EE.UU. con una gran cantidad de especialistas capacitados suma ya más de 6.000 muertos y más de 245.000 infectados por el COVID-19.
Bomberos aplauden a los trabajadores sanitarios en Nueva York (EE.UU.), el 2 de abril de 2020. Andrew Kelly / Reuters
EE.UU. suma ya más de 6.000 fallecidos y más de 245.000 casos de contagio por coronavirus, siendo el país con más pacientes infectados a nivel mundial. A mediados de marzo, después de semanas de insistir en que el Gobierno estaba luchando con éxito contra la propagación de la enfermedad, el presidente Donald Trump, finalmente admitió que el contagio «no está bajo control», tanto en su país como en el extranjero. La semana pasada, el mandatario declaró que si EE.UU. logra contener el número de fallecidos por el COVID-19 entre 100.000 y 200.000, en vez de los posibles 2,2 millones, será «un muy buen trabajo». ¿Por qué la pandemia se ha vuelto tan catastrófica en el país más rico del mundo y qué errores se cometieron a la hora de afrontarla?
«Mes perdido»
En primer lugar, entre fines de enero y principios de marzo, cuando el virus ya se estaba propagando desde China a EE.UU., no se realizaron pruebas a gran escala de personas que podrían haber estado infectadas, debido a fallas técnicas, obstáculos regulatorios, burocracia y la falta de liderazgo en múltiples niveles, según más de 50 funcionarios de salud pública actuales y anteriores, fuentes de la Administración, científicos de alto nivel y ejecutivos de empresas entrevistados por The New York Times.
Trabajadores sanitarios trasladan a un paciente a un centro médico en Nueva York ( ), el 2 de abril de 2020. Brendan Mcdermid / Reuters
Entre otros problemas, los primeros kits de pruebas desarrollados por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, sigla por su nombre en inglés) eran defectuosos. Cuando las fallas se hicieron evidentes en febrero, el director de la Agencia, Robert Redfield, prometió una solución rápida, pero esta tardó semanas en llegar. Por su parte, el sector privado, que debía ayudar con pruebas de diagnóstico masivas a la población, se topó con obstáculos burocráticos debido a las regulaciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, sigla por su nombre en inglés).
«El resultado fue un mes perdido, cuando el país más rico del mundo, armado con algunos de los científicos y especialistas en enfermedades infecciosas más capacitados, desperdició su mejor oportunidad de contener la propagación del virus», indica el Periódico, añadiendo que EE.UU. se quedó «en gran medida, ciego a la escala de una catástrofe inminente de salud pública».
Burocracia
Otros problemas, a la hora de afrontar la pandemia, tendrían que ver con la burocracia. El secretario de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., Alex Azar, preside un comité que está técnicamente a cargo de implementar la Estrategia Nacional de Biodefensa del País, lo que incluye la coordinación de las agencias federales para el monitoreo, la prevención y la respuesta a las crisis como el nuevo virus. Sin embargo, una auditoría de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental, realizada en febrero de 2020, descubrió que el Departamento de Salud no pudo reunir, efectivamente, los recursos del Gobierno Federal, y que los representantes de varias agencias federales «expresaron renuencia» a reasignar recursos hacia una misión amplia y algo vaga donde «no hay procesos, roles o responsabilidades claras para la toma de decisiones conjunta». Asha George, ex oficial de inteligencia del Ejército y directora ejecutiva de la Comisión Bipartidista de Biodefensa de EE.UU., explica, en una entrevista a Task & Purpose, que poner al Departamento de Salud a cargo de la Estrategia Nacional de Biodefensa «fue un error», ya que «un departamento realmente no puede decirle a otro qué hacer».
«Nunca ha funcionado, históricamente en este país y esta vez no funcionó: la burocracia se interpuso en la implementación y ejecución de la Estrategia Nacional de Biodefensa, y ahora tenemos COVID-19», se lamentó.
