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El intento para rescatar al caracol rosado

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Por Adán Salgado Andrade

El mar proporciona buena parte de los alimentos que requerimos, a pesar de que cada vez está más contaminado y caliente, por tanta basura que se arroja allí y porque absorbe el 90% del calor generado por el alza global de las temperaturas, cortesía de la depredación y contaminación generada por el capitalismo salvaje (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/04/el-calentamiento-oceanico-altera-los.html).

Hay especies que son muy apreciadas culinariamente, pero que los citados calentamiento y contaminación, además de la sobrepesca, han puesto en peligro de extinción. Una de ellas, es el caracol rosado (Lobatus gigas), un molusco muy apreciado por su carne, que se prepara de varias formas, como en ensaladas (ver: https://www.youtube.com/watch?v=yHKiIvpSz9w).

Puerto Rico es el país que más ha explotado, históricamente, a ese molusco, cuya concha, de color rosado, también sirve para hacer artesanías, como cuernos que se tocan, juguetes, collares y muchas más (ver: https://www.youtube.com/watch?v=3bEJqEIp_Mg).

Pero ya está en peligro ese molusco, de tantos años de haberlo sobrepescado y, como dije, por calentamiento y contaminación.

El carrucho, como se le llama en Puerto Rico, se está tratando de rescatar, mediante técnicas de acuacultura. En un sitio llamado Naguabo, se ha establecido un sitio para criar en una granja acuática a esa especie. Es lo que expone el artículo del portal Hakai Magazine titulado “La apuesta por el caracol rosado”, firmado por Cynthia Barnett, en el que se describen los esfuerzos conjuntos de investigadores y pescadores de la región, para rescatar de la desaparición a ese valorado molusco. Plantea Barnett que “se espera que la única granja acuícola para rescatar al caracol rosado, se replique en otras partes del Caribe, pero ¿podrán sobrevivir esos moluscos a calentamiento y tormentas”.

El que sea una muy preciada su carne culinariamente, es lo que, de entrada, ayudó a esta especie a que se busque rescatarla. Por desgracia, es el incentivo económico el que llevó a ese trabajo conjunto, que hasta una institución marina de Estados Unidos (EU), está ayudando a financiar. Es tan valorada la carne, que se vende comercialmente a unos $14 dólares una libra (450 g), casi 290 pesos, o sea, unos $580 pesos el kilogramo. Sí, es un caro alimento. “Es el producto más caro en los mercados de El Malecón de Naguabo, uno de los sitios de Puerto Rico en donde se vende pescado fresco”.

Menciona Barnett a Gabriel Ramos, “pescador que bucea en busca de la hueva del caracol rosado. En un día, saca una buena cantidad de ellos, que los investigadores le pagan, precisamente para incentivar que Ramos y otros pescadores ayuden al rescate y que dejen de pescarlo”.

Una madre de caracol rosado, “desova medio millón de huevos al día, que cubre con arena para que parezcan corales o conchas. Produce unos nueve cúmulos de huevos en cada temporada, lo que significarán unos cinco millones de ellos, pero menos del uno por ciento, sobrevivirán y crecerán, convirtiéndose en la concha rosada y en la suculenta carne que es muy apreciada por 26 naciones”.

Ese es el problema que, de repente, alguna especie se convierta en gourmet, pues al popularizarse, se pone en peligro de extinción, de no buscarse la manera de reproducirlo artificialmente. Es lo que sucede, por ejemplo, con el salmón, especie tan apreciada también por su carne que, buena parte de los que se ingieren, se crían en muy contaminantes y costosas granjas acuícolas, en donde, por las condiciones de insalubridad a la que se exponen esos peces – agua estancada que se contamina y les provoca enfermedades –, una buena parte muere. De todos modos, los productores lo siguen criando, a pesar de las pérdidas, pues es un muy buen negocio la parte que sí se salva y que se vende (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/02/la-contaminante-y-cara-produccion-del.html).

Una foto muestra a una madre de caracol rosado con su hueva, cubierta por arena que, en efecto, parece un coral o extensión de su concha. Lo hace así, para proteger a los huevos, de depredadores.

Justo esas son las huevas que recogen los pescadores y que llevan a los investigadores, para que los fertilicen en tanques especiales, hasta que las larvas, nazcan. Luego, son vaciadas a tanques más grandes, con fondos arenosos, para que los recién nacidos, piensen que están en el mar y comiencen a crecer.

