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¿“Genocidas y esclavistas o héroes y santos”?

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12 de octubre: “Genocidas y esclavistas o héroes y santos”

escribe Sergio Rodríguez Gelfenstein

La publicitada conmoción nacional ocurrida en España a raíz del hecho de que la presidenta de
México, Claudia Sheinbaum no invitara al rey Borbón a su toma de posesión conduce a preguntarse
si -como dice un cartel ampliamente divulgado en estos días en las calles españoles- los
conquistadores fueron “genocidas y esclavistas” o “héroes y santos”.
Esta interrogante obliga a estudiar y conocer las causas y consecuencias del colonialismo y sacar
conclusiones respecto de un país que celebra como fiesta nacional la fecha de inicio de un
genocidio.
Vale la pena saber que solo en el primer siglo de la colonización, los españoles produjeron la
muerte de 56 millones de habitantes en el Abya Yala que es el nombre que los pueblos originarios
usan para referirse al territorio de Nuestra América.
También es importante conocer que en ese mismo período la monarquía borbónica se robó hasta
9.550 toneladas de oro y plata de la región con la cual financiaron la opulencia propia y la de las
otras casas reales de Europa.

Cuando el 25 de marzo de 2019 el presidente Andrés Manuel López Obrador le escribió al rey
Felipe VI de España y al papa Francisco para solicitarles que pidieran perdón a los pueblos
originarios de México por los abusos cometidos durante la conquista del país, hace 500 años, se
estaba refiriendo a eso.
El entonces presidente mexicano les requería “que se hiciera un relato de agravios y se pidiera
perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos
humanos».
Agregando: «Hubo matanzas, imposiciones. La llamada conquista se hizo con la espada y con la
cruz».
Habida cuenta de las cifras antes mencionadas, no habría que escandalizarse por la solicitud, ni
tampoco considerarlo una afrenta nacional (aunque España no es una nación, sino una suma de
ellas, bajo dominio de los castellanos). La propia familia Borbón no tiene su origen en la España
actual sino que proviene de Francia y fue impuesta en la península a través de matrimonios
arreglados para conquistar y sostener el poder.
A través de una carta dirigida al presidente mexicano divulgada el 26 de septiembre de 2021 con
motivo del aniversario de la independencia del país latinoamericano, el Papa Francisco sí ofreció
disculpas por los «pecados» de la iglesia católica en ese país.
La máxima autoridad de la iglesia católica expresó que: «Tanto mis antecesores como yo mismo
hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que
no contribuyeron a la evangelización».
López Obrador dijo que todos tenían que pedir perdón con motivo de cumplirse 500 años de la
caída de Tenochtitlán, la capital de los aztecas, tras dos meses y medio de asedio que derivaron en
su captura por el cruel conquistador y aventurero extremeño Hernán Cortés, lo cual significó el
derrumbe definitivo del imperio mexica. Con ello intentaba que el año 2021 fuera de reconciliación
nacional e internacional.
Con total convicción dijo que era “el tiempo ya de decir vamos a reconciliarnos, pero primero
pidamos perdón». Dando el ejemplo, afirmó que él también lo iba a hacer “porque después de la
colonia hubo mucha represión a los pueblos originarios», refiriéndose al castigo que sufrieron los
pueblos maya y yaqui durante el gobierno del presidente Porfirio Díaz (1872-1910).
Resulta de sumo interés que en esta solicitud de perdón y búsqueda de reconciliación, López
Obrador incluyera a la comunidad china que durante la Revolución mexicana también fue
reprimida, especialmente en los estados del norte de del país.
Pero el gobierno de España y su monarquía corrupta se negaron a dar pasos positivos de futuro en el
camino a una total reconciliación. Al contrario, ahora se sorprenden porque por fin, mandatarios
con dignidad, no invitaran al representante de la realeza a acompañar un hecho democrático
emanado de la soberanía popular, algo que en España no conocen porque nunca han elegido a su
jefe de Estado.
Al contrario, el gobierno español, tratando de ocultar la vergüenza que emana de las desdichas e
infortunios del proceso de conquista y colonización, lamentó que la carta de López Obrador se
hubiera hecho pública. Se podría asumir entonces, que López Obrador teniendo la razón, no debió
manifestarla abiertamente “para no mancillar el honor de la monarquía”.

