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Nell Gwyn, de deshollinadora a cortesana real

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Por Adán Salgado Andrade

Muy estilado era antes ese deseo de las chicas, sobre todo, de las humildes, de hallarse su príncipe azul, que las llenara de riquezas y de poder y que las llevara a vivir a un gran castillo, en donde vivieran felices por siempre.

Y es un deseo que en pocos casos se ha dado. Uno de los históricos ejemplos, es el de Nell Gwyn (1651-1687), inglesa que vio hecho realidad ese sueño, aunque por circunstancias que ella, tal cual, no buscó.

Uno de los libros que narran su caso, es el escrito por John Harold Wilson (1900-1981), profesor estadounidense de inglés, en la Universidad de Ohio, quien escribió muchos libros sobre personajes históricos, entre ellos, el titulado Nell Gwyn, royal mistress (Nell Gwyn, meretriz real), publicado en 1952, en su edición inglesa de Dell Books, de 1952, que fue la que recién leí.

El personaje citado, toma ahora más fuerza, sobre todo, dados los escándalos que se han dado en los últimos años, de miembros de la familia “real” inglesa, como el príncipe Carlos, quien tuvo como primera esposa a Diana Frances Spencer (1961-1997), quien aunque de origen noble, no pertenecía a la familia real, lo cual fue “mal visto” por los padres del príncipe, la reina Elizabeth II y su padre, el príncipe Felipe. 

Otro caso, el de Harry, hijo justamente de Diana, quien se casó con la actriz estadounidense Meghan Markle, unión que también “conmocionó” a la familia “real”, cuyos miembros, hasta discriminaron a Markle, como ella mismo reveló en una reciente entrevista (ver: https://apnews.com/article/uk-royals-harry-meghan-oprah-winfrey-interview-80ed313d19ad0fea0d947d6ad974b797).

Sin embargo, el caso de Nell, de acuerdo con el recuento de Wilson, es mucho más dramático, pues Nell era hija de una pobre mujer, abandonada por su marido, “muy gorda y dada al alcoholismo y tabaquismo”. Nació en uno de los hacinados, infectos, sucios barrios pobres de Londres, cuyos habitantes, nada podían esperar de la vida, más que sufrimientos, carencias y una corta existencia. Señala Wilson que, para ellos, la vida promedio era de 40 años, a lo mucho.

Su hermana Rose, mayor que Nell, a los quince años, fue acusada de robo, y sacada de la cárcel por dos de sus “clientes”, ya que la chica se dedicaba a la prostitución.

De niña, Nell, la hacía de todo, con tal de ganarse unos peniques, para mantener a la madre y a sus hermanos.

Una de sus actividades, fue la de deshollinar chimeneas, a las que limpiaba todo el hollín, producto de la madera que quemaban, sobre todo, en invierno, para que las casas se calentaran. Recibía la niña dos o tres peniques, equivalentes a unos 40 pesos actuales.

Luego, se metió de mesera, en cantinas de bajo monto. Destacaba por su belleza, tratando todos los hombres de hacerse de una noche con ella. La prostitución era natural en ese entonces, así que Nell, sin gran problema, comenzó a meterse en esas cuestiones.

El ambiente histórico en el que la chica se desarrolló, fue el periodo en que el poder “real” fue ejercido por el rey Carlos II (1630-1685), quien, a pesar de varios complots, logró permanecer como rey de Inglaterra, entre 1651, hasta su muerte, en 1685. Su reinado es descrito como frívolo y hedonista, por los historiadores, ya que, cínicamente, Carlos II se hizo de varias meretrices, pues su esposa, Catherine de Braganza, no pudo darle hijos, lo cual, en esos tiempos era abominable, pues no habría herederos. Así que tuvo que aguantar Catherine a las muchas mujeres de su galante y mujeriego esposo, bajo ese pretexto (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Catherine_of_Braganza).

Se cree que Carlos II tuvo unos doce hijos ilegítimos, con varias mujeres, pero, de todos modos, ninguno de ellos habría podido obtener el trono, justo por no ser “legítimos”. Dos de ellos, fueron, justamente hijos de Nell con el rey, como veremos (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Charles_II_of_England).

Precisamente cuando Nell trabajaba como mesera y que a veces, se prostituía, fue descubierta por la compañía teatral del rey. Y uno de sus miembros, Charles Hart, quien siempre estaba a la caza de talentos, la convenció de que estudiara arte.

