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Negación implacable, confusión permanente

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Nora Fernández

El cambio climático es real y es causado por la actividad humana. El 97% y
el 98% de los científicos están de acuerdo con ambas afirmaciones y, sin
embargo, se puede aún engañar a las personas para que crean que la realidad
del cambio climático es «controvertida». Existe confusión sobre lo que se
debe hacer para protegernos y proteger nuestro planeta. El mismo tipo de
personas que ha estado detrás manipulándonos para hacernos creer que no
había vínculo entre el tabaco y el cáncer, porque se enriquecían con el
tabaco, trabajan para confundirnos sobre el papel que juegan los
combustibles fósiles y el consumismo en el cambio climático. Las energías
alternativas (solar, eólica, biomasa), presentadas como panacea en la
sustitución de los combustibles fósiles, son cuestionables porque
necesitamos cambiar la forma en que vivimos. Lo mejor que podemos hacer
para enfrentar el cambio climático es desafiar algunas suposiciones y
trabajar para restaurar el equilibrio en la Tierra. Necesitamos enfrentar esta
realidad con los ojos abiertos, y tener esperanza para no quedarnos
congelados en la inacción, la negación o la apatía.
 
En el principio, había equilibrio.
Cuando los seres humanos trabajan en sincronía con los ecosistemas, la
Tierra está en equilibrio y gestiona bien el carbono, moviéndolo de un
depósito de carbono a otro. Lo hizo durante miles de años, manteniendo
ecosistemas que sustentan formas de vida que requieren oxigeno. La Tierra
tiene cinco depósitos de carbono: los océanos, la atmósfera y el depósito
terrestre, dividido en combustibles fósiles y depósitos del suelo y biota. La
mayor parte del carbono hoy se encuentra en los océanos (casi el 78%), pero
el resto está en la atmósfera (1,5%) y en la reserva terrestre, ya sea como
combustibles fósiles (15%), carbono en el suelo (5%) o en la biota. (1,2%).
Los océanos tienen límites para la absorción de carbono y los estamos
alcanzando, cuando no puedan absorber más carbono habrá efectos
negativos. (1) 
 
Últimamente el carbono se ha vuelto impopular, y sin embargo nosotros
somos organismos que contienen cerca del 18,5% de carbono, en nuestro
ADN, tejido muscular, carbohidratos, proteínas y prácticamente en todas
partes. También estamos compuestos de oxígeno (65%), hidrógeno (9,5%),

nitrógeno (3,2%) y calcio (1,5%) pero a pesar de nuestro alto contenido de
oxígeno somos formas de vida basadas en carbono, no en oxígeno porque el
carbono es único. El carbono puede formar enlaces dobles con otros atomos
y los enlaces formados son estables proporcionando estructura. Mientras
nuestro ecosistema estuvo en equilibrio, el carbono no fue un problema para
nosotros, sino un componente crucial de nuestros cuerpos y suelos, presente
en cantidades sostenibles en océanos, atmósfera y biomasa. (2)
 
Desde que se ha quebrado el equilibrio (por nosotros mismos), el carbono en
la atmósfera (como CO2 o dióxido de carbono) se ha convertido en un
desafío para nuestra supervivencia. Culpamos al carbono, pero es como
culpar a una silla contra la que accidentalmente nos golpeamos el pie. La
población humana aumenta logarítmicamente; con el desarrollo de la
agricultura hace 10 a 12 mil años transformamos cada vez más los
ecosistemas naturales en tierras agrícolas, a un ritmo particularmente rapido
entre los años 1700 y los años 1990. En ese momento, alrededor de 1,100
millones de hectáreas de forestas y bosques y 600 millones de hectáreas de
sabanas, pastizales y estepas se convirtieron en tierras de cultivo. La
agricultura permitió a los humanos un nivel de control sobre su suministro
de alimentos que antes no tenían y facilitó el surgimiento de ciudades y
civilizaciones. Pero, una conversión de tierras naturales en tierras de cultivo
tan enorme cambió radicalmente la forma en que vivimos y el balance de
carbono en la Tierra. Surgió un desequilibrio creciente, evidente en el
aumento de CO2 en nuestra atmósfera. (1)
 
