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Punta Arenas, perla y portal del austro planetario

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Arturo Alejandro Muñoz

En la ribera norte del Estrecho de Magallanes alza su bella estructura la ciudad de Punta Arenas. Se trata de una urbe distinta, diferente a sus pares del resto de Chile. Incluso su Historia, su leyenda y su impronta son también muy particulares, lo que permite diferenciarla del resto de ciudades –grandes y pequeñas- habidas a lo largo del país andino.

La hoy denominada XII Región de Magallanes fue un ámbito poblado por cuatro pueblos originarios con distinta lengua y radicados en distintas áreas.

Los Aonikenk ó Tehuelches, que se destacaron por su gran altura, eran nómadas y cazadores terrestres. Se dice que su gran talla y su huella plantar tan pronunciada dieron origen al nombre de Patagonia. Se dedicaban al pastoreo y a la caza de guanacos y ñandúes en valles pre-cordilleranos habiendo aprendido a domesticar los caballos en el siglo XVIII, lo cual les dió mayor movilidad y radio de acción, pudiendo así trasladarse hasta el Océano Atlántico por el lecho de los ríos.

Los Onas o Selknam eran cazadores terrestres que habitaban la zona pampa de Tierra del Fuego, sin perjuicio de que se trasladaban a otras zonas para comerciar con los Aonikenk. Se estima que ingresaron a la isla hace unos 10.000 años cuando aun esa isla estaba unida a la parte continental.

Tenían costumbres similares a los Aonikenk con las variantes que el riguroso clima imponía. Eran nómadas, de contextura corpulenta, hábiles con la honda, el arco y la flecha que usaban para la caza de guanacos y aves. Eran hostiles a cualquier incursión de los conquistadores, por lo cual y en su homenaje luego se denominó Gente Grande a la Bahía correspondiente.

Los Yamanas o Yaganes habitaban en torno al canal Beagle, desde Isla Clarence hasta Cabo de Hornos. Eran cazadores marítimos y su extinción se debió al contagio de enfermedades y pestes, al alcoholismo y enfermedades venéreas introducidos por los loberos y balleneros que comenzaron a incursionar sobre las últimas décadas del siglo XIX.

Los Qawasqar (Kaweskar)  o Alacalufes, eran de costumbres nómadas marinos y recorrían desde los alrededores del Golfo de Penas al norte de la Región hasta el Estrecho por el Sur. Soportaban un clima muy riguroso con abundantes precipitaciones y vientos huracanados, solo conservándose actualmente una pequeña comunidad en Puerto Edén, que sobrevivió a las enfermedades y el alcoholismo.

El  1 de noviembre de 1520 las naves de Hernando de Magallanes entraron al estrecho, que, por la fiesta religiosa que ese día se celebraba, recibió el nombre de Estrecho de Todos los Santos. Se inició así un lento avance buscando una ruta que condujera hacia el Océano Pacífico. Las observaciones de Magallanes le permitieron concluir que estaba en el extremo del continente americano y que Tierra del Fuego, llamada así debido a las fogatas encendidas por los indígenas, era una gran isla. La búsqueda de la salida oeste se prolongó hasta el 27 de noviembre, cuando las tres naves que quedaban entraron finalmente al Pacífico.

La expedición de Magallanes llegó a mar abierto, al que denominaron Pacífico. Por él siguieron navegando hacia el oeste durante 10.000 km, en una travesía en la cual murieron más de veinte hombres, por el hambre y el escorbuto. De esta manera, Magallanes había encontrado la tan buscada ruta hacia las islas de las especias y también había descubierto el extremo sur de Chile.

Poco a poco fueron arribando a esa inhóspita zona de fríos y vientos,  aventureros, balleneros y buscadores de oro. Allí no se estableció, como en el resto de la colonia, ningún ejército español ni autoridades ni sacerdotes. Un mísero villorrio fue creciendo a golpe de esfuerzo de los primeros pobladores, quienes eran conscientes que el lugar no pertenecía a país alguno…hasta que finalmente, en el año 1843, el Gobierno chileno envió una expedición colonizadora a la región, la cual fundó Fuerte Bulnes, sobre un peñón rocoso en medio del bosque magallánico, resultando con el tiempo impropio el lugar para la ciudad naciente, por lo cual en 1848 el Gobernador José Santos Mardones trasladó las instalaciones y población y fundó la ciudad en su actual ubicación.

