitución de importaciones para cortar la dependencia, etc.
Esta visión de gobierno, era contraria a los intereses particulares y entonces, la empresa privada en general se debilitó, quedando sujeta a un diseño en el que predominaba el interés social. Como sabemos, la fuerza contraria logró que ese gobierno fuera depuesto y, el país pasó a gobernarse con la nueva constitución de 1979, que frenó dicha visión de gobierno.
Después de la crisis de la década de 1980, en que la deuda externa se agigantó, la moneda se devaluó y, la inflación de precios desvalijó la economía popular, el neoliberalismo se presentó como solución a la misma, con el auspicio del Fondo Monetario Internacional y otras influencias poderosas. Sus banderas eran las siguientes:
- Libre mercado sin la intervención del Estado. Supresión de controles y regulaciones en los negocios.
- Privatización de empresas públicas. Estado, solo como subsidiario de la empresa privada para atender lo que esta, descartaba (salud, educación)
- Libre comercio internacional, sin aranceles ni trabas de ningún tipo.
· Estímulos a la inversión extranjera, reduciendo tasas de impuestos.
· Presupuestos equilibrados, reduciendo gastos sociales para reactivar la economía.
La clave del neoliberalismo estaba en anular el estado, para dejar el campo libre a los negocios privados. Pero esto no se podía hacer, estando vigente la Constitución de 1979 y sin tener el manejo del poder legislativo. Había que gobernar priorizando el interés privado sobre el interés social. Por eso, el presidente en la década de 1990, Alberto Fujimori, tramó un autogolpe, disolvió el Congreso y, fraguó un nuevo Congreso para aprobar la constitución de 1993, que recogía los planteamientos del neoliberalismo.
Estos planteamientos ahora ya están inmersos en los principios del Régimen Económico de la constitución vigente y en el artículo 60, está el siguiente texto: (…) “Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional. La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal”.
Avalado por la constitución espuria de 1993, Fujimori inmediatamente privatizó el 90% del patrimonio empresarial estatal en minería, el 85.5% en manufactura, el 68% en hidrocarburos, el 68% en electricidad, 35% en agricultura. Entre las empresas privatizadas estaban la Compañía Peruana de Vapores, Petrolera Transoceánica, Minero Perú, Centromin, Minera Tintaya, Siderperú, Enafer, Electroperú, Hierroperú, Minpeco, Reaseguradora Peruana, Pescaperú, Enata, Aeroperú, Telefónica del Perú y todo el acervo empresarial del estado.
ENCI, la empresa estatal que ayudaba a los agricultores vendiendo algodón en la bolsa internacional e importaba fertilizantes a precio de costo, como también la empresa estatal ECASA, comercializadora del arroz de los productores, fueron privatizadas para que los precios respondan a los fines de lucro. El descontrol del mercado, generó lo que el dicho popular llama “A río revuelto, ganancia de pescadores”.
Es así como, en el modelo de gobierno neoliberal, el interés social, ha quedado supeditado al interés de la empresa privada y está garantizado constitucionalmente. El estado ha sido debilitado y se ha fortalecido el empresariado privado. Por eso, se pide una nueva constitución con la esperanza de revertir el modelo actual de gobierno y el interés social predomine sobre el individualismo. Las variantes dependen del porcentaje de la aplicación del modelo. Puede ser poco, mucho o intermedio, sin perder lo esencial, que es la predominancia del interés social.
Este es en el fondo, lo que está en juego en este proceso electoral. De allí el temor de los grupos de poder que son beneficiarios del modelo neoliberal de perder sus dominios. Por eso recurren a todo lo que pueda usarse para evitar el cambio. Su arma más efectiva es la prensa. La opinión pública es manejada en gran parte por esta, y todo gira en torno a lo que ella destaca. Mete miedo y genera estados fisiológicos de nerviosismo contra el cambio.
Ella crea las condiciones de simpatía o las de repudio, según su conveniencia y miden los resultados de su labor en las encuestas que ella misma financia. Cuenta con una maquinaria de manipulación muy grande, no solo en infraestructura tecnológica y empresarial, sino también, con un plantel de personalidades influyentes que opinan siguiendo la línea editorial. Su influencia es apabullante, no solo sobre la población, sino también, sobre las autoridades electorales, judiciales y políticas.
Todas las preguntas periodísticas a los candidatos presidenciales son sesgadas. Incluso se les presiona para que respondan por asuntos que no son de su atribución, sino del Legislativo. De este modo, los candidatos resultan ofreciendo, lo que todavía lo decidirá el congreso de la república, en el que no tienen mayoría. Lo mismo sucede con los debates, que más parecen un remate al martillo, para ver quién ofrece más.
Detrás de la prensa, están pues, los grupos de poder, sin los cuales la prensa no sería negocio, pues la publicidad otorga más de cien millones de dólares anuales de ganancia a cada televisora. Ese dinero sale de nuestro bolsillo. Por 30 segundos de publicidad televisiva engañosa se cobra en promedio US$ 5 mil dólares y hay empresas que publicitan todo el día y todos los días del año en varios canales.
¿Qué pasaría si el grupo Gloria, el más grande latifundista del Perú, retira todos sus anuncios publicitarios de algún canal de televisión, por hacer eco a una segunda reforma agraria? Obviamente, está claro que no hay prensa independiente. Está parcializada con sus anunciadores, porque de eso vive. Es cómplice de la publicidad fraudulenta. Como se recordará, en el 2017, Panamá prohibió la supuesta leche evaporada “Pura Vida” del Grupo Gloria, por la falsedad en el etiquetado y publicidad del producto que simulaba ser leche, cometiendo delito contra la salud, como ya antes había sucedido en Perú. Pero nadie fue preso.
Eso es el neoliberalismo. Libertad de engañar, libertad de estafar (publicidad fraudulenta). Esta libertad adulterada, se aplica a todos los campos de actividad pues al debilitar al estado, se debilita toda su institucionalidad, cayendo en corrupción y desprestigio todos los poderes estatales. El neoliberalismo empodera el capitalismo corporativo en razón inversa al debilitamiento del poder nacional.
El neoliberalismo está por encima del drama humano de la epidemia, lucra con ella y gana muchos millones, sin que el estado actúe en defensa de la sociedad. Es la libertad del dinero por encima de la libertad humana. Esto es lo que no quieren perder los beneficiarios del modelo vigente. El peligro de la privatización del agua de consumo y de regadío, entregando en concesión, los valles y cuencas hidrográficas a manos de empresas privadas está en la mira del neoliberalismo. Esto depende del modelo de gobierno que impere en adelante.
Lograr que el pueblo entienda esta diferencia de modelos, es nuestra responsabilidad. ¿Qué hacer? Ustedes dirán.
Mayo 29, 2021
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/