Del uno por ciento que nacen naturalmente, unos cincuenta mil por cada madre, como señalé antes, todavía deben de enfrentar a depredadores naturales, como peces y otros moluscos. Ya, cuando son adultos, son tan fáciles de capturar, que por eso hay sobrepesca y están extinguiéndose. “EU, fue el primero en perder a los caracoles rosados, los que alguna vez eran muy abundantes en Florida. Y no se han recuperado, a pesar de que desde 1975, se prohibió su pesca y de que se ha tratado de criar desde 1986. Ya es una especie en la lista de las que están en peligro. Y se siguen extinguiendo, como en las Bahamas – que exporta casi todo el caracol rosado consumido en EU –, en donde hay ya tan pocos, que pronto no podrán reproducirse”.

Como siempre, insisto, es la voracidad humana por algo, sea un animal, una planta, un mineral, lo que va acabando y depredando con esas especies y con los recursos planetarios.

Es una labor muy delicada las de los pescadores, como Ramos. Un video muestra cómo, muy cuidadosamente, bucean hasta el fondo marino y rescatan una sección de la hueva, que introducen a una bolsa plástica, para llevarla a la superficie.

El investigador conservacionista Raimundo Espinoza, es el encargado del programa de rescate. Los huevos son llevados al edificio de la Asociación de pesca de Naguabo, en donde están los tanques en los que se crían a tales pequeñísimos huevos. “El edificio de la asociación, muestra algunos de los daños dejados por el huracán María en el 2017, el que destruyó instalaciones, embarcaciones y equipos de los pescadores, así como casas, infraestructura turística, removió tierra, arrancó vegetación y otros daños, que todavía se pueden ver”, dice Barnett.

En el laboratorio, Espinoza es ayudado por Megan Davis, profesora de investigación marina del Harbor Branch Oceanographic Institute (Instituto Oceanográfico de atención a embarcaderos), que depende de  la Florida Atlantic University (FAU). Espinoza fundó la ONG ConCiencia, “que busca reducir la pobreza, como una manera de lograr la conservación”. Precisamente fue él, quien propuso ayudar a los pescadores, pagándoles por llevarles huevos del caracol rosado, para que no tengan que pescarlo y tengan un ingreso.

También los ayuda la investigadora Victoria Cassar en el laboratorio, en ese acelerado esfuerzo por salvar al caracol rosado y que los pescadores vuelvan a tener un ingreso al comercializarlo, siempre y cuando, como dice Barnett, el calentamiento global o los huracanes, lo permitan. “Los huevos, primero, son metidos a una incubadora, que se encuentra en un gran tanque que contiene agua marina. A los cuatro días, los embriones se desarrollan en larvas velígeras que ya pueden nadar y enfrentar los peligros marinos, como hacen en su hábitat, pero en ese tanque, no tendrán que afrontarlos, por fortuna”, señala Barnett.

“María, es uno de los peores huracanes recordados por los lugareños, a quienes apodan El Pueblo de los Enchumbados, los empapados, pues frecuentemente las aguas les inundan sus tierras y hogares”, señala.

Una foto de septiembre del 2017, muestra la devastación que provocó ese fenómeno, “el que dejó 2,975 muertos y envió cientos de toneladas de desechos al mar, los que también dañaron al caracol rosado”. En efecto, pueden verse, en esa vista aérea, algunas casas en medio de una acuosa, lodosa masa. Y persisten los daños, como se mencionó.

Espinoza, originario de Ecuador, fue “movido por tanta destrucción y la pobreza que profundizó, por lo que fundó ConCiencia, para ayudar a los pescadores con el rescate del caracol rosado”. Muy bien que él se haya entregado, desinteresadamente, a ayudar a los empobrecidos pescadores, los cuales, vivieron meses de penurias, mientras las cosas comenzaron a “normalizarse”, si es que se puede hablar de una normalización, pues generalmente, luego de fenómenos meteorológicos cada vez más destructivos, nada queda igual, no, al menos, en los países pobres, en donde la gente, con muchos trabajos se ha hecho de sus casas, sus muebles, sus oficios, los que, de repente, son destruidos en un dramático momento, que hasta con las vidas de miles puede acabar. Y eso, por desgracia, es consecuencia del ya irreversible calentamiento global, que cada año provocará más frecuentes y extremos huracanes, sequías, megaincendios, inundaciones, deshielos y otras cosas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/09/los-impredecibles-y-cada-vez-mas.html).