El exceso de CO2 es responsable del efecto invernadero que está cambiando
el clima de la Tierra. Los gases de efecto invernadero (no sólo el CO2)
actúan como una frazada que eleva la temperatura de la Tierra y favorece el
cambio climático. El cambio climático tiene impactos ambientales que van
desde el derretimiento de los glaciares y las capas de hielo (como en
Groenlandia y Antártida) amenazand la suba del nivel del mar, hasta la
desertificación en áreas (sur de Europa, Sudáfrica y el oeste de América del
Norte y América Central), el aumento de la humedad en otras áreas (África
central y oriental) y una mayor frecuencia y severidad de tormentas y “súper
tormentas” en la mayoría de los lugares. Hay acidificación de los océanos
(debido a más CO2 disuelto en ellos); inundaciones que podrían obligar a la
mitad de la humanidad a migrar, aumentan las enfermedades y el agua y el
estrés por calor (olas de calor) y, lo más importante, la amenaza de un 6º
evento de extinción masivo que podría incluirnos. (1)
 

Un desequilibrio creciente.
Gran parte de este desequilibrio se debe a la quema de combustibles fósiles,
que ahora amenaza nuestra existencia. Los combustibles fósiles no son en sí
mismos malvados, sino más bien como un «regalo de energía» que la
naturaleza acumuló en millones de años y que nosotros usamos en exceso y
mal. No pensamos que la energía nunca es “gratis” y su mala gestión tiene
consecuencias. Las corporaciones que explotan el petróleo y el gas natural se
volvieron muy ricas y poderosas, y su objetivo sigue siendo aumentar la
producción, el precio y los mercados para sus productos –o negocios como
de costumbre. Proliferaron los vehículos, las máquinas y las industrias
tragadoras de petróleo y la industrialización se expandió a nuevas áreas para
encontrar nuevos mercados para el petróleo y el gas natural. La industria
energética no se preocupa por el uso racional de la energía; nosotros si
deberíamos preocuparnos porque las fuentes de energía son finitas. Los
negocios no piensan en «conservar,» sino en aumentar sus ganancias y
ventas, en expandirse. El dinero es poder y el poder controla las políticas, y
es adictivo.
 
La agricultura industrial surgió como un mercado para petróleo y gas
natural, que se vendió al público como la «revolución verde.» Nunca antes
habíamos oído hablar de la agro-industria, término que resume la agricultura
industrial de cultivos, biocombustibles y animales. Los cultivos, convertidos
en productos de intercambio comercial, generan ganancias para empresas,
pero esta industrialización requiere grandes extensiones de tierra, cantidad
de productos químicos y de agua. La agricultura industrial aplicada a los
animales significa que: ganado, pollos y cerdos alimentados con cereales en
graneros y corrales de engorde, mas semejantes a campos de concentración
que a granjas, se hagan la norma. Con el tiempo estas prácticas de
agricultura “intensiva,” identificadas por criticos como «granjas
industriales,» se hacen dominantes y vienen a representar a la agricultura
«convencional». A medida que este modelo se expande, mata el suelo en
áreas crecientes y contamina con productos químicos (que se filtran por los
suelos) nuestras aguas subterráneas, ríos y océanos. La gente y los animales
que viven cerca de granjas industriales se enferman, y algunos mueren;
quienes viven en las ciudades y consumen sus productos (pobres en
nutrición y ricos en tóxicos) también son afectados. La agro-industria mata
los suelos no sólo por su uso creciente de productos químicos, sino porque la
labranza misma los abre cada vez màs profundo destruyendo toda vida en
ellos, o sea la red de micro y macro organismos que lo enriquecen y
enriquecen sus productos. Estamos atrapados en un ciclo en expansión (3).

