Por Mariano Saravia
-Lo primero que hay que remarcar es que en Colombia, como en todos nuestros países, la violencia política SIEMPRE viene de arriba hacia abajo. -No se puede entender el presente sin una fecha fundamental: 9 de abril de 1948. Ese día, sicarios de la CIA y la oligarquía colombiana asesinaron a tiros a Jorge Eliécer Gaitán, un líder popular que iba a ser seguramente presidente. Ese hecho desató el Bogotazo, un estallido de toda la bronca popular.
-Luego sobreviene una persecución implacable por parte del Estado de los líderes liberales y comunistas. Es el período llamado “La Violencia”.-En la década del ’50 los dos partidos del establishment sellan un pacto llamado Frente Nacional, para alternarse en el poder y seguir saqueando al país y explotando al pueblo.-A los militantes sociales y políticos les quedaron cinco opciones: la muerte, el exilio, la cárcel, traicionar o irse al monte. En 1964 se crean las FARC y en 1965 el ELN.
-Hubo una primera traición del Estado cuando miles de campesinos dejaron las armas y fueron engañados y masacrados. Lo mismo pasó en 1985 cuando varios frentes de las FARC se desmovilizaron y sobrevino un verdadero genocidio por parte del Estado. Gobernaba Belisario Betancur. El Estado fue responsable del asesinato de 2 candidatos a presidente, decenas de alcaldes y concejales y más de 8 mil militantes de la Unión Patriótica.
-Los ’90 fueron del neoliberalismo, como en todo el mundo. Los 2000 del fascismo y el narcotráfico, encarnados por el ex presdiente Álvaro Uribe. Es recordado por los “falsos positivos”, que era lisa y llanamente matar a pobres (campesinos, obreros, estudiantes, militantes sociales) y disfrazarlos grotescamente de guerrilleros. Fue el auge del Plan Colombia y la intervención del Imperio Estadounidense con 7 bases militares. La guerrilla estaba absolutamente debilitada, pero seguían usando esa excusa para la ocupación y represión.
-Después viene Juan Manuel Santos, representante de una derecha más oligárquica y menos mafiosa que la de Uribe. Por eso, esta otra derecha, no por buena sino porque necesitaba cierta paz para seguir con sus negocios, firma los acuerdos con las FARC.
– Y llegamos a Iván Duque, que es un títere de Uribe. No cumplió nunca los acuerdos de paz con la guerrilla y volvió con todo el paramilitarismo que mata sistemáticamente a ex guerrilleros y a líderes sociales. El Estado colombiano vuelve a traicionar y a matar por la espalda, como hizo en los ’60 y como hizo en los ’80. A eso se suma el neoliberalismo más cruel y la pauperización de todo el pueblo.
– En noviembre de 2019 estalla la protesta social contra las reformas laborales y previsionales de Iván Duque, y por educación pública, gratuita y de calidad. El joven Dylan Cruz es asesinado por el Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD).
– Luego vino la pandemia y la rebelión popular quedó en suspenso. La gestión de la pandemia fue desastrosa, con un sistema de salud desmantelado. El hambre se apropió de las ciudades y la gente cuelga trapos rojos allí donde no tiene más nada para comer. Es un pedido de auxilio alimenticio, un paquete de arroz, un pedazo de pan, cualquier cosa.
– En setiembre la policía mata a Javier Ordóñez por estar tomando cerveza con sus amigos. Lo mata con descargas reiteradas de pistolas táser. – Así llegamos a mayo de 2021. Los asesinatos de Dylan Cruz y de Javier Ordóñez están presentes en el inconsciente colectivo del pueblo, que ve a la Policía y al Ejército como una amenaza más que como una seguridad. Y el Estado ve a los manifestantes como el enemigo en una guerra. Lo ha dicho el presidente Iván Duque: son terroristas urbanos.
-La gente protesta contra la reforma tributaria que aumenta el IVA a los productos de primera necesidad, que aumenta impuestos al transporte y hasta a los servicios funerarios. En plena pandemia!!!
– Pero el gobierno se equivoca si cree que es sólo por eso. Retiró la reforma tributaria, renunció el ministro de Hacienda, pero la protesta sigue, porque es por todo lo que he venido reseñando, y mucho más.
– Lo que nos enseña la crisis de Colombia es que el neoliberalismo y el fascismo son dos caras de la misma moneda y que son incompatibles con la democracia.
-Esto tiene una sola solución: una Asamblea Constitucional en la que el pueblo colombiano discuta absolutamente TODO de manera democrática y refunde el Estado, porque este Estado no sirve, es un Estado terrorista y asesino que ya ha matado a 30 colombianos en estos días de mayo de 2021.