por Isaac Bigio
Por primera vez en la historia peruana dos alternos que no fueron electos directamente para el parlamento están presidiendo tanto la republica como el congreso.
José Jerí, el nuevo jefe de Estado, apenas obtuvo unos 11,000 votos (la mitad del 0.01% del electorado) y solamente ha ocupado su curul reemplazando al legislador más votado, Martín Vizcarra, a quien Jerí no defendió cuando le inhabilitaron y quien hoy despotrica contra su sucesor.
Fernando Rospigliosi, quien ahora encabeza el congreso, recientemente obtuvo su escaño tras la muerte de su colega fujimorista Nano Guerra, quien, al igual que él, debutó en la izquierda y acabó en la ultraderecha.
Ambos son personas inescrupulosas que se aferran como sea al poder. Rospigliosi choca con su partido Fuerza Popular al negarse acatar la orden de retirarse de la mesa directiva.
Para remate el nuevo presidente del consejo de ministros, Ernesto Álvarez, es peor que un suplente, pues su conservador Partido Popular Cristiano ni siquiera pudo participar en las últimas elecciones generales debido a que fue eliminado del registro electoral por su previa pésima votación.
Si Pedro Castillo es el primer y único peruano en haber superado los 8,8 millones de votos, votación que eclipsa a la insignificante que tuvo Jerí.
La democracia peruana no es tal pues un presidente constitucional electo con un programa de reformas sociales es cambiado por un suplente de un partido, como es “Somos Perú”, que tuvo menos de 250,000 votos y el 1% del electorado.
Para colmo quien comanda el gabinete representa a una fuerza de derecha dura que fue tan descartada por el electorado que ni siquiera pudo estar habilitada para participar en los últimos comicios generales.
Y mientras decenas o cientos de miles de peruanos toman las calles para pedir democracia, el primer ministro terráquea y reprime a balas sus protestas tildándolas de ser expresión del difunto MRTA. Este gobierno de accesitarios merece retirarse al banquillo de suplentes. Urge una nueva asamblea constituyente que reorganice radicalmente a la sociedad.
Una posible salida seria que el presidente electo sea excarcelado y restituido o que se dé un gobierno provisional de las organizaciones sociales.
Isaac Bigio. Politólogo economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics.
