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PROTAGONISTAS DE LA REBELIÓN O SOLDADOS DE LA DOMINACIÓN

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Por Fernando SoCar

Bien cabría preguntarse, porqué el gran capital de Chile, los llamados “dueños” del país, están tan tranquilos y cómodos con el proceso constituyente que inicia este domingo 25 de octubre. Y como no, si la unidad en la rebelión, que el mismo pueblo (sin orgánica y sin liderazgos) logró forjar en el casi mes de revuelta popular, entre el 18 de octubre y el 14 de noviembre de 2019, sufrió un ataque vil y absolutamente calculado de parte de la élite política, que arrodillada ante el emplazamiento ciudadano, urdió una jugada maestra, jugando con uno de los anhelos y necesidades más sentidas del movimiento histórico, como es el fin de la Constitución de Pinochet y Lagos.

Aquella madrugada del 15 de noviembre, en la euforia del periodismo servil y la ausencia total de los pueblos movilizados, la dirigencia transversal, casi unánimemente acudió al llamado presidencial, para salvataje suyo y de todos, como ha sido reconocido por algunos de los mismos impulsores de aquella trama. Y es que el cuestionamiento no era solo al gobierno o al Presidente, que rondaba mínimos históricos de respaldo y que sonaba en el grito y el rayado callejero que exigía su dimisión, sino que a toda la dirigencia política, que en su mayoría se declaraba sorprendida por el levantamiento social. Gremios y agrupaciones tradicionales se habían plegado también al movimiento inédito. Tan así fueron esos días, que en una escena casi sacada de Quo Vadis, el parlamento fue evacuado, por primera vez desde 1990 y no recuerdo si habrá en 200 años de historia otro episodio similar, donde casi se vulneran los dispositivos de seguridad y en un momento los encargados del resguardo dijeron que era el momento de salir, antes de lamentar la toma del edificio. Raudos salieron y a instantes se estuvo de ver una escena similar a la del pueblo romano corriendo sobre el mármol del palacio, antes de la muerte de Nerón. Todos se salvan, se mantiene el poder, se termina el período y se pasa a la historia. La pandemia les cambió el foco, pero el fondo era ese.

Pero había que parar la movilización, había que calmar al capital. El oasis no podía darse el lujo de fallar ante los poderosos. Se requería de definiciones y una vez más, la clase política, especialmente la centro-izquierda, en vez de ponerse al servicio del movimiento social y realmente dar un paso hacia el cambio profundo, optaron por pactar con la derecha y el poder empresarial, fraguando un ‘ofrecimiento’ que nada tiene que ver con el ejercicio popular que se inició el 18 de octubre. Concurrieron a firmar sin exigir igualdad de condiciones, sin exigir una Asamblea Constituyente realmente soberana, sin exigir (lo que es más grave) una comisión de verdad y reparación a las víctimas de violaciones a los derechos humanos, acreditadas por cuatro contundentes informes de organismos internacionales.

Podrán maquillar de mil formas su pacto, pero el pueblo ya inició en octubre de 2019 el proceso destituyente. Pasarán años quizás, pero otros se levantarán para cambiar el modelo de desarrollo, las estructuras, la opresión de los dueños de Chile. Porque como una trágica ironía, ganando el apruebo y la convención constitucional, aún con paridad, con escaños reservados y con la incorporación (como favor) de algunos independientes, quienes escribirán la nueva constitución no será el pueblo movilizado, no serán líderes sociales, comunitarios, representantes de áreas profesionales o productivas, dirigentes territoriales, sino que serán mayoritariamente representantes de los partidos políticos. Si, exactamente, los mismos tan fuertemente cuestionados por el movimiento social. Porque no era casualidad que nunca se vio una bandera de partidos en esas marchas, los partidos no estaban ahí…..y eso para la élite era inaceptable.

Resulta particularmente similar ciertas situaciones a lo que vivió la generación traicionada que resistió a la dictadura. El fin del régimen de Pinochet no se logró ‘con un lápiz y un papel’ como han instalado tantos años desde el poder. Se logró gracias a la calle, a las protestas, a las movilizaciones, a los caídos, los desaparecidos, a los valientes que arriesgaron su vida. Lo que se logre en este tiempo, no será gracias a lo pactado, al proceso institucional que deja fuera de la discusión temas fundamentales y con las manos atadas a los que accedan a la deliberación tutelada. Será por el sacrificio de los más de treinta muertos, de los que han perdido sus ojos, de los torturados, de los presos que a un año cerca de 300 continúan privados de libertad, de los que resistieron y aún resisten.

Al pueblo movilizado contra la dictadura se le envió para la casa. Se ahogó el tejido social y se pactaron años de acuerdos y de concesiones. No había que molestar a los militares decían…………Por eso llama la atención (pero no sorprende) cuando al unísono, no la derecha, no los empresarios, sino que la dirigencia opositora es la que lamenta las manifestaciones en Plaza Dignidad. Que no se nos olvide a quienes mandan a callar al pueblo hoy, a quienes los mandan a guardarse. No hay que alborotar el avispero dicen……

La tutela en la transición ha sido de las fuerzas armadas. Ahora la tutela la impone el sistema político, el mismo cuestionado. En 1988 decían que era la gesta más importante de la historia, un hito en el mundo, inédito en 200 años, que nunca una dictadura salía por un proceso electoral……hoy se dice que es histórico, que nunca ha existido paridad, que por primera vez en la historia el ‘pueblo’ escribirá la constitución…….¿la escribirá el pueblo?, de acuerdo a lo que vimos y al pacto del 15 de noviembre claramente no. ¿No les resulta al menos sospechosa esta similitud entre procesos?

Hoy el dilema no es dictadura o democracia, al menos en la clásica expresión. Hoy el desafío es por la dignidad. Si, como el nuevo nombre de la plaza. La dignidad que va revestida de la ética de la lucha popular (*). Y ahí permítanme reivindicar a los que no optan por el plebiscito, justamente para ser consecuentes con eso. Ya que el proceso constituyente que se inicia con el plebiscito, es el principal salvavidas del poder opresor y la dominación capitalista neoliberal, disfrazada de participación.  Con ese esquema, los que votan en el plebiscito, juegan el rol de validadores del proceso. Del mismo que el 26 de octubre celebrará la oposición, pero también la derecha, el empresariado, La Moneda. Lamentablemente muchos no se dan cuenta de eso, que el apruebo o el rechazo es un espejismo que busca tensionar artificialmente, cuando en el fondo es parte de una misma estrategia. La ‘salida’ que encontró la élite desesperada al ver al pueblo unido en la revuelta.

Si no se opta por la ruptura, en el espíritu del 18 de octubre, poco o nada se logrará y nunca veremos ese futuro posible. El poder territorial y comunitario es el camino. Y la integración de los pueblos de América Latina el propósito final. Al servicio de ese ideal me instalo, fruto de una realidad aprendida en la experiencia desde la dictadura hasta hoy. Con enorme optimismo en el pueblo profundo, en los jóvenes estudiantes, que mañana volverán a levantarse y podrán construir un futuro digno, desde los territorios, sin tutelas ni intereses mezquinos.

Respeto a quienes desde el entusiasmo y la buena fé han creído en el proceso que inicia este 25 de octubre, nos encontraremos en las luchas que sin duda vendrán. El gran dilema que deberán enfrentar, es si deben ser protagonistas de la rebelión o soldados de la dominación.

Fernando SoCar

Administrador Público, Comunicador y Gestor Cultural    

(*) Ver “18 de Octubre, la ética de la dignidad popular” https://werkenrojo.cl/18-de-octubre-la-etica-de-la-dignidad-popular/

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