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Guillier ha desechado de manera increible quizá la única posibilidad que le permitiría remontar su bajísimo resultado de primera vuelta: Haber forjado una coalición -si no de gobierno, al menos electoral- con el sorprendentemente exitoso Frente Amplio. Esto no solo le habría permitido esperar un enorme aumento de votación sino, más importante aún, una NUEVA MISTICA DE ESPERANZA DE TRANSFORMACION PROFUNDA DE LA SOCIEDAD CHILENA, que seguramente hubiese entusiasmado a LA RELUCTANTE MAYORIA DE CHILENOS (que insiste en ni siquiera ir a votar) a apoyarlo decisivamente.
Sin embargo, de manera aparentemente demencial ha hecho imposible lo anterior, pese a todas las insinuaciones y «facilidades» que le ha dado el liderazgo del Frente Amplio en ese sentido. La demostración más rotunda de lo anterior ha sido su «portazo» final a asumir la aspiración que millones de chilenos han expresado en el último tiempo: el fin de las AFP y su sustitución por un efectivo sistema de seguridad social, como existe en la generalidad de los países civilizados.
Plantear que va a terminar con el «monopolio» de las AFP y establecer diversos sistemas a elección, constituye un nuevo engaño. El único modo de establecer un sistema previsional con solidaridad intra e intergeneracional es haciendo que abarque a la generalidad de la población. De otra forma, tendremos un sistema «electivo» como el de la salud chilena; en que los más ricos concentran sus recursos en las Isapres, y los más pobres tienen que conformarse con Fonasa…
La explicación que tiene el aparente «suicidio político» de Guillier, es que su subordinación a los grandes grupos económicos es tan grande, que ni siquiera se atreve a prometer demagógicamente -con tal de ganar la elección- el fin de las AFP. Es decir, que prefiere perder la elección, a ganar bajo el compromiso de sustituir uno de los ejes claves del modelo neoliberal impuesto por la dictadura: las AFP.
