Inicio Pueblos Originarios Colombia – Una muerte literalmente anunciada

Colombia – Una muerte literalmente anunciada

713
0

José Jair Cortes era miembro de la junta de gobierno del Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera en Tumaco. Fue asesinado ayer, luego que como el resto de sus compañeros tuvo que salir del territorio por amenazas contra su vida.

Natalia Arenas   ·

La Silla Vacía, 18-10-2017

http://lasillavacia.com/

Un día después de que el vicepresidente Óscar Naranjo dijera públicamente lo que ya todo el mundo sabía en Tumaco, que los líderes del consejo comunitario de Alto Mira y Frontera estaban amenazados, fue asesinado José Jair Cortés, miembro de la junta de ese consejo.

Es el mismo territorio donde hace 13 días fueron asesinados siete campesinos, al parecer a manos de la Policía, en medio del problema que tiene convertido a Tumaco, otra vez, en el epicentro de la guerra tras la salida de las Farc.

El asesinato de José Jair

Ayer, pasadas las cuatro de la tarde, fue la última vez que los compañeros de José Jair supieron de él.

Él era el presidente de la junta de la vereda Tiestería, que hace parte del consejo comunitario de Alto Mira y Frontera, y desde hace dos períodos era vocero de la junta de gobierno de 16 miembros del consejo comunitario.

Según informó la Defensoría del Pueblo, José Jair tenía medidas de protección de la Unidad Nacional de Protección. Aún así, fue asesinado después de que salió del casco urbano de Tumaco –donde estaba huyendo junto con sus compañeros de la junta por amenazas de los disidentes de las Farc (comandados por alias ‘Guacho’ y alias ‘David’) y los narcos (comandados por alias ‘Cachi’) que se oponen a la sustitución de cultivos– y había vuelto a su territorio a visitar a un familiar que estaba enfermo.

Contexto

El homicidio ocurrió en la vereda Restrepo, zona 5 del consejo comunitario, a un poco más de tres kilómetros de la zona de concentración de las Farc en ese municipio y muy cerca del sitio donde fueron asesinados 7 campesinos el pasado 5 de octubre.

Hasta allá llegó el vicepresidente Óscar Naranjo este fin de semana.

“La junta de gobierno del Consejo Comunitario ha estado amenazada de tiempo atrás; ahora hay una tensión con los colonos que están ocupando ese territorio, las amenazas se han recrudecido”, dijo.

La ‘tensión’, sin embargo, no es de ahora y es tan crítica que en el capítulo étnico del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc quedó escrito que las partes se comprometían a resolverla a través de medidas como la restitución de tierras.

Comenzó hace más de 10 años,  luego de que el Plan Patriota del ex presidente Álvaro Uribe redujera drásticamente los cultivos de coca en Caquetá, Putumayo y el sur del Meta y los cocaleros migraron hacia el suroccidente.

Desde ese momento, como contó La Silla, los líderes de los consejos comunitarios de Tumaco vieron cómo llegaron cientos de cocaleros a ocupar parte de sus tierras colectivas, que pronto quedaron llenas de coca y vedadas a los líderes afro.

En el Alto Mira, que supera las 20 mil hectáreas, los campesinos colonos llegaron a cultivar toda la zona 5 (donde fue asesinado ayer José Jair, según información de la Defensoría) y parte de la 4.

Así, este consejo comunitario se convirtió en el lugar con más cultivos de coca en el municipio con más cultivos de coca del país. De hecho, hasta el 2015 y según cifras de Unodc, allí crecía el 4 por ciento de todas las plantas de coca que tenía Colombia.

Los nuevos vecinos campesinos pronto se organizaron en varias organizaciones como  Asominuma y comenzaron a presionar, a instancias de las Farc, para entrar en las juntas y usurpar la representatividad de los afro en su propio territorio, como advirtió el Observatorio de Derechos Humanos de la Presidencia en un informe del 2010.

Asominuma es la asociación a la que pertenecían los siete campesinos asesinados en Tumaco el cinco de octubre y, como ha contado La Silla y hemos ratificado con cinco fuentes que conocen la situación de Alto Mira, son vistos como la base social de las Farc aunque uno de sus líderes se lo negó a La Silla. Asominuma, además, ahora hace parte de la Coccam, la organización nacional de cultivadores de coca que es afín a las Farc.