 La agricultura convencional ignora la erosión y la degradación del suelo,
aumentando ambas. Reduce la tasa de secuestro de carbono en el suelo
empobreciéndolo, y liberando carbono a la atmósfera. El secuestro de
carbono maximiza la remoción de CO2 atmosférico al tiempo que minimiza
las pérdidas de carbono del suelo enriqueciendolo. Los suelos contienen
materia orgánica que se enriquece con aproximadamente el 50% del carbono
orgánico del suelo. El Instituto Rodale, en Estados Unidos, trabaja por el
cambio implementando proyectos de agricultura regenerativa, que estudia
para extraer las mejores prácticas y brindar capacitación. Entre el 2014 y el
2020, el CO2 atmosférico aumentó de 397 ppm (partes por millón) a 416
ppm. Una parte por millón (una ppm) se correlaciona con 2 mil millones de
toneladas de carbono terrestre; 19 ppm significan una transferencia de 38 mil
millones de toneladas adicionales de carbono del subsuelo a la atmósfera.
Para hablar en términos de contaminación por CO2 debemos multiplicar este
número por 3,67 y descubrimos que en 6 años se produjo una deposición
adicional de 140 mil millones de nuevas toneladas de CO2 en la capa de
gases de efecto invernadero que ya cubre la Tierra. (4)  
 
La agricultura convencional se suma al desequilibrio de carbono de la Tierra
a través de la labranza, los monocultivos y la creciente dependencia en
fertilizantes sintéticos y productos químicos. Como se requieren grandes
extensiones de tierra este modelo conduce a mayor tala de forestas, bosques
y pastizales y al uso excesivo y contaminante del agua. Son prácticas que
favorecen la separación estricta de cultivos y animales, ignoran el bienestar
de los animales e ignoran el valor de los pastos, árboles y animales en el
mantenimiento de suelos saludables. El cultivo de alimentos y animales
sanos requiere suelos vivos y ricos en carbono (capturado de la atmósfera y
fijado en las plantas y el suelo), ese es el proceso natural y ayuda a controlar
el cambio climático. (3)
 
Agricultura regenerativa o de carbono 
Vandana Shiva fue testigo de los efectos de la «revolución verde» en India;
ni fue verde ni revolucionaria dice, fue una loca imposición de poderosos
intereses a los agricultores indios. La industria detrás de la «revolución
verde» tiene relación con IG Farben (el gigante químico nazi que utilizó
trabajo forzado para producir gas venenoso durante la Primera y Segunda
Guerra Mundial). Lo que fue sede de Farben es hoy sede de la Universidad
de Frankfurt. Posterior al juicio de Nuremberg, Farben fue dividida entre
Basf, Bayer y Hoechst. Estas industrias se fusionaron luego, cambiaron de
nombre y hoy parte de las 3 más grandes industrias en su area: Syngenta,

que se fusionó con ChemChina; Dow Chemical, que compró Union Carbide
(culpable del desastre de Bhopal) y se fusionó con Dupont; y Bayer, que se
fusionó con Monsanto. La revolución verde es un sistema tóxico y de alto
costo, que crea desnutrición y enfermedades y lleva a los agricultores a
endeudarse y al suicidio. Hay una solución simple: volver a una agricultura
sustentable y de bajo costo que produzca alimentos nutritivos a los que todos
podamos acceder. La agricultura regenerativa es un sistema, explica Shiva,
practicado por muchos agricultores en India. (3, 5)
 
Históricamente, y a medida que la agricultura se hace más relevante para
nosotros, prácticas de dividir que favorecen monocultivos, un manejo de
forestas (silvicultura) que conviertie bosques comestibles en «industrias
madereras,» divide la agricultura de la ganadería y crea la necesidad de
fertilizantes. Peor aún convierte los productos agrícolas, y los agricultores
mismos, en productos de transaccion mercantil y privatiza tierras comunales,
destruye comunidades vivas que producen alimentos saludables y contribuye
al aumento de gases de efecto invernadero que abruman al ciclo natural del
carbono en la Tierra. Deberíamos dejar de convertir la tierra viva en “polvo”
dice Shiva, hacerlo limita nuestra capacidad de producir alimentos
nutritivos, de tener una vida sana y acelera el cambio climático. (3)
 