Su desarrollo y crecimiento fue lento, como colonia penal para reos reincidentes y militares relegados, que ocasionaron disturbios como el sangriento motín de Cambiaso en 1851, que termina con la destrucción e incendio de la iglesia, el hospital y la gobernación luego de haber saqueado lo edificios y el asesinato del gobernador Muñoz Gamero y sus leales, además del sacerdote y los armadores y capitanes de las naves surtas en el puertos de las cuales se apoderó.

En 1852 el nuevo Gobernador enviado por el gobierno de Chile, Don Bernardo E. Philippí trajo algunas ovejas de Chile hasta que en 1877 otro gobernador Don Diego Dublé Almeyda con autorización del gobierno, viaja a las Islas Malvinas en la corbeta «Chacabuco» de la Armada chilena donde adquirió 300 ovejas que vendió en Punta Arenas, siendo estos animales el núcleo inicial de lo que algunos años más tarde constituiría la principal riqueza de Magallanes: el llamado oro blanco de Magallanes, la ganadería ovina.

El carácter de ciudad penal subsistió hasta 1867, cuando el Presidente  José Joaquín Pérez, realiza una política de colonización con inmigrantes extranjeros y decreta «puerto libre» a Punta Arenas. Esto marcó el inicio del crecimiento de Magallanes, especialmente a través de la llegada de los colonos extranjeros que fundaron toda clase de establecimientos comerciales.

La navegación a vapor, que evitaba los inconvenientes de la ruta por el Estrecho para la navegación a vela, hizo aumentar el tráfico náutico por esa vía y acrecentaron el interés del gobierno central de la República de Chile  por la región magallánica. A ello se sumó el fundado temor que potencias extranjeras pudieran intentar apoderarse de una zona de importancia estratégica mundial, que aparecía abandonado desde los tiempos de la Colonia española.

Avanzado ya el siglo diecinueve, un grupo de marinos chilenos se embarcan en la goleta ‘Ancud’, nave de guerra construida en Ancud, al norte de la Isla Grande de Chiloé, Chile,  en 1843. Fue construida específicamente para trasladar la expedición chilena que tomó posesión efectiva del Estrecho de Magallanes y lo ocupó militarmente al erigir en su ribera el asentamiento de Fuerte Bulnes. El 22 de mayo de 1843 zarpó la goleta  al mando del capitán de fragata Juan Williams, también conocido como Juan Guillermos.

La construcción de la goleta simboliza milenios de cultura náutica e integración marítima con los archipiélagos patagónicos, por lo que no fue casualidad que el presidente Manuel Bulnes eligiera a Chiloé, y Ancud en particular, para construir, armar, tripular y llevar a cabo la misión de navegar, tomar posesión y levantar el primer asentamiento chileno en el Estrecho de Magallanes, Fuerte Bulnes.

El éxito logrado por la “Ancud”, materializó la integración, consolidación territorial y geopolítica de la República de Chile, dando inicio al proceso migracional y colonizador más importante de poblamiento de la Patagonia.

 En diciembre de 1848, por orden del gobernador José Santos Mardones, los habitantes de Fuerte Bulnes (llamado así por el entonces presidente chileno) emigraron allí. El objetivo era asegurar la presencia del Estado chileno sobre el estrecho de Magallanes y aprovechar las mejores condiciones que ofrece este sitio, especialmente el suministro de agua y leña, para la subsistencia de los colonos en esa tierra patagónica.

Desde sus comienzos, Punta Arenas fue también una importante colonia penitenciaria. Esto explica el hecho de que en 1877 tuvo que sufrir un violento motín, que terminó con la destrucción de una gran parte de la ciudad.

