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El eterno “reality” del clan Calderón Argandoña

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Por:  Hugo Farías Moya

La semana pasada el hijo menor de Raquel Argandoña, Hernán Calderón junior, atentó contra la vida de su padre, del mismo nombre, en una rencilla que al parecer era habitual en esta familia.Ayer martes 18 de agosto, el atacante fue formalizado, después de estar una semana arrancando de la justicia. La jueza a cargo del caso terminó por dejarlo en prisión preventiva en un resort capitalino, que más parece un hotel 5 estrellas, que una prisión común. Claro, este tipo de trato no se le da a cualquier hijo de vecino, que no tienen los medios económicos para solventar la estadía de un hijo delincuente en un lugar acomodado como ese.

Por supuesto que la “justicia” en Chile no es igual para todos, esto ya lo he escrito anteriormente. Los crímenes o delitos, según seas rico o pobre, tendrás un trato diferente. Los que malversan al fisco en cifras siderales de millones de dólares son condenados a clases de ética, mientras que otros como algunos que vendían casetes pirateados son condenados a penas de cárcel efectiva. Tal como ocurrió con un joven que murió calcinado en la cárcel de San Miguel.

Así de disímil es el sistema carcelario chileno. Los asesinos, los torturadores, los degolladores, los que secuestraron; los que mataron a miles de chilenos y violaron a mujeres, incluso estando embarazadas, purgan sus penas en cárceles 5 estrellas como Punta Peuco.

Bueno, volviendo al tema de la familia Calderón Argandoña, no podemos olvidar los oscuros momentos que ensombrecen sus miserables vidas. Raquel Argandoña, junto a otras “damas de compañía” y muy encopetadas animaban las fiestas de los CNI, cuando en Chile se torturaba, se secuestraba y se asesinaba a mansalva. No les creo cuando dicen que no sabían nada de estos horrores, cuando todos lo sabíamos. Lo entiendo, el poder del dinero era mucho más fuerte que el sufrimiento de todo un país. Cero empatías con las madres de los detenidos desaparecidos, que hacían eternas protestas para encontrar a sus hijos y maridos presos y hechos desaparecer.

La señora Argandoña, muy amiga de otra desalmada como Patricia Maldonado, que defendían al dictador, con su secuela de tropelías, representan lo peor de nuestra sociedad. Su vida eterna llena de intrigas, cahuines, amenazas surtidas, artimañas, que la han resuelto mediante los flashes de la televisión y de las habladurías, es lo mismo que hoy se le devuelve. Siempre se le ha visto en televisión hablando con total desparpajo de otros, ventilando intimidades de otros, viendo el ojo ajeno y no la viga en el propio. Es decir, todo lo que sembró hoy lo está cosechando.

La Argandoña, fiel reflejo de otra perversa mujer como La Quintrala, hizo de su vida un eterno reality show y arrastró a toda su familia en ese juego perverso. 

Su esposo o padre de sus hijos, Hernán Calderón, no lo ha hecho mejor. Hace un tiempo atrás fue acusado públicamente por su ex amigo Carbonell por apropiarse indebidamente de unos terrenos en el sur de Chile. Hasta ahora nunca ha presentado una querella por difamación, tal vez para no dispararse a los pies y salir trasquilado.

Entonces el clan Calderón Argandoña hizo de su vida y la de sus hijos como la película “Truman Show”, protagonizada por Jim Carrey. Cada paso que dieron, cada novedad, cada ridiculez era transmitida a los medios de comunicación. Televisaron su nacimiento a todo el país, sus primeros años de escuela, los 15 años de sus hijos. Los llevaron a la televisión para que se desenvolvieran en ese mundo de fantasía, les dieron tribuna para sus niñerías.

Ahora el hijo consentido de sus padres, “Nanito” lo llaman. El matón del curso, el de las carreras clandestinas y a toda velocidad, al que le agraciaban sus amoríos. Aquel hijo mimado que trataba y se dirigía a sus padres como a sus amigos. El niño consentido que nunca tuvo límites para sus fechorías. El niño lindo que trataba a sus padres y a su hermana a garabato limpio.  Hasta que el niño lindo de mami se desbordó demasiado y les explotó en sus caras. O peor aún en su propio padre que casi asesina a puñaladas.

Ahora he visto como una sociedad entera opina sobre este tema. Hasta Diana Bolocco dijo en televisión, refiriéndose a este caso: “¿En que hemos fallado como sociedad?”. Es decir, trata de hacernos sentir culpables a toda la sociedad por las fallas de sus padres o los actos de delincuencia del inmaduro hijo.  Y la verdad es que no me siento interpelado, es más me siento ofendido por el emplazamiento. Yo pienso que cada uno debe poner las velas en el entierro que nos corresponde.

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