Las propuestas corporativas para enfrentar el cambio climático no desafian
las prácticas agrícolas dominantes sino en el uso de energías alternativas –
solar, eolica, biomasa. Pero, incluso si estas energías fueran efectivas en
reducir las emisiones de carbono no afectan en nada los niveles actuales de
carbono atmosférico ni detienen el cambio climático. Lo peor es que las
energías alternativas no desafían al consumismo, por lo que en la práctica no
reducen el consumo de combustibles fósiles, sino que se suman a él. Planet
of the Humans (2021), el documental producido por Michael Moore, desafía
que las energías alternativas sean solución a los problemas que enfrentamos
y las denuncia como un negocio más, razón por la ha sido fuertemente
criticado por el movimiento verde. Pero ya el año 2012 el investigador,
Ozzie Zehner, expone en su libro (Green Illusions) el error de ignorar los
costos energèticos y contaminadores de las propuestas verdes y ofrece la
soluciòn racional de consumir menos. (6, 7)
 
La agricultura de carbono no es una opción empresarial, sino una soluciòn
racional, la de proteger los suelos vivos. La Tierra pierde 24 mil millones de
toneladas de tierra rica en hummus al año; algunos científicos predicen la
destrucción total de la capa superior rica de nuestros suelos para el 2060. La

agricultura regenerativa no es nueva; las culturas aborígenes dedicadas a la
agricultura en América lo hacían en sincronía con la naturaleza favoreciendo
cultivos intercalados (plantando maíz, frijoles y calabazas juntas) y
permacultura (agricultura sostenible que imita a la naturaleza). La
agricultura regenerativa o del carbon es un regreso a nuestras raíces; a
prácticas tradicionales usadas por los agricultores del Sur global. Evitar o
reducir la labranza conserva el suelo; evitar los monocultivos favorece la
diversidad. La protección de los suelos vivos con coberturas como las
leguminosas reduce la evaporación del agua y previene la erosión y la
degradación del suelo. Dejar que el agua de los arrozales se evapore,
funciona para el arroz al tiempo que reduce la producción de metano. La
protección de humedales y ciénagas mantiene ecosistemas cruciales. La
integración de la producción ganadera y agrícola asegura el bienestar animal,
favorece el uso de estiércol y compost en lugar de fertilizantes, disminuye el
óxido nitroso, también un gas de efecto invernadero, y reduce la toxicidad.
(1, 4, 8)
 
El secuestro de carbono en el suelo es natural, no hay necesidad de buscar
esquemas tecnológicos absurdos cuando la naturaleza nos está mostrando el
camino. Los sistemas de raíces de las plantas son redes que aportan una
mezcla de más de 200 compuestos (muchos ricos en carbono). Alimentar los
organismos del subsuelo colabora con el ciclo de nutrientes, detiene las
plagas y enfermedades y aporta muchos otros beneficios. Las partículas
inorgánicas del subsuelo se unen creando formas de carbono estables y
duraderas (secuestro de carbono a largo plazo). Las prácticas agrícolas
impactan la residencia media del carbono en el suelo mientras que el
carbono secuestrado lo enriquece y lo ayuda a retener más agua, lo que
reduce las inundaciones y las escorrentías, volviendose menos vulnerable a
la erosión y proporcionando nutrientes que aumentan la fertilidad. Estas
prácticas agricolas simples contribuyen a capturar y fijar el carbono de la
atmósfera al subsuelo. (1, 4)
 
¿Por qué no estamos implementando más la agricultura regenerativa? ¿Qué
se interpone en nuestro camino para hacer la transición? Ciertamente la
agro-industria, los monopolios involucrados, la economía capitalista
internacional manipulada por dinero y poder corporativos. La agricultura
industrial, incluida la de animales, es un gran negocio. La transición, por
otro lado, lleva tiempo; agricultores y organizaciones agrícolas requieren
apoyo y financiación eficaz en adoptar estas prácticas. Ademas hay que
eliminar barreras políticas nacionales e internacionales, por ejemplo, la

Organización Mundial del Comercio empuja a los agricultores del mundo
hacia la agricultura industrial. General Mills es una empresa que favorece la
agricultura regenerativa y muchas universidades y colegios ofrecen cursos y
grados universitarios en agricultura regenerativa. En Canadá, la mayoría de
las universidades del país ofrecen educación orgánica y regenerativa en
agricultura. Existe además una revista dedicada a estas practicas de nombre
“Canadian Organic Grower” (COG), el movimiento orgánico y regenerativo
crece en Norte América, pero es aún pequeño. (1)
 
