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El fracaso de la toma del Capitolio a la brasilera

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Izquierda Web

El ataque bolsonarista a la Plaza de los Tres Poderes debe ser respondido en la lucha en las calles para aplastar al neofascismo.

Por  Antonio Soler  – 8 enero, 2023

En la tarde de este domingo, 01/08, miles de bolsonaristas ocuparon la Praça dos Três Poderes con el objetivo de crear condiciones para un giro reaccionario del régimen. A pesar de la farsa de esta acción, hay una profunda crisis política en Brasil que no puede, como quieren Lula y su gobierno, ser resuelta por las instituciones burguesas. Requiere poner en pie un amplio movimiento antifascista organizado desde la base entre sindicatos, movimientos y organizaciones políticas comprometidas con los derechos democráticos de las masas y los oprimidos.

Vimos en Brasilia, Distrito Federal, miles de bolsonaristas invadiendo y destruyendo edificios del Congreso Nacional, el STF y el Palacio do Planalto, sedes del poder legislativo, del poder judicial y del gobierno federal, respectivamente. Estos edificios, que concentran los poderes federales de la República, están dispuestos uno frente al otro en la llamada Plaza de los Tres Poderes, fueron invadidos y saqueados.

Esta no es una acción inesperada, un rayo caído del cielo sereno, fue anunciada abierta y ampliamente por los neofascistas. Todavía en el poder, el bolsonarismo usó instrumentos institucionales y no institucionales para mantenerse en el él y, después de las elecciones, hubo bloqueos de carreteras, campamentos frente a los cuarteles, disturbios en Brasilia y, ahora, esta acción coordinada por demostración de fuerza -todo sin la más mínima rendición de cuentas, arresto o enjuiciamiento de estos golpistas.

Evidentemente, este golpe político de bajo impacto, aunque si no es sofocado es sumamente peligroso, no cuenta con la participación de amplias masas, apoyo directo de sectores de las fuerzas armadas, el gran capital o el imperialismo, solo puede entenderse en un escenario donde la derrota electoral de Bolsonaro no se concreta acompañado directamente de una derrota del bolsonarismo en su conjunto, que eligió 3 gobernadores y un nutrido grupo de parlamentarios y goza de la simpatía de una parte importante de las fuerzas armadas y represivas.

La acción de hoy, además de este contexto de derrota electoral de Bolsonaro, pero de relativo fortalecimiento del bolsonarismo, la complacencia generalizada de las instituciones y el apoyo de sectores de la clase dominante, solo puede explicarse por la complicidad directa del gobernador de la Federal Distrito Federal (DF), Ibaneis Rocha (MDB), y su secretario de Seguridad Pública, Anderson Torres (que fue ministro de Seguridad Pública de Bolsonaro), quien, consciente de las amenazas, abandonó Brasilia.

Ciertamente, la responsabilidad política directa de esta acción golpista es del gobernador Ibaneis Rocha, ya que tenía amplio conocimiento del desplazamiento de 100 autobuses, la mayor concentración frente al Cuartel General del Ejército y la intención del bolsonarismo de invadir la Praça dos Três Poderes. Los datos que van llegando al momento de escribir esta nota demuestran que la Policía Militar del DF fue cómplice total frente al movimiento golpista, pues no solo no intervino para contener la invasión, sino que ante esta acción de hecho escoltó a la turba neofascista desde el Cuartel General del Ejército hasta la Plaza de los Tres Poderes.

Ante la abierta complicidad de Ibaneis Rocha en el golpe de Estado, Lula determina una intervención federal sólo en la seguridad pública del Distrito Federal. Hasta ahora, Lula y su gobierno, que conocían bien el movimiento neofascista, se limitaron -como no podía ser de otra manera por su carácter de clase- a tomar una medida institucional en materia de seguridad pública, no responsabilizaron al gobierno de Rocha y no apelaron lo más mínimo a la movilización popular para desmantelar el golpe de Estado neofascista.

La acción de hoy, a pesar de su carácter un tanto de farsa, ya que hoy no tiene fundamento, pues hoy por hoy cualquier cambio de régimen, no puede pasar indemne sin que todos los involucrados -líderes, empresarios, políticos, agentes de seguridad pública y fuerzas armadas- directa e indirectamente sean responsabilizados. Sin embargo, como ya hemos señalado en otras notas a lo largo de los años, el bolsonarismo es una poderosa fuerza extraparlamentaria neofascista que actúa con instrumentos institucionales y extrainstitucionales con la estrategia permanente de generar caos con el fin de imponer un giro reaccionario del régimen político.

Por eso, ante la amenaza a la soberanía popular y a los derechos democráticos de organización y lucha, los explotados y oprimidos no podemos -como quieren Lula, el PT y su gobierno de conciliación de clases- permanecer postrados y esperar la acción de las instituciones burguesas frente a del neofascismo. Es necesario, manteniendo toda la independencia política del gobierno Lula, poner en pie, desde las bases, la unidad de acción antifascista en las calles que organice y movilice directamente a todas las fuerzas políticas, sindicales, populares, estudiantiles y, también, todas las organizaciones que se dicen democráticas. Esta unidad de acción debe, de manera inmediata, exigir en las calles la destitución de Ibaneis Rocha, la detención y enjuiciamiento de Anderson Torre y todos los responsables y cómplices de esta acción golpista, y organizar un movimiento que tenga como tarea política aplastar al neofascismo en Brasil.

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