El procedimiento para criar el caracol rosado fue instaurado por la profesora Davis, “quien demostró que, con las condiciones ideales, se podría criar al caracol rosado”. Es el segundo proyecto en el que interviene, siendo el primero en Providenciales, también en Puerto Rico, en donde todo iba tan bien, que ya se exportaba carne del caracol rosado a EU, “además de que se ha convertido en una atracción ecoturística”. Pero el proyecto, por absurdas cuestiones políticas, fue cancelado. No cabe duda que pueden más intereses políticos, condicionados a económicos, que el bienestar social.

También se ha enseñado a las esposas de algunos de los pescadores a cuidar del laboratorio, “lo que, igualmente, les ha generado ingresos extras a sus familias”, dice Barnett.

Una serie de fotos, tomadas con microscopio, muestran cómo los huevos se van convirtiendo en larvas y desarrollando sus miembros, primero cuatro y, luego, seis, que es cuando ya les crece su concha. Es maravilloso el proceso, que les toma unos cuatro días. Así es la Naturaleza de sorprendente. Lástima que la estemos acabando. 

Narra Barnett cómo es histórica la pesca del caracol rosado, desde que Cristóbal Colón (1451-1506), en 1492, llegó a las costas del “Nuevo mundo”. Se muestra una ilustración de la época, en la que Fernando II “el católico” (1479-1516), uno de los reyes de la España del siglo XV, esposo de Isabel la Católica (1474-1504), señala, simbólicamente, hacia el océano Atlántico y a los barcos de Colón. En la playa, hay nativos y a los pies del rey, se muestra un caracol rosado. Esos nativos, llamados Taíno – palabra que significa bueno o noble – fueron masacrados por esos infames, mezquinos codiciosos invasores que, como dice el gran ensayista uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015), en su gran obra de 1971, “Las venas abiertas de América Latina”, sólo buscaban saquear oro, plata, tierras o lo que hubiera de valor, sin importar que masacraran a los indígenas y destruyeran sus hábitats (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Open_Veins_of_Latin_America).  

Y en los 1940’s, se comenzó a generalizar su valor como una delicia gastronómica, en EU y en Europa, lo que lo ha llevado al borde de la extinción.

Se creía que era muy abundante, por eso es que se pescaba tan indiscriminadamente. Pero no ha sido así. Dice Davis que “las granjas, son sólo una parte del proceso para salvar al caracol rosado, pero sin regulación, no podrá lograrse, porque, además, si naturalmente, la población se reduce a un nivel en que no pueda reproducirse más, no se podrá lograr su recuperación comercial y sólo existirá a pequeña escala en esas granjas”.

Como dice Espinoza, si se combate a la pobreza, pueden establecerse este tipo de programas conservacionistas. Es como lo que se busca hacer al tratar de rescatar al murciélago mexicano narizón (Rhynchonycteris naso), el cual, se alimenta del polen de la flor del maguey. Se ha ayudado económicamente a campesinos que cultivan esa planta, para que dejen varios magueyes sin que les extraigan el aguamiel (con el que se elabora el tradicional pulque), para que pueda crecerles la flor. Y está dando resultados (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/los-esfuerzos-por-salvar-de-la.html).

Los pescadores de Naguabo seguirán apoyando al programa, mientras reciban una compensación por no estar pescando al caracol rosado.

Pero si el programa dejara de hacerse o, peor aún, que no se lograra rescatar al caracol rosado, al ser mayor su necesidad, seguramente reanudarían su captura, incentivados por el encarecimiento que tendría al irse volviendo cada vez más escaso.

Y hasta que se extinga.

Entonces, por los pescadores, será recordado como “ese caracol que nos dejaba buen dinero”.

Y por los comensales de los caros restaurantes, en donde solían servirlo, como “un marisco que sabía muy sabroso”.

Y para los que hacían el gran negocio comercializándolo, será recordado “como un caracol que me hizo rico”.

Para el ecosistema marino, su extinción, será una especie menos, cuya desaparición, alterará el equilibrio biodiverso.

Y para la humanidad, aunque se dude, la extinción del caracol rosado, como la de otras especies, contribuirá a su propia desaparición.

 Contacto: studillac@hogtmail.com

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