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Un nuevo fósil revoluciona el árbol evolutivo de las aves modernas

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Tradicionalmente se han considerado las aves llamadas ‘paleognatas’ como las ancestrales, y las ‘neognatas’ las que tienen rasgos más evolucionados, pero un nuevo fósil descubierto en Bélgica podría corregir esa hipótesis.

Vary (Álvaro Bayón)

Las aves descienden de los dinosaurios. De hecho, las aves son dinosaurios. Con los conocimientos de biología evolutiva que tenemos actualmente, ese es un hecho indiscutible. Las primeras aves conocidas se remontan al período Jurásico, hace unos 150 millones de años. Aquellas aves ancestrales, con Archaeopteryx como principal representante, conservaban gran parte de su anatomía reptiliana, como una cola ósea larga, tres garras en las alas, y la boca con dientes afilados.

Durante decenas de millones de años, las aves divergieron, adquiriendo múltiples formas y adaptándose a diversos entornos. Sin embargo, la mayor parte de aquellos linajes, como el resto de los dinosaurios con los que cohabitaban, se extinguió a finales del período Cretácico, hace unos 66 millones de años. La única excepción: el grupo Neornithes, al que pertenecen todas las aves modernas, sin excepción, surgido a principios del Cretácico.

Mandíbulas antiguas y mandíbulas nuevas

El gran grupo Neornithes se divide en dos clados bien diferenciados: Paleognathae (paleognatos) y Neognathae (neognatos). A los paleognatos pertenecen aves corredoras como el casuario, el ñandú, el emú, el avestruz y el kiwi, a los que hay que añadir el tinamú, el único paleognato con capacidad de volar. El nombre de este grupo, del griego ‘mandíbula antigua’, le es dado por una estructura ósea característica que presenta en la mandíbula superior, denominada paladar paleognato, resultado de la fusión del hueso palatino con el pterigoides, lo que confiere rigidez al paladar, y es considerado un rasgo ancestral de las aves.

Al margen de las citadas, el resto de especies de aves pertenece al grupo de los neognatos, del griego ‘mandíbula nueva’, que presentan los huesos palatino y pterigoides no fusionados y disponen de un paladar más flexible y dinámico. Este rasgo está considerado moderno, adquirido por este grupo, en diferenciación de sus ancestros.

Los cráneos ancestrales

Según esta clara división entre ambos grupos, se consideraba que la condición del palatino y pterigoides fusionados era la ancestral, aquella que tenían las aves durante el cretácico. Los ancestros tanto de paleognatos como de neognatos tendrían, por tanto, el paladar rígido y con poca movilidad. Según esta hipótesis, el paladar flexible de los neognatos sería una adaptación posterior que los paleognatos no llegaron a adquirir.

En el registro fósil de las aves del mesozoico previas a la divergencia entre paleognatos y neognatos, el material palatino se ha conservado muy mal o ha desaparecido. Algo que impedía verificar esa hipótesis. Sin embargo, un fósil descubierto recientemente podría no solo resolver la curiosidad, sino dar la vuelta a este esquema básico preconcebido. Se trata de Janavis finalidens, un ave prehistórica que vivió hace 66 millones de años en el territorio actual de Bélgica, descrito por un equipo de investigación liderado por el profesor Juan Benito, de la Universidad de Cambridge.

Janavis no pertenece al grupo de los Neornithes, sino al de los Ichthyornithes, un linaje cercano que se separó hace unos 110 millones de años, durante el Cretácico inferior y se extinguió con la mayoría de los dinosaurios cuando un meteorito impactó en lo que hoy es Chicxulub, Yucatán (México). Como se trata de un linaje cercano pero distinto al de las aves modernas, por el principio de parsimonia, se asume que cualquier rasgo común con ellas es ancestral a ambos; esto es, cualquier característica que compartan las aves actuales y Janavis debe asumirse como una característica antigua, presente en las aves antes de que los dos linajes se separasen.

Dando la vuelta al árbol evolutivo

Lo excepcional de este descubrimiento, publicado en la prestigiosa revista Nature, es que Janavis finalidens tenía un hueso pterigoide libre del palatino, en una disposición similar a como lo tienen aves neognatas, —como los galliformes (gallos y afines) y los anseriformes modernos (patos, gansos…)— y significativamente distinto a cómo lo tienen los paleognatos. Estas observaciones apoyan la hipótesis de que el paladar fusionado se derive de una condición previa de paladar móvil.

Según las conclusiones a las que llega el equipo de Benito, son erróneas las ideas preconcebidas de que avestruces y casuarios son representantes modernos de formas ancestrales de aves. El reconocimiento de un paladar móvil similar al de los patos como condición ancestral sugiere, por el contrario, que los paleognatos, a pesar de su nombre, presentan una novedad evolutiva en el paladar que los neognatos no han desarrollado.

Este descubrimiento representa solo un primer vistazo; son necesarias más investigaciones para comprobar la solidez de estas conclusiones. Sin embargo, este tipo de descubrimientos ponen siempre de manifiesto que incluso las hipótesis más arraigadas en ciencia —algunas dan nombre a grupos o sucesos— son siempre provisionales, hasta que las pruebas científicas sólidas las aclaren, ya sea para confirmarlas o refutarlas.

Referencias:

Benito, J. et al. 2022. Cretaceous ornithurine supports a neognathous crown bird ancestor. Nature612(7938), 100-105. DOI: 10.1038/s41586-022-05445-y

Torres, C. R. 2022. Fossil find suggests ancestral bird beak was mobile. Nature612(7938), 35-36. DOI: 10.1038/d41586-022-03692-7

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