Solamente un país en el mundo ha podido convertir su agricultura a
orgánica, sustentable y regenerativa, Cuba. El año 2013 Cuba celebró la
Convención Internacional de Permacultura, además Cuba recibió el “Right
Livelihood Award” y el Goldman, que es algo así como un Nobel Verde.
Cuba adoptó la agricultura regenerativa para garantizar la seguridad
alimentaria de sus ciudadanos posteriormente a la caída de la Unión
Soviética. Pero, ya antes de esto, Cuba tenía fuertes defensores de esta
agricultura que ocupaban cargos políticos de alto nivel, el propio Fidel
Castro. El éxito cubano en plena transición tuvo mucho que ver con que
Cuba no forma parte del sistema económico capitalista, no tiene préstamos
del Fondo Monetario Internacional (FMI) y no está sujeta a la Corte de
Comercio de la OMC. Cuba se beneficiaba entonces de ser parte de un
sistema de comercio alternativo, como el ALBA (Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América) que proporcionaba crédito propio a sus
miembros. Cuba había implementado su reforma agraria con su revolución y
contaba con un sistema descentralizado que permitía un alto grado de
iniciativa individual y comunitaria. Hoy, Cuba la tierra de la agricultura
regenerativa, nos enseña sobre una barrera interesante: la renuencia de la
gente a transformar su dieta. A pesar de haber logrado seguridad alimentaria
gracias a la agricultura regenerativa, Cuba importa alimentos ya no por
necesidad sino por “gusto,” la papa es un alimento de importación muy
deseado, que no puede cultivarse en la isla. (1)
 
La caña de azúcar, un producto cubano, también regresó, aunque en menor
medida, y utiliza métodos químicos intensivos. La ciencia ha explorado las
preferencias en el comer, algo que se remonta a nuestro tiempo en el útero
de nuestras madres y al desarrollo de nuestra microbioma intestinal. Y, el
azúcar se ha mostrado con tan adictivo como la cocaína. Cuba ha
demostrado, de todas formas, que las soluciones simples son a menudo
mucho más efectivas y fáciles de implementar que las complicadas. La
agricultura regenerativa enriquece los suelos (y los alimentos que producen)

y aumenta su capacidad de sobrevivir al cambio climático, sólo por es ya
una excelente opción. El desafío que enfrentamos es acaso recuperar el
poder que nos corresponde como ciudadanos y ayudar a definir el mundo en
el que queremos vivir, acaso asegurarnos de un mundo donde vivir. Este
asunto fundamental no podemos dejarlo en manos de corporaciones ricas y
poderosas, ni de las personas de extrema riqueza que las manejan o que son
sus dueñas.
 
 1. Eric Toesnmeier (2016), The Carbon Farming Solution, Chelsea Green
Publishing, White River Junction, Vermont (USA).
 

  1. S.E. Gould (2012), Shine on your crazy diamonds: Why humans are
    carbon-based lifeforms, Scientific American, 
    https://blogs.scientificamerican.com/lab-rat/shine-on-you-crazy-diamond-
    why-humans-are-carbon-based-lifeforms/
     
  2. Vandana Shiva (2015), Nothing Green in the Green Revolution, (Aug 14),
    In: Seed Freedom  https://seedfreedom.info/nothing-green-in-the-green-
    revolution/
     
  3. Regenerative Agriculture and the Soil Carbon Solution (2020), Rodale
    Institute,  https://rodaleinstitute.org/wp-content/uploads/Rodale-Soil-Carbon-
    White-Paper_v8.pdf
     
  4. Vandana Shiva (2021), The poison cartel Fact
    Sheet,  https://navdanyainternational.org/publications/poison-cartel-fact-
    sheet/
     
  5. The planet of the Humans (20210, documentary Michael Moore,
    Producer, Jeff Gigg, Director:  https://www.youtube.com/watch?v=Zk11vI-
    7czE
     
  6. Green Illusions, The Dirty Secrets of Clean Energy and the Future of
    Environmentalism (2012) Ozzie Zehner, Nebraska Press.
     
  7. Tracy Heim (2020), The indigenous origin of regenerative agriculture,
    National Farmers Union, 
    https://nfu.org/?s=the+indigenous+origins+of+regenerative+agriculture

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