En consecuencia, el gobierno chileno resolvió reducir notablemente el número de prisioneros alojados en esta prisión para evitar que se lo considere un lugar especialmente peligroso.

Con base en el esfuerzo realizado por sus habitantes y como resultado de las importantes ganancias generadas por las industrias de la madera y la lana, Punta Arenas pronto se recuperó del daño causado por el motín.

Hacia fines del siglo XIX la isla Grande de Tierra del Fuego concitó el interés de importantes compañías ganaderas. La introducción de las estancias ovejeras creó fuertes conflictos entre los nativos y los colonos británicos, argentinos y chilenos, lo  que adquirió ribetes de guerra de exterminio.

Las grandes compañías ovejeras llegaron a pagar una libra esterlina por cada selknam muerto, lo que era confirmado presentando manos u orejas de las víctimas. Las tribus del norte fueron las primeras afectadas, iniciándose una oleada migratoria al extremo sur de la isla para escapar de las masacres. En busca de alternativas a la matanza, en 1890 el Gobierno chileno cedió la isla Dawson en el Estrecho de Magallanes  a sacerdotes salesianos  que establecieron allí una misión  dotada de amplios recursos económicos. Los selknam que sobrevivieron al genocidio fueron virtualmente trasladados a la isla, la que en un plazo de veinte años cerró dejando un cementerio poblado de cruces.

 Sobre este punto, informa Wikipedia:

<<En algún punto, las sociedades originarias eran primigenias y el espacio aún no había sido alterado en demasía. Súbitamente, Tierra del Fuego dejó de ser “ecosistémica y biodiversa naturaleza” y se convirtió en excelsa arena de una típica acumulación originaria basada en la predación salvaje y la violencia sin disimulo contra las vidas humanas y el territorio. ​

La llegada de argentinos, chilenos y colonos británicos al territorio Selknam trajo consigo un conflicto asimétrico entre aventureros, buscadores de oro, colonos y ganaderos por un lado y los selknam por el otro. La ocupación de los territorios desató represalias por parte de los selknam, que no dudaron en defender y vengar actos que se habían desencadenado: muertes, violaciones, vejaciones.

El resentimiento de los nativos fue un estado permanente, manifestándose con animosidad hacia los empleados de estancias, rompiendo los cercos, arreando grandes cantidades de animales, quemando casas y atacando a hombres. ​ Pero, esta actitud no logró traducirse en un verdadero ambiente bélico, por las claras desventajas materiales que poseían los selknam frente a todo el cuerpo establecido para su ataque y captura. Esta diferencia fue el elemento clave que no permitió generar una resistencia por parte de los indígenas para permanecer en sus territorios, y en consecuencia la rendición y la resignación forzada, fue una de las tantas causas para su desaparición como pueblo establecido>>.

Es esencial señalar que hasta 1920 -cuando se inauguró el Canal de Panamá-, Punta Arenas tuvo una importancia singular debido a su proximidad al estrecho de Magallanes, un paso necesario que unía los océanos Atlántico y Pacífico. Además, hoy es un puerto con una ubicación privilegiada para actividades comerciales.

Punta Arenas Chile es hoy la principal ciudad de la Patagonia chilena. También tuvo un fuerte crecimiento con el descubrimiento de los pozos de petróleo, que tuvo lugar en 1945.

En el censo de 2017 tenía una población de 123,403 habitantes, representando el 74,1% de la población total de la región.​ Esta cifra posiciona a Punta Arenas como la ciudad más grande de la Patagonia chilena, y su economía presenta recursos altamente diversificados, que incluyen ganado, cría de ovejas, metal, gas, carbón y petróleo.

Al pasar por la ciudad, los viajeros todavía pueden percibir las huellas de las construcciones palaciegas, que mezclan estilos francés, italiano e inglés, y fueron construidas por los ricos exportadores de lana y madera que a fines del siglo XIX establecieron la sólida base de Punta Arenas, perla y portal del austro planetario, que continúa creciendo y creciendo.

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