Sintiéndose ofendido, el gobierno de Madrid, coronó su ridícula manifestación afirmando que
rechazaba “con toda firmeza» el contenido de la carta de López Obrador.
Tres años después, ante el estupor y lamento de la élite española por la no invitación del rey Borbón
al cambio de gobierno en México, con total transparencia, la presidenta Claudia Sheinbaum dijo que
España sí había sido invitada a la ceremonia del 1° de octubre, no así el rey Felipe porque el
monarca, con total desprecio se negó responder a la solicitud de López Obrador en pro de la
reconciliación definitiva entre ambos pueblos, lo cual según un comunicado emitido por Sheinbaum
“hubiera correspondido a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales». Fin del asunto.
En otro plano, habría que preguntarse si efectivamente como dice la ultra derecha española , los
conquistadores, habida cuenta de los 56 millones de asesinados y las 9.550 toneladas de oro y plata
robadas son efectivamente “héroes y santos”. En este sentido, es relevante decir que no siempre los
viajes de esa época fueron considerados “descubrimientos” ni tampoco requirieron de la “cruz y la
espada” para la imposición de culturas y religiones ajenas por vía de la fuerza.
En 1403, casi 90 años antes de que Cristóbal Colón usando sus artes amatorias “convenciera” a la
reina castellana Isabel II para que financiara su aventura exploratoria hacia el oeste, el almirante
chino Zheng He dio inició al primero de los siete viajes por el mar que conocían como “Océano
Occidental”. Hasta 1433, los viajes de Zheng He se circunscribieron básicamente al Océano Índico,
recorriendo hasta 30 países de Asia y África, llegando a la costa oeste de la India y extendiendo
posteriormente la navegación hasta el golfo Pérsico y la costa oriental de África.
Frente a los 25-30 metros de eslora y 6,5-9 metros de manga de las tres carabelas de Colón que
cargaban alrededor de 25 marineros cada una en 1492, la flota del almirante Zheng en 1405, estaba
compuesta por “más de 240 barcos y más de 27.000 soldados y tripulantes (y) estaba equipada por
diversos profesionales, incluidos barqueros, marineros, soldados, médicos, cocineros, intérpretes,
adivinos, e incluso peluqueros” según un estudio realizado por la profesora Wan Ming,
investigadora del Instituto de Historia Antigua de la Academia China de Ciencias Sociales (CASS),
y presidenta de la Sociedad China de Historia de las Relaciones Sino-Extranjeras, quien opina que
los viajes de Zheng He deben ser considerados los mayores de su época en “términos de escala,
número de barcos y marinos y en la prolongación en el tiempo”.
Zheng He organizó la flota a partir de una concepción náutica que establecía la existencia de barcos
diferenciados por su misión. Así, había navíos de mando, de guerra y de logística. Entre estos
últimos estaba los que se conocían como “barcos del tesoro” que se usaban para el transporte de
las mercancías que se intercambiaban. Los barcos del tesoro se ubicaban en el centro de la flota, y
los de guerra a su alrededor. De hecho, las exitosas travesías de la flota de Zheng He demostraron
también su excelente tecnología náutica y habilidad para la navegación.
Aunque la flota de Zheng He estaba dotada de medios de combate, estos tenían carácter defensivo.
La llegada de la flota a otros puertos significaba en primer lugar la búsqueda de relaciones
amistosas con los pobladores para después comenzar las tratativas comerciales a través del
intercambio y los tributos. Estos últimos no tenían el mismo significado que en Occidente sino que
era una especie de ritual mediante el cual se presentaban los productos naturales del país y se hacía
una ofrenda emblemática de los objetos que se brindaban a la contraparte.
Pero su valor era equilibrado. Esta práctica era considerada por los chinos una expresión de respeto
y reconocimiento al emperador y una manera de manifestar agradecimiento por su protección.

