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1.200.000 CIUDADANOS HAN DICHO BASTA DE ABUSOS. VAMOS POR UN CAMBIO DE SISTEMA.

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Por Héctor Vega*

A nueve días de tomadas las calles y realizada la histórica marcha del 25 de octubre con un millón doscientos mil ciudadanos en Plaza Italia surgen tres cuestiones fundamentales: ¿Cómo nos organizamos para plantear nuestra Agenda de cambios? ¿Cómo los cambios que planteamos  nos llevan a las transformaciones estructurales, o nuevo sistema que la Calle en las sucesivas marchas ha expresado su voluntad de llevar a cabo? ¿Qué plazos exigimos para realizar los términos planteados en nuestra Agenda?

Lo nuestro es un programa de gobierno para realizar conscientemente un cambio de sistema; el mismo que la COP 25 exige a las Naciones para enfrentar el cambio climático y el calentamiento global. Recordemos que en diciembre se realizará en Chile la próxima Conferencia de las partes, donde los diferentes gobiernos han prestado oídos sordos a las medidas discutidas en el mundo. Siendo este el método que la clase política ha adoptado para gobernar durante 30 años  tenemos fundadas dudas que las ofertas sociales que vocea Piñera no son sino eso: ofertas.

Primera constatación, pese a los anuncios sociales de Piñera aún no se ha integrado a las organizaciones sociales y sindicales para conocer los planes inmediatos del gobierno con el compromiso de discutir nuestros propios planteamientos. Ya no nos bastan las prestaciones televisivas con grupos de dirigentes sociales escuchando las buenas intenciones del presidente. Estamos conscientes que las demandas anunciadas en las diversas manifestaciones en todo el país, descalifican la clase política que durante 30 años ha abusado del pueblo que luchó en las calles por la vuelta a la democracia. Eso ha descalificado de manera neta y clara la legitimidad de un gobierno que fue elegido según reglas aceptadas en su momento por el pueblo que participó en las elecciones. Ahora bien, el pueblo exige cambios fundamentales a la misma autoridad que el mismo ha calificado de ilegítima en estas jornadas. ¿Estamos dispuestos a asumir esta contradicción en términos y asumir nuestras propias responsabilidades?

Asumamos esta contradicción y veamos en las que incurre la clase política. En primer lugar, no nos engañemos no existen conversiones instantáneas. Durante 30 años, izquierdas y derechas invocaron la Constitución y las leyes, para vocear que se hará justicia y cambios. En un comienzo precisaron que esos cambios se harían “en la medida de lo posible”. De hecho nunca fue posible ya sea porque no existían mayorías parlamentarias o bien, los capitales financieros internacionales nos negarían la sal y el agua si estos se implementaban. Para compensar todo ello se entregaron nuestras riquezas naturales –cobre, litio, pesca– a las transnacionales, acción que hoy en día impide disponer de recursos para el financiamiento de los programas sociales en discusión.

En segundo lugar recordemos que la etapa democrática fue el resultado de una transición pactada por la clase política con la dictadura. En ese período se desactivó la movilización social desatada a partir de las primeras manifestaciones en las calles. Al llegar al poder, temieron que sus cargos y posiciones de poder terminaran con la agenda que la calle en la época de la dictadura en los años ’80 refrendara en las calles.

Todo eso explica que hoy, después de 30 años, se estime insuficiente la batería de medidas sociales urgentes que Piñera enviara al Congreso; pues lo que ahora exige la calle es un cambio de sistema, el mismo que la clase política negó al pueblo de Chile cuando se expresó en el Plebiscito de octubre 1988 y en las manifestaciones masivas de esa época.

La propuesta de una nueva Constitución voceada por la ciudadanía en las calles revela la voluntad de cambio por un nuevo sistema. La aprobación de la nueva Constitución se realizará mediante el plebiscito previsto en el artículo 5 de la Constitución. Ese será el medio eficaz para aprobar o desechar las propuestas discutidas en los Cabildos comunales. Asumamos, dado el historial de la clase política, que la Nueva Constitución, piedra angular del sistema político que un pueblo decide darse, no pueda ser aprobada por un cuerpo legislativo que traicionó lo acordado por el pueblo en 1988.

En definitiva, sabemos positivamente lo que valen las promesas de la clase política. Por eso, decimos POR AHORA, nos sentaremos a conversar en el entendimiento que algunas de las medidas (otras serán rechazadas por absolutamente insuficientes) que Piñera ha enviado al Congreso, constituyen una receta provisional hasta, y cuando, el pueblo organizado presente propuestas que involucren un cambio del fracasado sistema neoliberal.

En lo concreto, reconozcamos que, por el momento, no existe otra alternativa que conversar con las nuevas autoridades que Piñera designe en un cambio obligado de gabinete. Pero al mismo tiempo seamos conscientes que viene un largo período destinado a trabajar en nuestra Agenda de Cambios por un Nuevo Sistema y, de vigilancia frente a quienes han mantenido un sistema expropiatorio por décadas. Por eso  los Cabildos convocados en las Comunas del territorio constituyen la primera piedra del edificio de la participación popular  .

* Miembro del Comité de Defensa del Cobre; miembro de la Organización Recuperemos Chile. Abogado y Economista

Octubre 26, 2019

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