Cuerpos envueltos en plástico, en una funeraria de Nueva York (EE.UU.), el 2 de abril de 2020. John Minchillo / AP
Escasez de reservas y advertencias ignoradas
El hecho de que EE.UU. no estuviera preparado para la crisis no debería sorprender al Departamento de Salud. Una serie de ejercicios, realizados entre enero y agosto de 2019 y denominados Crimson Contagion (Contagio Carmesí) simularon la propagación de un virus respiratorio, desde China a la parte continental de EE.UU., que mataría a casi 586.000 estadounidenses y dejaría a unos 110 millones de infectados. Los resultados del ejercicio, divulgados por The New York Times en febrero, predijeron «confusión» y «caos burocrático» en la respuesta a la crisis, con fricciones entre los gobiernos de Estados y el Gobierno Federal, así como entre entes como el Departamento de Salud y la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, sobre cuestiones que van desde la escasez de equipos hasta las pautas para el distanciamiento social.
La simulación reveló también la «incapacidad para reponer rápidamente ciertos suministros médicos, dado que gran parte del producto proviene del extranjero», un fenómeno que EE.UU. está experimentando, actualmente. De hecho, el gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, advirtió el jueves que, al ritmo actual, el Estado solo cuenta con respiradores para seis días en su reserva.
«No teníamos suficiente en nuestras reservas estratégicas nacionales», resalta George. «No consideramos la posibilidad de que China se vea tan afectada que no pueda fabricar los suministros de atención médica que utilizamos», añade.
Además, según informó recientemente The Washington Post, entre enero y febrero de este año, los servicios de inteligencia de EE.UU. advirtieron, en varias ocasiones, de la «grave amenaza» que suponía el COVID-19, pero ni el presidente Donald Trump ni los legisladores les hicieron caso, por lo que no se tomaron medidas que pudieron haber frenado la propagación de la enfermedad.
Partidismo
Una serie de encuestas nacionales, publicadas en las últimas semanas, revelan que si, bien la ansiedad por la enfermedad está aumentando en ambos lados de la división partidista, los demócratas expresan mucha más preocupación al respecto que los republicanos.
Las respuestas del Gobierno a la crisis siguen las mismas pistas. Con algunas excepciones importantes, especialmente Ohio, los Estados con gobernadores republicanos han sido más lentos, o menos propensos, que los administrados por los demócratas a la hora de imponer restricciones a sus residentes. Según un estudio de la Universidad de Washington, los gobernadores republicanos introdujeron medidas restrictivas en sus Estados en promedio 2,7 días más tarde. Hasta mediados de marzo, el propio Donald Trump minimizó el peligro de la enfermedad y exageró el «control» de EE.UU. sobre ella. Varios políticos republicanos, incluso, alentaron a sus electores a visitar bares y restaurantes, cuando las autoridades instaban a lo contrario.
«Cualquier desastre, pase lo que pase, revela nuestras vulnerabilidades», sostiene Asha George. «EE.UU. no estaba nada preparado para un evento biológico como la propagación de COVID-19», asegura.
Falta de insumos médicos de protección remece al sistema de salud de EE.UU.
FOTO: REUTERS/Mike Blake
Funcionarios federales han advertido que el gobierno casi ha vaciado sus reservas de guantes, mascarillas y batas. También, se ha reportado la falta de ventiladores, ya que muchos de los que tenían no están operativos.
A medida que los casos de personas contagiadas con el Covid-19 aumentan en Estados Unidos, con 216.768 personas contagiadas y 5.148 muertos, los funcionarios de gobierno advierten de la carencia de Insumos Médicos Protectores (conocidos como PEE) en los centros de salud, lo que supone un alto riesgo para el personal.
El diario The New York Times señala que el Gobierno casi ha vaciado sus reservas de suministros médicos protectores, como mascarillas, guantes y batas. El mismo presidente Trump confirmó, el miércoles, que las reservas están casi agotadas y señaló que su gobierno ha enviado suministros “directamente a los hospitales”.
“Las reservas fueron diseñadas para responder a un puñado de ciudades. Nunca fue construido o diseñado para combatir una pandemia a 50 Estados”, dijo un funcionario al diario The Washington Post.
