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La construcción de una alternativa popular debe conectarse a la lucha

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Semanario SurAndino Edición N° 72 Iquique – Chile miércoles 25 de agosto de 2021

La excesiva institucionalización puede ser una trampa

La construcción de una alternativa popular debe conectarse a la lucha

La concentración absoluta en la lucha institucional es un error que debería ser subsanado. La tarea más importante es levantar una opción política, pero este proceso no es posible que se desarrolle al margen de la movilización, la que, no puede retroceder hacia lo puramente económico.

Se necesita incorporar la ruptura, de lo contrario se participa en los escenarios que favorecen a la elite en el poder. La lucha tiene que complementarse para avanzar con seguridad.

La ausencia de un análisis serio

Las dificultades en la construcción de una alternativa popular

Es evidente que la fuerza que emergió en el 2019 exigiendo un gran cambio en el país no estará en su totalidad representada en las elecciones de noviembre. La razón se debe a la incapacidad para auto articularse, lo que
indica un lento avance en la constitución de una alternativa democrática y popular.

Lo que parecía una promisoria emergencia de fuerzas con perspectivas de cambios no cristalizó en una propuesta de poder y se redujo a una conflictiva relación de voluntades que no supieron o pudieron transformarla en construcción de fuerza política alternativa.

De esta manera, el panorama político electoral fue impuesto desde las elites y el espacio se redujo a lo establecido y a quienes lograron salvar los impedimentos. Cuando existe un reflujo en la lucha de las masas, siempre es la clase dominante la que se impone y en esta oportunidad no fue diferente. No obstante, no se puede asegurar que se haya resuelto la crisis, solamente es un traspié que se debe asumir y que no deja lugar a soluciones mágicas, sino a reflexión profunda y seria. Necesariamente, obliga a tratar un tema que debe desmitificarse, hoy nadie puede atribuirse la propiedad o representatividad de la gran movilización del 2019 por el carácter que tuvo. Ni siquiera los adolescentes que saltaron los torniquetes en el Metro, de lo contrario, hoy serán los líderes indiscutidos.

La construcción de una nueva fuerza social y política es un proceso y no surge de la espontaneidad o los buenos deseos. Necesita precisar una clara propuesta estratégica de sociedad, un plan de transición y la táctica.

La revuelta fue un momento esencialmente de crítica, tanto al modelo, a la transición, a la incapacidad política, a la corrupción, al régimen, al gobierno y a la historia oficial, entre otras cosas. Un pueblo joven que irrumpió con rabia y fuerza copando las calles y manifestando su descontento en un compacto bloque de voluntades que rompió los cánones tradicionales de las protestas utilizando como herramienta la creatividad y la acción directa. Tal sentido no ha podido ser entendido hasta el momento por ningún partido y tampoco desde las masas movilizadas se logró transitar a la construcción de una nueva articulación política. Si bien es cierto, en el plebiscito y las elecciones de convencionales hubo gran avance, no alcanzó para construir la fuerza que se necesitaba para alcanzar las reivindicaciones planteadas
en las calles, las que se condensaban, de manera realista, en la salida de Piñera, como pieza de dominó que, derribada, haría caer el resto. Sin embargo, el régimen resistió y logró una alianza suficiente para encauzar una salida institucional que lo favorecía siendo fundamental el apoyo que le prestó el Frente Amplio. Fue un retroceso y todo análisis debe partir incluyendo este factor que determina lo demás.

Las dificultades en la construcción de una alternativa popular a la crisis del neoliberalismo, se debe al ausencia de proyecto, lo que concentra los esfuerzos en tareas secundarias y potencia las conductas individualistas y sectarias.

Construir una fuerza político al calor de la lucha es el factor estratégico que cambiará la situación política.

La decisión de no convocar a una Asamblea Constituyente y dirigir la protesta hacia lo institucional dividió a las fuerzas de la revuelta y potenció a quienes apuestan por el reformismo, aunque igual la mayoría aceptó participar a pesar de los obstáculos y eso permitió que la Derecha y el ala retrógrada de la Concertación quedaran en minoría, pero no fue un triunfo absoluto de las fuerzas por el cambio debido a que se constituyó un bloque reformista evolucionista y la nueva constitución será un avance pero limitado y no resolverá la crisis, aunque la potenciará.

La elección presidencial debería haber sido una gran oportunidad para construir una alternativa popular pero fue un retroceso y no puede ser revertido en el corto plazo y mientras impere la desmovilización. No es un proceso artificial porque corresponde a un nivel de madurez que todavía no se ha alcanzado, pero en concreto, la mayoría de quienes sostuvieron la protesta no están involucrados, solo es una pequeña parte, muy activa, y la representación todavía no está clara. Sin embargo, los procesos ideales no existen y, en definitiva, la adhesión popular a determinada estrategia es lo que vale, el resto es teoría. No obstante, es poco probable que de manera espontánea las masas de nuevo vuelvan a las calles de manera tan masiva como en el 2019, porque es el régimen quien hoy determina los escenarios, frente a lo cual no hay fuerza alternativa que pueda construir los propios, como lo hizo el pueblo espontáneamente durante la revuelta, por lo que la tarea es monumental y solo tiene posibilidad de éxito si logran complementarse institucionalidad y ruptura.

De manera sorprendente, el funcionamiento de la Convención es lo que provoca incertidumbre a los “mercados”, pero es su existencia lo que por el momento está salvando a las elites, porque al generar expectativas de cambio, morigera la rebelión ya que nadie es tan insensato como para querer la agitación por la agitación. El modelo se sostiene a duras penas y sin posibilidad de crear condiciones para que el capitalismo chileno evolucione a un alto nivel y es la gran desventaja de la clase dominante, pero puede superar tal situación, no será la primera vez y ese día será implacable con quienes le hicieron pasar tamaño sobresalto.

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