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Los trabajadores y el Medio Ambiente

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Claridad

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Por Jorge Ramada

“La defensa del Medio Ambiente y la instalación de procesos de trabajo que respeten al hombre y su entorno son inseparables de la participación de los trabajadores en el diseño de los procesos productivos. Más aún, la ejora de los procesos productivos con instalaciones que tengan en cuenta la protección del medio ambiente, abre la posibilidad de incorporar la investigación científico-técnica y el trabajo nacional”.

La anterior es una frase que ha servido de introducción a las resoluciones sobre Medio Ambiente en sucesivos Congresos del PIT-CNT, un buen punto de partida para enfocar el tema. Lo que sigue toma, básicamente, lo escrito para una publicación del PIT-CNT en el 2005. A más de 15 años, sigue vigente

El Medio Ambiente como problema  

Todos sabemos que en los últimos años han surgido muchas voces de alarma en relación con los riesgos de contaminación –y hasta de destrucción del planeta– como consecuencia de la actividad humana. Se habla frecuentemente de “crisis ambiental” provocada por la actividad productiva de los seres humanos. Sin dejar de reconocer las buenas intenciones de quienes alertan sobre la deforestación o la desaparición de especies animales, muchas veces estas alertas dejan en segundo plano el “alerta” principal de esta época que es la miseria de millones de seres humanos a quienes el sistema capitalista de dominación mundial margina de una vida digna.

Eso no impide que debamos reconocer que existen serios problemas a  nuestra salud, generados por contaminantes derivados de la producción industrial e incluso problemas generados a nivel de todo el planeta, como la disminución de la capa de ozono o el efecto invernadero que están generando riesgos importantes para la vida de futuras generaciones. 

A los trabajadores organizados no nos deben resultar indiferentes estos problemas, pues las organizaciones sindicales de nuestro país siempre han sumado a las reivindicaciones inmediatas de cada grupo de trabajadores la preocupación por los grandes temas nacionales e internacionales que de una manera u otra también afectan nuestras vidas. Además, cuanto más conocemos los diferentes problemas de contaminación generados en el planeta, más avanzamos en comprender cómo el modo de producción dominante –el capitalista– es el que determina la aparición de estos problemas, al subordinar toda la actividad productiva a la obtención de las máximas tasas de ganancia en el menor tiempo posible, aunque eso signifique agotar reservas que se han generado en millones de años (ya sean combustibles, agua, etc.)

El desarrollo sustentable

Este es uno de los conceptos que se manejan en la discusión de los temas ambientales. La promoción de un “desarrollo sustentable” la entendemos como parte inseparable del “país productivo con justicia social”. El desarrollo sustentable es lo que da al modelo de país productivo, la perspectiva de ser capaz de satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores (y el pueblo en general) de hoy, sin comprometer –o al menos, tratando de no comprometer– a la subsistencia y satisfacción de las necesidades básicas de los trabajadores de mañana.

Eso supone nuevos aspectos de negociación en el mundo del trabajo, que nos obliga a incluir temas como el uso sustentable de los recursos materiales y energéticos, con vistas a transformaciones radicales de la organización social de producción y de la cultura del trabajo. Estamos metidos hoy en una cultura del consumismo, que parte de la base de que las necesidades humanas de consumo no tienen límite (aunque eso signifique promover consumos absurdos o hasta perjudiciales), idea que se promueve para promover la tendencia hacia la producción ilimitada, que es  consecuencia de la necesidad permanente de incrementar las ganancias, propia del capitalismo.

Contra esa cultura debemos oponer la del consumo solidario y sustentable, que promueve una producción que apunte a satisfacer las necesidades básicas de todos los habitantes del país, sacrificando para ello consumos superfluos o irracionales propios de los sectores que se apropian de enormes cantidades de riqueza generadas por el trabajo.

Por otra parte –y de acuerdo a lo expresado en acuerdos internacionales y en la propia legislación nacional relativa al medio ambiente– es imprescindible “la formulación, instrumentación y aplicación de la política nacional ambiental y de desarrollo sostenible”, entendiendo por tal: “aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades.”  Sin embargo, esto queda hoy en los papeles, no pasa de ser algo meramente declarativo. Para superarlo y pasar a la formulación en serio de políticas nacionales, –no sólo en materia de medio ambiente– se requiere poner en práctica grupos de trabajo donde participen las organizaciones sociales involucradas, que tengan apoyo político real, medios para cumplir su función y potestades para llevar a la práctica sus resoluciones. Eso es lo que puede convertir la participación ciudadana en algo operativo y no meramente de protesta.

