La Economía del Futuro que Hay que Construir:
Una Lectura Económica de Los Hechos de los Apóstoles
Howard Richards
El Contexto Actual
Es necesario, y no simplemente deseable, transformar la economía. Esto es cierto por dos razones suficientes. La primera es que –siendo ya intolerables los números de cesantes (pienso en los números reales, no en los oficiales[1]), los números de personas con trabajo precario,[2] los mal pagados, los alumnos estudiando con salida laboral incierta, los migrantes económicos buscando en forma ilegal trabajo en otro país, los narcotraficantes y otros quienes evaden la pobreza practicando conductas anti-sociales, los encarcelados, y las otras categorías de personas cuya eventual sana integración social depende de la construcción de una economía transformada—siendo ya, repito, la escasez de buen empleo intolerable; ahora los peritos en el estudio de la cada vez más rápido (es decir, acelerando) avance de la tecnología, nos advierten que el trabajo humano, tanto mental como físico, va a ser cada vez menos requerido para realizar la producción de bienes y servicios.[3] Las mayorías van a ser redundantes en el mercado laboral. Quienes todavía piensan que después de un periodo de ajuste a las nuevas tecnologías vendrá una nueva época de buen empleo para todos, ya se clasifican con quienes niegan el calentamiento global, la evolución de las especies, el Holocausto, y la redondez de la tierra.
Una segunda razón por la necesidad de transformación es que la economía ahora dominante requiere crecimiento infinito en un planeta finito; es incompatible con la sustentabilidad. Ambas razones he desarrollado con mayor detención en otros escritos.[4] Ahora las cito para motivar el uso de la palabra “transformación” y el estudio de Los Hechos de los Apóstoles. El Sentido Aquí de la Palabra” Transformar”
Se justifica la palabra “transformar” porque no bastan para resolver los problemas vitales de mañana ni otros modelos económicos, ni otras políticas públicas[5], ni otra educación para formar las destrezas que el mercado laboral y el emprender por cuenta propia exigen en el siglo XXI. Mi uso de aquella palabra señala que creo que hay que cambiar (trans) lo que el segundo Wittgenstein quizás llamaría nuestra forma de vida[6] (formar). Dicho de otras maneras hay que cuestionar lo que Teodoro Adorno llamaba el Tauschprinzip; [7] lo que Friedrich von Hayek llama los principios morales de una sociedad extendida, los cuales su colega mayor Ludwig von Mises identificaba con la razón[8]; lo que Marx llama el modo de producción capitalista; lo que Sir Henry Maine llama contract; lo que Adam Smith llama la libertad natural; lo que Karl Renner llama la ley privada.[9] Por variados que sean los vocabularios y las teorías, operan de hecho estructuras sociales que condicionan y en cierta medida determinan el rumbo de la historia.[10] Se puede tratar de un parangón con los platos tectónicos invisibles y profundos que determinan fenómenos geológicos visibles en la superficie de la tierra.
El Sentido Aquí de la Palabra “Economía” Los Hechos de los Apóstoles es un puente entre la economía del futuro que hay que construir (o en plural las economías del futuro) y el pasado. En el vocabulario de Paulo Freire es un tema bisagra. En circunstancias que nos obligan a pensar economías muy distintas de la nuestra, representa una de las innumerables culturas (y por lo tanto economías) muy distintas de la nuestra que han existido. A la vez es un texto por todos conocido.
Contra lo que acabo de escribir se puede objetar que en los Hechos no hay ni una sola palabra sobre economía. Aceptando la célebre definición de la ciencia económica de Lionel Robbins — ‘aquella ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre finalidades y medios escasos que tienen usos alternativos’[11]—se puede alegar que Lucas, el presunto autor de los Hechos, no fue economista, y que lo que escribió no fue una contribución a aquella ciencia.
Pero no acepto la definición de Robbins. Sin mencionar aquí razones generales por preferir otra,[12] una razón especifica es que una teoría sobre medios escasos no nos sirve para pensar el futuro del trabajo cuando los trabajadores no son medios escasos. Sobran. Nos sirve más la definición que nos ofrece José Luis Coraggio.[13] Es la siguiente:
[1] Peter Marber, Brave New Math. World Policy Journal. Vol. 29 (2012) pp. 72-81, especialmente pp. 75-76.
[2] Guy Standing, El Precariado. Barcelona: Editorial Pasado y Presente, 2013.
[3] Peter Diamandis, Abundancia. Barcelona: Antoni Bosch, 2016; Robert Reich, El Trabajo de las Naciones Buenos Aires: Javier Vergara, 1993 y otras obras; Jeremy Rifkin, El Fin del Trabajo. Barcelona: Paidós, 2013.
[5] Por eso, aunque valoro los aportes de Robert Reich, recién citado, y los de Joseph Stiglitz (especialmente sus propuestas para captar las rentas y traspasarlas al gasto público) no estoy de acuerdo con ellos en la medida que plantean que otras políticas públicas serían suficientes en obras como Saving Capitalism de Reich (New York: Knopf, 2016) y The Great Divide de Stiglitz (New York: Norton, 2015). Estoy de acuerdo con Pierre Calame que hay que repensar la economía, la gobernanza y en fin la convivencia humana de fondo, moviendo parámetros que autores como Reich y Stiglitz dejan constantes. Essai sur l’Oeconomie. (Paris : Editions Charles Leopold Mayer, 2009)
[6] Ludwig Wittgenstein. Philosophische Untersuchungen. Oxford: Blackwell, 1953 (edición bilingüe inglés-alemán). La palabra Lebensform sirve en varios contextos para señalar algo básico pero no obvio que el autor lucha para aclarar.
[7] Teodoro Adorno, Dialéctica Negativa. Madrid: Taurus, 1992. Dicho de otras maneras, el Tauschprinzip es la mercantilización o la cosificación.
[8] En su argumento contra el socialismo, von Mises identifica desviaciones de los principios de una sociedad de mercado con desviaciones de la razón. El Socialismo: Análisis Económico y Sociológico. Madrid: Unión Editorial, 2013.
[9] Karl Renner, The Institutions of Private Law and their Social Functions. London: Routledge, 1974.
[10] Con Joanna Swanger proponemos que los fracasos de las democracias sociales se deben a las limitaciones que imponen lo que llamamos las estructuras culturales básicas. The Dilemmas of Social Democracies. Lanham MD: Rowman and Littlefield, 2006. Nuestro análisis es similar al de Jürgen Habermas en Problemas de Legitimación del Capitalismo Tardío. Madrid: Catedra, 1999.
[11] Lionel Robbins, Essay on the Nature and Significance of Economic Science.London: Macmillan, 1935. p.16. Traducción mía.
[12] Razones históricas por definir la economía y las ciencias que la estudian de otra manera son presentadas en mi libro con Gavin Andersson Economic Theory and Community Development. Lake Oswego OR: World Dignity University Press, en prensa.
[13] José Luis Coraggio, Economía Social y Solidaria: El Trabajo Antes del Capital. Quito: Ediciones Abya-Yala, 2011. P. 186.