Escribe: Milcíades Ruiz, Perú
Los partidos políticos preparan sus libretos para la campaña electoral que se avecina. En el mercado político, mostrarán sus ofertas y lanzarán sus carnadas para que el cardumen de “lornas” caiga en sus redes. Una de las mercancías de oferta, será la golosina que remedia la pobreza. Pero, ¿Que tanto saben de pobreza, los que no la han sufrido en carne propia? He ahí, el desafío. ¿Morderemos el anzuelo? Pero vayamos al tema para vislumbrar soluciones verdaderas y no, engañosas.
El ingreso promedio en la selva rural se ha reducido a la mitad de lo que se percibe en Lima. El ingreso mensual real promedio per cápita nacional en el 2015, era S/. 1,237, habiendo bajado a S/. 1,196 en el 2024 y, en la sierra rural los ingresos promedios per cápita solo llegan a S/. 708 mensuales ¿Sabrán los partidos políticos cómo compensar esta desigualdad?
Aunque las cifras promedio esconden las situaciones más dramáticas que, pueden ser las de mayor peso, podemos sacar algunas conclusiones de las cifras oficiales. En esta perspectiva, Saben los candidatos, ¿dónde está la pobreza en el Perú? Aquí se los muestro:
La pobreza monetaria es la disponibilidad de dinero en efectivo, sin considerar otros aspectos. Se mide exclusivamente por el gasto o por los ingresos monetarios. La pobreza impera en los lugares de mayor riqueza minera y de hidrocarburos. ¿Se comprometerán los partidos políticos a cambiar esta realidad que, ellos mismos han creado?
Por regiones naturales, desde antes de la pandemia hasta el 2024, la pobreza monetaria viene afectando al 30,9% de la población de la Sierra, al 30,0% de la Selva y al 25,2% de la Costa. (casi uno, de cada tres en sierra y selva, uno de cada cuatro en la costa). La pobreza monetaria es aún mayor entre el campesinado serrano. (casi uno de cada dos).
La pobreza extrema sigue aumentando anualmente, sobre todo entre el campesinado. Saben los partidos políticos, ¿Cómo parar esta tendencia?
Desde antes de la pandemia del año 2019 hasta el 2024, el incremento de la línea de pobreza extrema fue mayor en la región de la selva.
Pero esta triste situación, que favorece a la capital de la república en desmedro del resto del país, que privilegia la costa postergando a la sierra y selva, que castiga a la población rural para beneficiar lo urbano, que tortura hasta la pobreza extrema a los campesinos que, producen lo que consumimos, ha sido creada por la gestión de los partidos políticos a lo largo de la república. ¿Podemos esperar que estos, nos salven? Si este es el resultado de un sistema de gobierno inapropiado, ¿Por qué, insistir en lo mismo?
Son millones los que han perdido la vida por causa de la pobreza, pero nadie habla de este genocidio. Muchos políticos podrán llenarse la boca hablando de seguridad alimentaria, pero no del maltrato a quienes producen los alimentos para más de 30 millones. Han sido los gobernantes de los partidos políticos los que han perjudicado la producción nacional para que se enriquezcan los importadores de productos agrarios, como lo hace el grupo Romero. ¿Podemos confiar en los políticos sicarios de los grupos de poder?
Hay que ponerse a pensar en la inmensa injusticia social que se comete al maltratar paradójicamente a quienes nos ayudan. ¿De dónde proviene las riquezas urbanas?
Bueno pues. Siempre se ha gobernado para los ricos y para los grupos de poder que son los que sufragan los gastos de campaña electoral de sus títeres. Pero la riqueza de unos es a costa de la pobreza de otros. Es la regla del capitalismo. Si no hay alternativa en las actuales condiciones, hay en cambio un amplio margen de opciones para reducir contrastes entre la riqueza extrema y la pobreza extrema. Se puede hacer mucho desde el poder legislativo y poder ejecutivo, para disponer medidas equitativas de justicia social. Si no se tiene mayoría en los órganos de gobierno, las minorías podrían actuar en alianza estratégica con las mayorías populares, para forzar decisiones favorables.
El voto condicionado de organizaciones populares es una opción, mediante actas judicializadas como garantía de cumplimiento de compromisos pactados. La simple acta firmada es una farsa. Organizaciones agrarias firmaron actas con Ollanta Humala, cuyos compromisos nunca se cumplieron. Los partidos políticos populares no deberían actuar solos, por su cuenta. Sus proyectos legislativos deberán ser exigidos con presión popular simultánea. Igualmente, la oposición ante los abusos parlamentarios. En fin, tenemos que buscar alternativas de acción para hacer prevalecer lo que el pueblo demanda. Salvo mejor parecer.