Por tanto, debemos considerar la sustentabilidad de un modelo económico como un todo. Y la sustentabilidad no es una variable macroeconómica: es la calidad de vida digna de todos y cada uno de los habitantes de este suelo, generando sustento para ellos sin comprometer la calidad de vida de los que vendrán.

Medio Ambiente y trabajo

A veces se nos presenta como contradicción el cuidado del  ambiente con la generación de fuentes de trabajo ¿Hasta dónde podemos sacrificar la posibilidad de obtener puestos de trabajo, en muchos casos muy bien remunerados, en aras de evitar daños al ambiente?

Antes que nada tenemos que decir que desde que el hombre dejó de ser un simple animal, fue desarrollando la transformación de la naturaleza mediante el trabajo para satisfacer sus necesidades. Esta transformación es siempre una alteración del ambiente. Los cazadores primitivos lo hacían con un sentido depredador, pues no se ocupaban de restituir lo que iban consumiendo. Cuando surgió la agricultura y la cría de ganado los hombres fueron desarrollando técnicas para asegurar la reproducción de los bienes que consumían. Es decir que el trabajo altera el ambiente, la naturaleza, pero la acción consciente de los hombres puede hacer que esa alteración no comprometa el futuro.

Con el surgimiento de las sociedades basadas en la explotación del trabajo humano, aparece una nueva “depredación”, la del hombre como tal. Al llegar al capitalismo, el motor de la economía pasa a ser el aumento constante de las ganancias para reproducir el capital. En su etapa expansiva el capitalismo creía que podía aumentar indefinidamente la explotación de recursos naturales, pero el tiempo mostró que la consecuencia de esa explotación era poner en riesgo la existencia futura de dichos recursos.

Lo que queda claro es que los problemas ambientales no surgen del trabajo como tal, sino de una forma concreta de explotación del trabajo y que para los trabajadores el dilema no es entre trabajo y contaminación ambiental, sino entre explotación y ser dueños de nuestro trabajo. De ahí la importancia de generar mecanismos de control del proceso productivo, que empiezan por controlar el medio ambiente más cercano, es decir el medio ambiente de trabajo, en el cual se generan más directamente los daños a nuestra salud, en forma de accidentes de trabajo o enfermedades laborales.

Uruguay

¿Cómo vinculamos lo anterior con la realidad concreta de nuestro país? En primer lugar reconociendo nuestro carácter de dependiente de los grandes centros de poder internacional y por lo tanto sabiendo que cuando aparecen posibles proyectos de inversión extranjera  para la producción, lo hacen en función de planes globales de esos centros de poder. No es posible escapar a eso mientras no se tenga una política nacional de desarrollo productivo, que priorice determinadas actividades productivas y que permita recibir inversiones en la medida en que son compatibles a dicho plan.

Los problemas de contaminación ambiental en nuestro país son conocidos, por ejemplo el perjuicio a las fuentes de agua por el vertido de efluentes industriales sin control, las intoxicaciones provocadas por el plomo y el cromo, el uso incontrolado de plaguicidas tóxicos, etc.

Para desarrollar la sustentabilidad, a partir de la situación actual de organización de la producción hay ideas básicas que no deben perderse de vista.

Resolver las fuentes de energía que usaremos, teniendo en cuenta su renovabilidad y procurando escapar a la dependencia de los combustibles importados.

Racionalizar el uso del agua, evitando su contaminación, promoviendo su reutilización y preservando las fuentes para futuras generaciones.

Aprovechar los recursos naturales, agregándoles valor en el país y utilizándolos ante todo en función de satisfacer las necesidades de nuestros habitantes, no en función de lo que en cada momento da más ganancia a los dueños de la tierra o el capital.

Todo eso es parte inseparable de un país productivo con justicia social. Pero para llevarlo adelante es imprescindible la más amplia participación de quienes habrán de ser a la vez gestores y usufructuarios del modelo: los trabajadores a través de sus sindicatos, los ocupantes de asentamientos, los cooperativistas de viviendas, los usuarios de los servicios esenciales, las organizaciones barriales; en fin el cúmulo de organizaciones sociales que representan a nuestro pueblo. El proyecto para encarar los problemas del medio ambiente hacia un nuevo tipo de sociedad debe ser esencialmente democrático, es decir hecho a partir de la participación de quienes sufren los problemas ambientales.

Breve reflexión final

Al día de hoy, múltiples actividades productivas en nuestro país ponen en el tapete la “cuestión ambiental”: los bio-combustibles, el manejo de residuos, la agricultura intensiva, etc. En todos los casos, el cuidado del ambiente pasa a segundo plano si se trata de mantener un “modelo de negocios”. Pretender atacar en serio los problemas ambientales sin afectar el modo de producción o dejándolos sujetos a decisiones del mercado es una vana ilusión.

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