por Adán Salgado Andrade
Recientemente, Donald Trump declaró una “emergencia de salud pública nacional” a la epidemia de opiáceos que está afectando a Estados Unidos (EU) desde hace ya años (ver: http://www.animalpolitico.com/2017/10/trump-emergencia-de-salud-opiaceos/).
Justo por ese alto consumo es que en México sufrimos “daños colaterales”, pues mientras allá es una emergencia de salud, que está matando a miles de adictos, aquí, el país se desbarata por la extrema violencia que ocasiona el control de ese lucrativo mercado. Ya superan los muertos del Peñato al Calderonato en doce mil decesos, debidos a la señalada violencia, en la cual, el narcotráfico, directa o indirectamente tiene mucha influencia (ver: http://www.jornada.unam.mx/2017/11/01/politica/010n1pol).
En una reciente publicación de la revista digital Mother Jones, se señala que del 2015 al 2016, las muertes por sobredosis de opiáceos, tales como heroína o cocaína, subieron un 20%. El año pasado alrededor de 64,000 estadounidenses murieron por tal causa, 21% más que en el 2015, cuando 52,404 fallecieron por lo mismo. Las 64 mil muertes por sobredosis superan a las ocasionadas cada año por pistolas o por accidentes automovilísticos (ver: http://www.motherjones.com/politics/2017/09/the-latest-jaw-dropping-numbers-from-the-opioid-crisis/#).
La droga que más ha contribuido al problema es el fentanil, un opioide sintético ilegal cien veces más potente que la morfina. Otros derivados del fentanil o ligeras variantes de su fórmula, también son responsables de tanta mortandad por sobredosis. En conjunto, provocaron 20,145 muertes.
Sin embargo, no sólo el fentanil, sino muchas otras drogas, incluidos analgésicos, son también responsables. Por ejemplo, la heroína mató a 15,446 personas en el 2016; analgésicos, a base de opio, 14,427, lo cual, también, ha llamado mucho la atención, pues se trata de sustancias “permitidas”, que dejan millones de dólares de ganancias casi a una sola compañía, como veremos más adelante. La cocaína mató a 10,619 personas; las metanfetaminas, a 7,663. Por último, la metadona, fue responsable de 3,314 muertes el año pasado.
Dan Ciccarone, profesor de la Universidad de California-San Francisco, escribió al respecto en el International Journal of Drug Policy que “Esta es una triple epidemia, que presenta crecientes olas de muertes debido a tres distintos tipos de opioides, cada uno superando la oleada anterior. La primera oleada de mortalidad, debida a las drogas legales recetadas, (subrayado mío) comenzó en los 1990’s. La segunda oleada, debida a la heroína, comenzó alrededor del 2010, con los casos de mortalidad por sobredosis de dicha droga triplicándose desde entonces. Ahora, sobredosis por opioides sintéticos, incluyendo las atribuidas al fentanil y sus derivados, todos hechos ilícitamente, están ocasionando la tercera oleada de muertes, las que se han triplicado entre el 2013 y el 2014”.
Así que, como se ve, los “avances” en tantas drogas que pueden obtenerse de los opioides, han ido incrementando la mortandad de estadounidenses que deciden darse un “pasón”, como se dice coloquialmente en México. Pero, como señalé antes, no todos esos “pasones” son debidos a las drogas ilegales, sino a las “legales”, o sea, analgésicos a base de opio, los cuales, en el 2016, fueron responsables del 22.51% de las muertes, o sea, de casi 23 de cada 100 decesos debidos a sobredosis.
La epidemia actual está saturando la capacidad de morgues, servicios de emergencia, hospitales y casas-hogar para huérfanos o niños abandonados, pues muchos de los adictos son incapaces de cuidar a sus hijos. En estas casas-hogar, han ido a parar unos 30 mil hijos de adictos o de los que han muerto por sobredosis, entre el 2013 y 2014, por lo que tampoco se dan abasto (ver: http://www.motherjones.com/politics/2017/07/children-ohio-opioid-epidemic/#).
La situación es tan grave, que hasta ameritó filmar un documental al respecto, dirigido por Elaine McMillon Sheldon, quien señala que “He perdido amigos. Tengo amigos y compañeros de escuela que están en prisión, en recuperación, en rehabilitación, o que aún son adictos. Es una situación que yo no podía seguir ignorando” y que por eso produjo el documental. Este trabajo fue realizado en Hungtington, Virginia, conocido como la “Capital de América de las sobredosis”, pues en ese sitio es en donde se dan más frecuentemente esas emergencias. El documental, titulado Heroin(e), es un juego de palabras que conjunta la palabra heroína, la droga, con heroína, una mujer heroica, por el trabajo de tres mujeres, una jueza, una enfermera y una residente del sitio, que sobresalen por su destacada labor en el problema de las sobredosis. El documental fue producido por la empresa de streaming Netflix y lo presenta en su programación habitual, como un servicio a la sociedad (ver: http://www.motherjones.com/politics/2017/09/netlfix-just-released-a-hauntingly-powerful-film-on-the-opioid-crisis/#).