Los líderes del Consejo Comunitario se opusieron siempre a que los campesinos colonos se adjudicaran la representatividad de las comunidades en sus tierras. Y hasta la firma del acuerdo de paz, cuando las Farc dominaban Tumaco, fueron asesinados tres de sus líderes.

Hasta ayer, el último había sido Genaro García, presidente de la junta del consejo cuyo crimen fue cometido en agosto del 2015, en plena tregua de las Farc, y por miembros de esa guerrilla que ya reconocieron su responsabilidad por su muerte y pidieron perdón.

Él tenía varias amenazas de las Farc encima por intentar recuperar el tejido social en su consejo comunitario y no tenía “pelos en la lengua” para enfrentarse a la guerrilla. Como contamos en ese momento, fue asesinado cuando iba a asistir a una reunión a la que lo citó un campesino de Asominuma.

La sustitución, el nuevo detonante

Aunque después del crimen de Genaro la situación en Alto Mira y Frontera se mantuvo en una tensa calma, con la política de erradicación forzada y la descoordinación de ésta con la sustitución de cultivos se volvió a encender. Y llegó a uno de sus puntos más altos con el asesinato de los siete campesinos de Asominuma hace menos de 15 días.

“¿Por qué hay Junta de Acción Comunal en un territorio colectivo de un consejo comunitario afro?,  ¿Por qué está desplazada la Junta de Gobierno del Consejo Comunitario Alto Mira y Frontera?, ¿será acaso que bajo la lupa de mostrar a los campesinos como víctimas, se pretende ocultar todos las afectaciones que han padecido el territorio ancestral y los habitantes del Consejo comunitario Alto Mira y Frontera?”, decía un mensaje que circuló en redes sociales de Tumaco tras la masacre de los campesinos. “La invitación es a conocer un poco más de todo lo ocurrido en esa zona del país, que al parecer se quiere privilegiar la protección a los colonos, con respecto a la población negra”.

El Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera no sólo acababa de denunciar que todos los líderes de la junta, incluyendo a José Jair, estaban desplazados en Tumaco por las amenazas de los grupos que se oponen a la sustitución de cultivos que la junta ha defendido.

También denunciaron que muchos de los campesinos que estaban en el lugar en el momento del enfrentamiento con la Fuerza Pública estaban siendo presionados por las disidencias y los narcos y usados como carne de cañón para evitar que avanzara la erradicación. Sobre todo en el punto donde ocurrió la masacre y donde, según supo La Silla, ahí ya se sabía que iba a llegar la Fuerza Pública a erradicar.

Aunque tanto los colonos como afros de Alto Mira y Frontera han mostrado intención de hacer parte de los acuerdos de sustitución de cultivos en Tumaco, a la incapacidad de la Agencia de Sustitución para tramitar estas solicitudes rápido, se ha sumado la disputa por la tierra.

La razón es que aunque los campesinos son los dueños de las matas de coca, la tierra es de los afros y no hay claridad todavía de hasta qué punto los colonos pueden recibir los beneficios del programa de sustitución que incluye la financiación de hasta 10 millones de pesos para hacer proyectos productivos en esa tierra.

“No hay criterios transparentes. Se van esclareciendo de región en región y de coyuntura en coyuntura”, le dijo a La Silla una fuente que ha seguido de cerca el proceso de sustitución de cultivos y pidió la reserva de su nombre. “La situación de los colonos no es nueva, pero casos como el de Tumaco están destapando los problemas que se van a repetir en otras partes del país”.

La solución por ahora parece ser que se avance en la restitución de tierras pero como le dijo a La Silla la fuente que ha conocido el caso de cerca, la Agencia de Renovación del Territorio aún no ha terminado de completar el inventario de tierras que quedó pactado en La Habana y la mayoría de baldíos de la nación ya tienen dueño. Por eso, no parece fácil poder entregarles tierras a los colonos.

En medio de esta olla a presión, la consecuencia no es solo que la vida de los líderes como José Jair Cortés corre muchos riesgos sino que la historia del Consejo Comunitario de Alto Mira y Frontera podría repetirse, y que la presión de la erradicación y de los grupos armados que se disputan el control del narcotráfico haga que los colonos vuelvan a moverse e invadir territorios para seguir cultivando la coca.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.