Nell tuvo que aprender a leer y a escribir, pues era forzoso, para estudiar los guiones.

Comenzó con pequeños papeles, pero gracias a su talento y a su carisma, fue subiendo de categoría.

Para su buena suerte, en una de sus primeras obras, el rey Carlos, estaba presente. En aquel entonces, señala Wilson, las cantinas y el teatro eran la diversión acostumbrada, éste último, sobre todo, por las clases medias y pudientes de entonces, pues era un espectáculo que los pobres, no podían acceder.

De inmediato, el rey, se prendó, no sólo de la actuación de Nell, sino de su belleza.

Y, como acostumbraba, se puso a galantearla, invitándola a que fuera a visitarlo a la casa de campo, en la que él solía descansar.

Y de allí empezó esa, no precisamente, tórrida relación, sino, sobre todo, de mutua conveniencia. Nell, le daba cariño, sexo, lo divertía, pues hasta improvisaba obras teatrales en sus veladas. Y el rey, le daba cierta protección y, lo más importante, una renta anual

De allí, resultó embarazada de su primer hijo, Charles, quien, con el tiempo, fue nombrado duque de Saint Albans (1670-1726).

Es de notarse, como menciono arriba, que la vida del rey Carlos II, era frívola, debiendo, además, procurar a todas sus meretrices de rentas anuales, que salían, justamente, de los impuestos cobrados a un pueblo mayoritariamente empobrecido. Sin embargo, nadie se escandalizaba de la vida frívola y de mujeriego llevada por el rey y todo lo que gastaba. Por ejemplo, admiraba tanto la belleza de Nell, que hasta mandó a hacer un retrato de ella, representando, desnuda, a Venus, pintado por Peter Levy, y que tenía colgado en su palacio, para que sus huéspedes favoritos, “pudieran admirarlo (ver: https://en.m.wikipedia.org/wiki/Nell_Gwyn).

Y era algo “natural” tener amantes todos los hombres, pues pobre de aquél que no tenía, ya que era considerado un “fracasado”. Como ven, el machismo es natural e histórico.

Por otro lado, era una época en donde las enfermedades, como la peste bubónica, eran frecuentes, sobre todo, en las hacinadas, infectas ciudades, como la de 1665 a 1667. Tan sólo en Londres, “la peste mató a setenta mil londinenses”. Por si fuera poco, a finales de 1667, se produjo un fuerte incendio. Como la mayoría de construcciones era de madera, en pocos días, más de un tercio de la llamada “vieja ciudad de Londres, fue consumida”.

Pero de ambos eventos, Nell y el rey, salieron invictos.

Nell tuvo asignada una renta de 1500 libras de entonces, que ahora equivaldrían a unos 327,000 dólares (unos $6,867,000 pesos), de acuerdo con la equivalencia ofrecida por Wilson (una libra de entonces, equivalía a 20 dólares de los 1950’s, $218 de los actuales, aplicada la inflación). Como se ve, era una cifra respetable, tomando en cuenta que el salario anual de un sirviente, por ejemplo, era de apenas 20 libras ($4,360 dólares, 91,560 pesos).

Además, Nell obtenía muchos otros extras, todo con cargo a la Oficina Postal. Nótese, pues, el dispendio de la clase cortesana, mientras que la mayoría del pueblo, se pudría y enfermaba en infectos muladares.

De hecho, cuando se daban las pestes o incendios, todos los “nobles”, corrían a sus casas de campo, a guarecerse del peligro, hasta que éste, pasara.

También Carlos II, le compró propiedades a Nell y le prometió hacer duque a su hijo, como finalmente lo cumplió, como menciono arriba, nombrándolo Duque de Saint Albans.

Nell tenía que competir contra las otras meretrices del rey, como la duquesa de Portsmouth, ésta de “sangre real” o contra Moll Davis, la única otra “plebeya”, pues también había sido cantante. Así que procuraba estar siempre “bella y muy presentable”.

Aunque Nell, por algún tiempo, tratando de ser una no total carga, de repente, trabajaba en obras de teatro. Incluso, tuvo otros amantes, aunque “les era fiel, pues mientras fuera su turno, no se acostaba con nadie más”.