Por eso se entiende que sea considerada ya una epidemia. Sin embargo, no se puede atacar tal epidemia si no se analizan correctamente las causas.
Una de ellas es que, en EU, el problema de las adicciones es viejo, agudizado desde los años 1960’s, cuando la liberación juvenil se acompañaba del rock, los movimientos antigubernamentales, antiguerras y, sobre todo, el indiscriminado empleo de las drogas de todo tipo, como la mariguana, el LSD, la heroína, la cocaína… y muchas otras. Así como entre los estadounidenses está enraizada, en su cultura, la letal posesión de armas – hay ya alrededor de 93 muertes diarias debidas a armas de fuego –, así, el empleo de drogas, es parte de dicha cultura. Y no es algo que se vaya a terminar pronto. Es frecuente que figuras famosas mueran por sobredosis (Philip Seymour Hoffman, Heath Ledger, sólo por mencionar dos ejemplos). Y, quizá, para algunos adictos, una muerte por sobredosis, sea algo muy romántico. De hecho, en los 1960’s, un muy anhelado objetivo entre los adictos estadounidenses y europeos – los así llamados hippies, sobre todo –, era irse a morir a Katmandú, a las nevadas faldas del Everest, para sentir que fallecían entre el “paraíso de la cocaína”. Esto está muy bien descrito en el libro “Flash o el Gran Viaje”, del escritor francés Charles Duchaussois, publicado en 1970, en el que, justamente, recogiendo sus propias experiencias, narra, desde la perspectiva de un adicto a las drogas, el “romanticismo” que significaba drogarse y recorrer los lugares que, en ese entonces, eran obligados puntos para los hippies, como Bangladesh, Estambul o Katmandú (recuérdese la canción “Bangladesh” de George Harrison, en alusión a ese lugar. Ver: https://www.youtube.com/watch?v=VPRwzB_1YEk).
Sin embargo, romanticismo y enraizada costumbre aparte, lo que sí se podría controlar es la fabricación y distribución de drogas “legales” para combatir el dolor, sobre todo, las que tienen como base opioides en su formulación. Como ya mencioné, el año pasado fueron causantes de 14,427 muertes por sobredosis. Seguramente, los usuarios de esas drogas, más que para combatir el dolor, las continúan empleando porque se vuelven adictos, aun cuando la afección original, el dolor, haya cedido. De hecho, se ha comprobado en recientes estudios que los analgésicos comunes son igual de efectivos que los opioides para combatir el dolor, incluso, extremo, así que resulta extraño que en EU se siga permitiendo sin resquemores el empleo de tales drogas, que no sólo “alivian” el malestar, sino que provocan adicción (ver: http://www.jornada.unam.mx/2017/11/09/ciencias/a02n3cie).
Recientemente, la revista Esquire publicó un artículo en el cual aborda, justamente, el problema de las drogas “legales”, titulado “La secreta familia que está haciendo miles de millones gracias a la crisis de opioides” (The Secretive Family Making Billions From the Opioid Crisis), escrito por Christopher Glazek (ver: http://www.esquire.com/news-politics/a12775932/sackler-family-oxycontin/).
En dicho artículo, Glazek expone el imperio construido por la empresa Purdue Pharma, propiedad de la familia Sacklers, la que obtiene buena parte de sus ganancias anuales vendiendo el muy popular medicamento para aliviar el dolor OxyContin.
Aclara que no es nuevo el empleo de opioides para calmar el dolor, pues ya se hacía con el uso de la morfina, la que se popularizó aún más cuando miles de soldados estadounidenses heridos regresaron de Vietnam, cuando la guerra con este país terminó. Ante sus graves heridas y dolencias, no quedaba otra, más que administrarles morfina. Sin embargo, ha sido gracias a la creciente influencia de Purdue Pharma que los opioides “legales”, empleándose como medicamentos, se han popularizado.
Los Sacklers son una muy furtiva familia que ya figura desde el 2015 en la lista de las personas más ricas del mundo de la revista Forbes, con una fortuna grupal, estimada, conservadoramente hablando, en 14 mil millones de dólares (mdd). Gran parte de ésta fortuna ha sido amasada gracias a la creciente venta del OxyContin, sobre todo en EU. Este “medicamento”, si así se le puede llamar, está considerado por los expertos de salud como el producto más peligroso vendido masivamente. Desde 1996, cuando la droga salió al mercado, han muerto por sobredosis más de 200 mil personas, 9,523 por año, en promedio. No todas se han debido a aquél, pero, sí, una buena parte, pues es el más vendido.