Había un mandato establecido en un edicto del emperador por el cual el intercambio debía ser
mutuamente beneficioso.
La misión emanada del Emperador para Zheng He establecía implícitamente que debía además de
realizar labores comerciales, mantener la paz en los mares, garantizar la seguridad marítima y
mediar en los conflictos que pudieran encontrarse durante la travesía.
A los líderes chinos de entonces, les interesaba sobremanera que su prestigio aumentara en las
regiones visitadas, sin que ello significara ocupar territorios o ejercer el control político sobre ellos.
Así mismo, debía promover la prosperidad en los lugares donde llegaba y la interacción
multicultural con los pueblos frecuentados.
Era común que, Zheng He, no visitara los centros de poder sino que se limitaba a las ciudades
portuarias donde podía comerciar sin tener el imperativo de relacionarse con los estamentos
políticos de esos países.
Según la profesora Wan: “Las flotas de Zheng He eran en realidad un equipo oficial de comercio
internacional a gran escala que llevaba a cabo frecuentes actividades comerciales en los lugares a
los que llegaba”. Así, se puede explicar porqué ningún país visitado fue sujeto de saqueo u
ocupación.
La profesora Wan lo explica diciendo que la razón principal de ello es que la diplomacia de la
dinastía Ming gobernante, establecía claramente que no se debía conquistar otros pueblos sino
compartir con ellos a fin de establecer un sistema internacional pacífico sin recurrir a la fuerza.
En la práctica lo que se hizo a través del comercio fue establecer un nuevo sistema emanado del
orden chino que se proponía “compartir los beneficios de la paz” sin amenazar a ningún país.
Conocer esto, podría explicar de alguna manera el comportamiento internacional de la China actual.
Aunque la mayoría de los investigadores coinciden en que los viajes de Zheng He recorrieron Asia
oriental, central y occidental y África, el escritor británico Gavin Menzies escribió un libro titulado
“1421. El año en que China descubrió el mundo” en el que afirma que durante ese año, los chinos
llegaron a América.
Esta obra ha sido rechazada por la historiografía occidental pero esta opinión ha sido refutada por el
destacado sinólogo mexicano Enrique Dussel Peters quien afirmó: “… por mis estudios históricos
(en los que utilizaba el mapa de Henricus Martellus de 1487, de la cuarta península del Asia), sus
argumentos (los de Gavin Menzies) en cuanto a su tesis fundamental son irrefutables (puede haber
detalles a corregirse, pero que no le quitan su contundencia). ¡Hay que contar con esta obra!”.
No es tema de este artículo, sin embargo es imperativo dejar establecido que existe la hipótesis de
que los chinos llegaron a América 71 años antes que Colón. Es algo que deberá seguirse
investigando, pero en otras latitudes del planeta sí existe una evidencia clara: los chinos llegaron a
comienzos del siglo XV y en ninguno de los territorios africanos o asiáticos visitados por Zheng He
u otros navegantes originarios de ese país, se habla chino mandarían.
De igual manera, aunque Zheng He era musulmán, tampoco su religión o la budista que había sido
introducida en China 1.600 años antes, fue impuesta en los países visitados. Así, se hace patente
que era posible establecer vínculos orientados al comercio y el intercambio cultural entre los
pueblos en la antigüedad.

China lo hizo, pero la civilización europea, intrínsecamente salvaje y violenta no podía. Su ADN
cruel ha llevado a la humanidad a las peores calamidades de la historia: racismo, colonialismo,
esclavismo, fascismo, nazismo, capitalismo, imperialismo, sionismo y a las dos guerras más
brutales jamás vividas en el planeta. Basta ir a sus museos, para observar con cuánto orgullo
exhiben el producto de sus desmanes.
Todas estas desgracias surgieron de suelo europeo. Lo único que pedía el presidente López Obrador
era perdón para avanzar en una reconciliación necesaria. Pero, para España esto no es posible, ya lo
dije, la violencia y la imposición están en su ADN. Esto es lo que explica su apoyo actual al
gobierno pronazi de Ucrania y la ingente venta de armas a Israel mientras rasgan vestiduras con los
derechos humanos de los palestinos.
La guerra y el conflicto es la savia que alimenta sus cuerpos. Por eso no entienden ni entenderán
que una creciente mayoría del planeta los rechaza y los repudia hasta que, en un futuro no muy
lejano sean depositados definitivamente en el estercolero de la historia, un lugar donde siempre han
estado y del que nunca podrán salir.

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