El Empire State, en Nueva York. FOTO: AFP
Uno de los mayores problemas es lo que ocurre con la falta de ventiladores. Esto, pese a que Trump ha dicho, en varias oportunidades, que el Gobierno Federal tiene 10 mil de estos aparatos en reserva, para ser enviados a los hospitales que más lo necesiten, en todo el País. Sin embargo, dice el diario The New York Times, lo que no se ha mencionado es que un adicional de 2.109 ventiladores no están disponibles, luego que el contrato para su mantención expirara el año pasado. Una nueva empresa comenzó a hacer mantenciones a fines de enero, cuando ya se había extendido el número de personas contagiadas.
El Departamento de Servicios de Salud y Humanos reportó que los ventiladores que recibieron no estaban operativos. El diario The New York Times dice que la gran batalla se ha enfocado en los ventiladores, debido a que los Estados han solicitado miles más de los 9.400 que los que el Gobierno tiene en reserva. El departamento de Defensa está fabricando 1.065 ventiladores, aunque estos requieren entrenamiento especial y no se usan, frecuentemente, en hospitales.
Donald Trump en la Casa Blanca hoy. FOTO: AFP
Un ejemplo de la escasez se refleja en las siguientes cifras: funcionarios en el Estado de Illinois pidieron cuatro mil ventiladores y obtuvieron 450. Por su parte, New Jersey pidió 2.300 y consiguió sólo 300. Un caso similar vivió Nuevo Mexico, que apenas tiene 370, mientras que Virginia pidió 350 y no ha recibido ninguno, hasta el momento.
La portavoz de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), Lizzie Litzow, señaló que la agencia de emergencia sabía que las actuales reservas no cumplirían con las necesidades de los Estados. El sábado, FEMA envió a los funcionarios de salud de todo el país 26 millones de mascarillas para cirugía y 12 millones de N95, junto con guantes y batas. Los funcionarios de la Agencia están rastreando todo el equipamiento médico que encuentren disponible y se han contactado con proveedores en China y Malasia.
En este contexto, diversos reportes han dado cuenta de una suerte de “ley de la selva” en el mercado de suministros médicos, que está dominado por intermediarios y acaparadores. El diario The Washington Post dice que una mascarilla N95 se encuentra entre los productos más apetecidos. En este sentido, la revista Forbes señaló que se han vendido 280 millones de estas mascarillas, especialmente fuera del País.
The Washington Post señala que existen pocas señales de que el gobierno de Trump está haciendo los esfuerzos para detener las exportaciones de cargamentos o para incautar los suministros para que sean usados en los hospitales en Estados Unidos. Esto, pese a la advertencia que hizo la semana pasada el fiscal general William Barr, a todos aquellos que estén acaparando mascarillas y otros suministros: “Recibirán un golpe en su puerta”.
Enfermeros de EE.UU. exigen medios de protección ante COVID-19
Los manifestantes en Nueva York protestaron por la carencia de insumos que afecta a médicos, enfermeros y paramédicos de todo el País. | Foto: EFE
– 3 abril 2020
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Varias protestas de trabajadores de la salud se han registrado en Estados Unidos, ante la carencia de recursos para enfrentar la pandemia.
Decenas de enfermeros y trabajadores de la salud se concentraron en Queens, Nueva York, en el noreste de Estados Unidos, para protestar contra la falta de medios de protección necesarios para atender pacientes infectados con el nuevo coronavirus.
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EE.UU. establece récord con 1.169 muertos por COVID-19 en un día
La concentración, que tuvo lugar este jueves, pidió al gobierno estadounidense que provea al personal sanitario de medios adecuados para su protección, ya que en la situación actual, corren un alto peligro de contagiarse.
Los participantes denunciaron que no se les está aportando el material gastable necesario para realizar su trabajo, incluyendo las mascarillas, que están teniendo que reutilizar a través de un proceso de esterilización poco fiable.
«El Gobierno nos ha abandonado. Nuestros hospitales nos han abandonado», declaró la presidenta de la Asociación de Enfermeros del Estado de Nueva York, Judy Sheridan-Gonzalez, presente en la manifestación.
Por otra parte, enfermeros del Centro Médico Sutter Delta en el Estado de California se manifestaron, también este jueves, realizando similares demandas al Ejecutivo.
