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Piel negra, máscaras blancas.

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POR GERALDINA COLOTTI*,
En Resumen Latinoamericano, 13-06-2018

Por qué la solidaridad proletaria (como se decía un tiempo) o la “pedagogía de los oprimidos” (en las palabras del revolucionario africano Frantz Fanon) deben ser consideradas como “actitudes angelicales”? Por qué la empatía, la compasión, la pietas, entendidas como el reflejo en el dolor de la otra o del otro y por tanto reconocimiento de la necesidad de una lucha común contra el mismo enemigo, deben ser dejadas a la merced de los sepulcros blanqueados o de un ecumenismo de la resignación que acaricie al pobre con el fin de que se mantenga en su puesto, para que deje inalteradas las relaciones de dominio entre las clases?

Y sinembargo en Italia estamos en este punto. Lo estamos viendo a proposito de los migrantes. El web ha elegido la blasfemia a estigma, la sociedad del espectáculo ha despachado los monstruos salidos de aquella caja de Pandora, poniéndolos sobre el podio a regodearse. La historia en los tribunales y en las telenovelas, la política en los talk-show y ahora en el estadio. Deshechas las grandes ideas, la dialéctica de la historia, la capacidad de interpretar el mundo para transformarlo, parece que ya no exista espacio para pensar fuera del discurso neocolonial, sea en la variante paternalista que en aquella turbia de las “pequeñas patrias” xenófobas, declinada en el décimo sexto por algún bullicioso fascista disfrazado de rojo.

Desde la verdad del post-moderno a la verdad del post. Si la historia es “relato”, cada relato tiene su lado bueno, cada rumor hace girar la cabeza, hasta que se sufre de vértigo y si termina en el fango que ellos mismo han buscado. Un torbellino drogado que también tiene sus ventajas, porque transforma a todo Pepito Grillo en “periodista”, con su rencorosa platea. El más estridente declina así su variante de “ayudémosles en su pais”, mientras no sabría ni siquiera llevar un coche de bebé.

Qué cosa significa una frase similar en un sistema-mundo en el que 60 familias tienen la riqueza del planeta y se ha vuelto a considerar un delito robar cuando se tiene hambre? Ayudémosles a recuperar lo que se le han robado en quinientos siglos de colonización, esclavitud y saqueo, decíamos alguna vez, dando ejemplo primero: desde el Mayo francés al 69 obrero en Italia, desde Cuba, a Vietnam, desde Lumumba a Sankara.

En el formidable ciclo de lucha que ha caracterizado a los años 70s en Italia, los migrantes del sur italiano han desafiado al racismo y prejuicios en una nueva unidad de clase que ha hecho ver las ratas verdes a la burguesía. En nuestras pobres casas había poco para comer, en ese entonces, pero durante las huelgas se ayudaba a todos. El portazo en plena cara era destinado solamente al patrón, rechazando el paquete-regalo que, cada año, la empresa mandaba a los obreros.

La dignidad era nuestra gran bandera. Dignidad y libertad de escoger, sin jaulas y fronteras. Sin hacernos manipular, sin hacernos amansar: uniendo nuestro grito al de los humildes de la tierra para inflamar la pradera, desde un lado al otro del planeta.

El dolor más grande para una revolucionaria derrotada pero no arrepentida, es el de ver a un africano cabizbajo barriendo las calles para poder poner su sombrero en el cual pedir, junto a la limosna, ser “aceptado”.

Te viene rabia. “Ve a luchar en tu casa, o si no ponme las manos al cuello y ahorcame – quisieras decirle – pero no te transformes en un manso siervo”. Cortante como un cuchillo, regresan las frases de Fanon en los Escritos políticos para la Revolución Africana: “Trabaja hermano. En tu sangre la postración de una vida entera… En tu rostro la desesperación. En tu vientre la resignación…Qué importa, hermano, si este país es bello”, escribe el revolucionario de la Martinica en la Carta a un francés.

Dignidad y libertad de escoger, sin jaulas y fronteras. Sin hacerse manipular, sin hacerse amansar: uniendo nuestro grito al grito de los humildes de la tierra para inflamar la pradera. No tenemos nada que perder sino nuestras cadenas. Piel negra, máscaras blancas. Desde los campos de Rosarno a aquellos detrás de la casa, arrancar las máscaras aunque si duele. Organizar a los últimos de la cadena detrás de nuestras banderas: rojas, sin manchas oscuras. Verlas de nuevo flamear sobre los campos de tomate, hace bien, cimienta la rabia, calma un poco el dolor.

No estamos solos. El partido por el socialismo no se ha concluído. Existen las luchas de los pueblos, desde Asia a Europa. Existe el comunismo nepalés. Existe Cuba. Resisten países orgullosos de la propia independencia y de una paz con justicia social, como Bolivia de Evo Morales. Existe Venezuela empeñada en una difícil pero concreta búsqueda de una vía al socialismo. Desde la prospectiva de una nueva integración sur-sur, existe la posibilidad de orientar en sentido progresista los impulsos de los países saqueados e historicamente esclavos.
Valgan como ejemplo, el ALBA (Aleanza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ideada por Cuba y Venezuela). O También la CELAC, la Comunidad de los Estados Latinoamericanos y Caribeños, declarada “zona de paz”. O, la última Cumbre de Mnoal (el Moviento de los Países No Alineados). La segunda organización mundial más grande después de la ONU, ha hecho poner en claro el tema de la Ciudadanía Universal, de la libre circulación de las personas: no para ser explotadas como ejército industrial de reserva en los países que roban los recursos del sur global, sino como sujetos con derechos. Y con futuro. A dirigir el Mnoal es Venezuela socialista presidido por Nicolás Maduro.
Hace casi veinte años, la alianza boilvariana ha transformado la desconfianza de las clases populares hacia una izquierda, que llegó, como donde nosotros (Italia), hasta las orillas de la derecha y a las orillas de los poderes fuertes, en una nueva propuesta de cambio estructural, que ha dado impulso a los grandes ideales del siglo pasado. Organizando a los “humildes de la tierra” junto a otros sujetos históricos, ha abierto nuevas prospectivas para todos lo sur del mundo.
Dignidad y libertad de escoger, sin jaulas ni fronteras. Sin hacerse manipular, sin hacerse amansar: uniendo nuestro grito al grito de los humildes de la tierra. Para inflamar de nuevo la pradera.

Traducción Gabriela Pereira

*Corresponsal de RL en Europa

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