Inicio Pueblos Originarios El “marichiweu” suena fortísimo ahora (también entre los huincas)

El “marichiweu” suena fortísimo ahora (también entre los huincas)

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Arturo Alejandro Muñoz

Una vez más, la región de la Araucanía, la bella zona del wallmapu, sufrió los embates de la codicia disfrazada de ‘legalidad’, de esa codicia que siempre ha sido carta de presentación de los dueños de todo. Ello ocurre así incluso desde antes de la independencia del país en 1818, lo que impulsó al general  Bernardo O’Higgins en su cargo de Director Supremo, en el mes de marzo de 1819, a enviar una carta a las naciones del wallmapu en la que puede leerse lo siguiente:

<< Araucanos, cunchos, huilliches y todas las tribus indígenas australes: ya no os habla un Presidente que siendo sólo un siervo del rey de España afectaba sobre vosotros una superioridad ilimitada; os habla el jefe de un pueblo libre y soberano, que reconoce vuestra independencia, y está a punto a ratificar este reconocimiento por un acto público y solemne, firmando al mismo tiempo la gran Carta de nuestra alianza para presentarla al mundo como el muro inexpugnable de la libertad de nuestros Estados>>

Doscientos años más tarde, los gobiernos chilenos y la soldadesca que tiene como héroe máximo al propio O’Higgins han cerrado los ojos y aturdido la conciencia dejando que la avaricia del patronaje de siempre ponga sus manos e interés en las tierras de los bravos.

Es conveniente transcribir las líneas escritas por Guillaume Boccara e Ingrid Seguel-Boccara:

<<Durante el periodo 1818-1850, si bien se declara la igualdad jurídica de los indígenas, veremos que los medios empleados (evangelización, parlamentos y colonización poblacional) para enfrentar el problema indígena no se diferencian mucho de los usados por las autoridades hispanocriollas durante el siglo XVIII.

<<A partir de 1850, frente a la penetración incontrolada de colonos y dado el nuevo interés que despertaron las tierras aún libres al sur del Bío-Bío, el Estado empleó las armas de la conquista territorial y de la apropiación por el fisco de las tierras indígenas. El anti-indigenismo doctrinal se impuso y los descendientes de “los héroes de la guerra de Arauco”, ensalzados durante la independencia, pasaron a ser considerados como un obstáculo a la modernización del país>>

Las actuales autoridades chilenas (ello incluye al generalato, a la judicatura y al mismísimo Estado Docente), respecto de la nación mapuche,  han practicado sin hesitar la inefable política de la “asimilación”, que no es sino el ensalzar a la nación mapuche por su heroica resistencia a la invasión de conquista española, pero en términos concretos rechazar a esa misma nación en cuanto a respetar sus derechos, propiedades y tradiciones.

El mismo Estado Docente cae en tal deleznable juego, pues pedagógica y académicamente resalta la bravura y valentía mapuche de líderes como Lautaro, Caupolicán, Lincoyán, Pelantaro,  etc., pero omite, soslaya, elude, educar al alumnado cívicamente, y enseñarle que las naciones de los pueblos originarios estaban en este territorio muchas décadas antes de la llegada de los europeos y que, hasta ese momento, eran los dueños de sus propios destinos.

La imposición del neoliberalismo salvaje vía bayonetas y Hawker Hunters, radicalizó las posturas racistas de antaño, al extremo de permitir (el Estado) a megaempresas predadoras y a particulares amigos/parientes/socios del milicaje y la banca, la apropiación ‘legal’  de territorios ancestrales de aquel pueblo, mediante normas y leyes acordadas durante 17 años por un poder legislativo compuesto por sólo cuatro papanatas uniformados, cipayos sonrientes de los dueños de la férula, legislaciones que fueron ‘perfeccionadas’ por  gobiernos dizque “democráticos” del duopolio rampante que administra el país desde 1990 a la fecha.

Ayer, el Estado chileno, siempre de rodillas ante el gran capital y ‘mocito’ de los enriquecidos megaempresarios, abrió en Cañete las compuertas de la locura totalitaria y bélica, insistiendo con ello que sólo la violencia es la herramienta que sirve para “convencer” al pueblo de las bondades de sus leyes y decisiones.

En esta controversia física de piedras y palos versus subametralladoras y blindados, ese mismo Estado protocolizó el asesinato de dos comuneros.

Recuerdo hoy Tucapel, Kuralaba, Peteroa…y me asiste la certeza que esta vez el gobierno y el milicaje han encendido la pradera…y no quiero siquiera imaginar lo que viene.

 

 

 

 

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