Los manifestantes denunciaron que la falta de equipos de protección personal, los hace vulnerables al nuevo coronavirus y, por tanto, se afecta el trato a los pacientes, a la vez que exigieron al Gobierno que dé solución a esta problemática.
En este caso, Bonnie Castillo, directora ejecutiva del Sindicato Nacional de Enfermeros, principal organización de ese gremio en el País, afirmó “No dejaremos la lucha hasta que consigamos equipos de protección personal y la capacitación necesaria para cuidar, de manera segura, a nuestros pacientes”.
Según los datos que actualiza, en vivo, la Universidad Jonhs Hopkins, radicada en EE.UU., más de 243.000 ciudadanos de ese país han contraído la COVID-19, que ya se ha cobrado de la vida de más de 5.900 personas, con un negativo récord mundial de 1.169 decesos este jueves.
Propuesta de Sanders de un seguro de salud universal en EE.UU. crearía empleos y mejoraría los salarios
Un nuevo análisis económico hecho sobre las propuestas de Sanders de crear un Seguro de Salud Universal para los estadounidenses, concluyó que se crearían nuevos empleos e incrementaría los ingresos de los hogares.
Bernie Sanders saluda a sus militantes en Iowa. Foto: Facebook / Bernie Sanders
– 8 de marzo de 2020
La propuesta del precandidato demócrata, Bernie Sanders, de crear el Sistema de Salud, Universal Medicare for All, podría generar una gran cantidad de nuevos empleos y aumentar los ingresos de los hogares estadounidenses.
En la actualidad, Estados Unidos tiene uno de los sistemas de Salud más desiguales del mundo, debido a los costos prohibitivos de las facturas médicas: cerca del 8.5% de la población no tiene Seguro de Salud y unas 530.000 familias se declaran en quiebra, cada año por deudas de servicios médicos.
Sanders, un senador progresista de Vermont, que actualmente está luchando contra el ex vicepresidente Joe Biden, por obtener la candidatura presidencial demócrata, ha abogado, durante mucho tiempo, por un sistema de salud universal o de pago único. Los críticos argumentan que tal política conduciría a la pérdida masiva de empleos y sería un perjuicio económico para el País, pero el nuevo análisis, publicado el jueves por el Instituto de Política Económica (EPI) sugiere que sucedería lo contrario.
En muchas partes del mundo, acceder a la Salud es un derecho básico: no en Estados Unidos. En el país norteamericano, la medicina es una industria que mueve miles de millones de dólares por año y su gobierno es el que más gasta, al año, en medicina: cerca del 17% del PIB.
EE.UU. es, además, el tercer país que más invierte en salud per cápita, con un promedio de US$9.403 anuales, superado apenas por Suiza (US$9.674) y Noruega (US$9.522), países que tienen menos de diez millones de habitantes.
Salud para todos
Según el análisis, las consecuencias de la creación del Medicare for All serían bastante positivas:
Aumentarían los salarios, al permitir que los empleadores redirijan el dinero que están gastando en costos de atención médica a los salarios de sus trabajadores.
Aumentará la calidad del trabajo, asegurándose de que cada trabajo ahora venga acompañado de una garantía de atención médica, con un impulso a la calidad del trabajo aún mayor entre las trabajadoras mujeres, que tienen menos probabilidades de tener atención médica patrocinada por el empleador.
Disminuirá el estrés y la conmoción económica de perder un trabajo o moverse de un empleo a otro, que suele provocar la pérdida de beneficios médicos, ya que en la actualidad no todas las empresas ofrecen seguros médicos con los mismos alcances.
Apoyará el empleo autónomo y el desarrollo de pequeñas empresas, que actualmente es muy bajo en los EE.UU., en relación con otros países ricos.
Inyectará nuevo dinamismo y adaptabilidad en la economía general al reducir el “bloqueo laboral”, permitiendo a los trabajadores buscar empleos en función a sus habilidades y no del seguro médico que quieren tener.
Producirá un aumento neto en los empleos a medida que el gasto público aumenta la demanda agregada, expandiendo la atención médica a largo plazo.