Y se ve que los Sacklers tienen una gran influencia en EU, son intocables, pues a pesar de que en el 2007 tuvieron una demanda por falsear las propiedades del OxyContin y haber engañado a doctores que lo recetaban de que los daños colaterales eran “mínimos”, se sigue vendiendo muchísimo. Incluso, para que no tuviera tanto problema, la FDA – la agencia estadounidense encargada de aprobar medicamentos y comida –, “recomendó” que se anotara en las indicaciones que la droga era de “liberación prolongada”. Los adictos a los opioides salvan ese “retardo” moliendo las pastillas, con lo que deshacen la capa entérica y logran el efecto inmediato. O sea, que el OxyContin puede ser usado como una droga ilegal, pero tampoco eso ha sido razón para que se suspenda.
En la página de American Addiction Centers (https://americanaddictioncenters.org/withdrawal-timelines-treatments/oxycontin/), se señala el empleo del OxyContin, especialmente para casos relacionados con dolores crónicos severos, como los de pacientes con cáncer o artritis. Incluso, se emplean en salas de emergencia de hospitales para tratar dolores intensos en accidentados de diversos tipos. Pero también se aconseja que su uso debe de ser “prudente”, pues provoca adicción. Se enumeran todos los efectos que provoca que a un enfermo lo dejen de medicar con OxyContin, tales como cambios en el carácter, ansiedad, falta de descanso, agitación, insomnio, dolores de músculos, calambres, bostezos, síntomas similares a influenza o resfriado, sudoración, escalofríos, fiebre, congestión, náusea, vómito, diarrea, calambres abdominales, falta de apetito, pupilas dilatadas, visión borrosa, palpitación acelerada y presión arterial alta. Como puede verse, son demasiados efectos “secundarios” derivados de suspender la ingesta de dicho “medicamento”. Sin embargo, se justifica su empleo por ser “muy eficaz” para tratar el dolor. Sin embargo, cabría cuestionarse si esa supuesta “eficacia” vale todos los graves efectos que provoca al suspenderla.
Por lo visto, su uso provoca fuerte adicción y no difiere del que provocarían dosis de heroína, cocaína o fentanil.
Aun así, Purdue Pharma se ha colocado como la farmacéutica dominante en el mercado de opioides desde el 2001. O sea, son más importantes los negocios, que los efectos en la salud que provoca su “medicamento”.
Y ya sea por “medicamentos” legales o drogas ilegales, un promedio de 142 estadounidenses mueren cada día (“Eso nos lleva a tener un 9/11 cada tres semanas”, declaró el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, refiriéndose a la tragedia de las Torres Gemelas que dejaron casi tres mil muertos en el 2001, equivalente al número de decesos por sobredosis cada tres semanas), además de que le cuesta a EU alrededor de $80 mil mdd anualmente, sumando costos de salud por la atención a adictos, los crímenes cometidos por algunos de ellos, así como la pérdida de productividad de los que ya no pueden trabajar o hacer alguna actividad.
Así que, como se ve, es una gran hipocresía por parte de EU, y las sucesivas administraciones que lo han controlado, el “combate a las drogas”, pues una buena parte de las sustancias “prohibidas”, como el opio, son empleadas por emporios farmacéuticos, como Purdue Pharma, para elaborar “medicamentos” legales, como el OxyContin u otros fabricados por otras empresas. Lo cual lleva a pensar que no podría prohibirse totalmente la producción de plantas como la amapola, de la que se extraen los opioides. Quizá sea por ello que, aun bajo la militarizada vigilancia de EU, Afganistán ahora produce más amapola, ¡36 veces más!, que cuando estaba controlada por los Talibanes.
Así que la producción de drogas seguirá y su “ilegalidad”, también, pues eso, el narcotráfico, deja miles de millones de dólares anuales de ganancia, que son lavados por “respetables” instituciones financieras, sobre todo de EU, en donde se legaliza la mitad del dinero del narcotráfico anualmente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2007/11/especulacin-y-narcotrfico-nuevos_21.html).
Es un negocio que nunca terminará y cada año seguirá dejando miles de muertos por sobredosis, no sólo en EU, sino en todo el mundo. Todo sea porque empresas “legales” y no “legales” sigan teniendo muy buenas ganancias, que abultarán las fortunas de emprendedores “hombres de negocios” y avezados narcotraficantes, los cuales, a fin de cuentas, si son riquísimos, también estarán en la lista anual de Forbes, como en su momento estuvo el Chapo Guzmán. Al preguntársele a esa publicación la razón por la cual lo había anotado en su lista en algún año reciente, sus editores, cínicos, respondieron que porque el señor “tiene más de mil millones de dólares de fortuna personal y, ése, es el requisito que necesitamos para que el señor figure en nuestra lista”. Así que ser millonario es una manera de “legitimarse” para el capitalismo salvaje (ver: http://archivo.eluniversal.com.mx/notas/582934.html).
Y en México, mientras tanto, seguirá la violencia y los miles de muertos que una inútil “guerra contra las drogas”, promovida por los estadounidenses, continuará provocando. ¿Lo entenderá algún día EU?
Contacto: studillac@hotmail.com