Pero, a pesar de esos encuentros, aceptados por el rey, éste seguía siendo la principal devoción de Nell. En 1671, el 25 de diciembre, dio a luz a su segundo hijo, James, a quien no le fue tan bien como a su hermano, conformándose con un puesto en la oficina postal.

Pero Nell, con quien si se portó tenaz, fue con el nombramiento de duque de su primer hijo, que, ya mencioné, pudo lograr.

Quizá por su pobreza de la niñez, Nell no se medía con sus gastos, destinando miles de libras a fiestas, a rediseñar su casa, a tener buenos carruajes, buenos caballos, buena comida. Sus gastos anuales, rebasaban su renta y siempre estaba endrogada. Pero las asignaciones “extras” que le daba el rey, le permitían seguir con sus lujos. Cuando murió “accidentalmente” su madre, quien, por estar muy tomada, cayó en un riachuelo que pasaba junto a su casa, ahogándose, Nell no reparó en gastos para sepultarla “como se merecía”, mandando a hacer, incluso, un fastuoso monumento.

Tampoco era muy instruida, quejándose las cortesanas que la trataban, de su vulgaridad. Ella, ni se inmutaba, y con mucho gusto aceptaba ser la “Puta del Rey”.

De hecho, cuando se dio el conflicto anti-católico, entre 1678 y 1681, llamado el Popish Plot, a Nell la salvó la circunstancia de que era ella protestante. Cuando fue detenido su carruaje por hordas de protestantes, pensando que era la duquesa de Portsmouth, la meretriz católica del rey, Nell, sacó la cabeza por una de las ventanas y dijo “Tranquilos, que soy la Puta Protestante del Rey” y eso le valió para que la dejaran continuar y hasta la bendijeran. Vaya ironías de la historia.

Los problemas políticos enfrentados por el rey Carlos II, eran una constante, sobre todo, por los ataques de los parlamentarios, divididos entre Tories, los católicos, y los Whigs, protestantes (el nombre, lo recibieron por las pelucas que usaban). Y varias veces, para evitar más problemas, aquél deshacía al Parlamento.

Nell, no se inmutaba y ni se metía en la política, pero sus amigos, casi todos eran Whigs, y frecuentemente le pedían que intercediera por ellos, a lo que Nell accedía, con mucho gusto.

Fue caritativa, y a pesar de que era protestante, siempre cooperó con las beneficencias católicas.

Pero, desafortunadamente, nada dura.

Y el final de la buena fortuna de Nell, fue cuando el rey Carlos II murió, el 6 de febrero de 1685, a los 54 años, “debido a toda una vida de excesos de alcohol, glotonería, y la gonorrea, que hizo sus estragos, dañándole, los riñones, hasta matarlo”, dice Wilson.

Las rentas de Nell, se suspendieron de tajo, al igual que las de las otras cortesanas. Sin embargo, como Carlos II les pidió a todos los que le rodearon en su lecho mortal, su hermano James II entre ellos, que “no dejen que muera de hambre Nell”, se cumplió su voluntad.

James II, una vez arreglados y estabilizados los problemas del país, se encargó de Nell, pagó sus deudas y le asignó una renta, que duró hasta que “el 14 de noviembre, de 1687, a las ocho de la noche, dejó de prender la luz de Nell”, como escribe Wilson.

Así que dos años, nueve meses después de que partiera su amado Carlos II, Nell falleció, “víctima de una mala salud, también gonorrea, y de dos apoplejías, de las que no pudo salvarse”.

Y a todos heredó algo, a su hijo Carlos, a James, a su servidumbre, a sus doctores, a su chofer. “Se estima que su herencia ascendió a 100,000 libras”, dice Wilson, unos $21,800,000 dólares ($457,800,000 pesos).

Muy considerable fortuna, para una mujer que nació en un pobre e infecto barrio londinense.

Sí, Nell, logró hacer verdad su fantasía, de tener a su príncipe azul, quizá no en condiciones tan favorables, pero, sí, muy cercanas a la idealidad.

Por los mencionados escándalos en que ha incurrido la familia “real” inglesa, de racismo y discriminación contra los “no nobles”, ya hasta se cuestiona su parásita existencia (ver: https://www.theguardian.com/news/audio/2021/mar/19/is-it-time-to-abolish-the-monarchy).

Nell corrió con suerte, pues no se abolió, en su tiempo, a esa rancia, frívola, parásita familia “real”.

Contacto: studillac@hotmail.com

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