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El 4 de septiembre Chile vota apruebo o rechazo a una nueva constitución

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por Celso Calfullan.

Esto no es algo fácil de definir, dado que la propuesta de nueva constitución no significa que veremos cambios de fondo sobre el actual sistema económico y los problemas de fundamentales que tiene la clase trabajadora chilena, pero rechazarla significa mantener los privilegios y abusos que instauro la dictadura a sangre y fuego contra los trabajadores, desde el 11 de septiembre de 1973.

La constitución de la dictadura de la derecha que todavía chorrea la sangre de miles de trabajadores chilenos que fueron asesinados, torturados o que hicieron desaparecer, para poder imponer todo tipo de abusos contra los trabajadores chilenos durante las últimas casi cinco décadas, el 2023 se cumplirán 50 años desde el golpe de estado.

Cuarenta y nueve años de abusos permanentes es lo que está en la raíz de la explosión social y la revuelta popular que vimos en octubre del año 2019, cuando millones de trabajadoras y trabajadores, jóvenes, mujeres, pueblos indígenas salieron a las calles para exigir una Asamblea Constituyente, junto con la renuncia de Piñera y su gobierno.

Lo que gatillo la salida de millones de chilenos a las calles se supone que fue el alza de 30 pesos en los pasajes del metro y buses de la locomoción publica, pero en realidad el malestar era generalizado, la mala atención de salud, la educación de mercado, las pensiones miserables que están pagando las AFP, el sistema privado de pensiones y una larga lista de abusos contra la clase trabajadora, por eso rápidamente la consigna central fue “no son 30 pesos, son 30 años” haciendo alusión a los últimos 30 años de supuesta vuelta a la democracia, considerando solo desde 1990 hasta ahora.

Una revuelta popular que empezó el 18 de octubre de 2019 y que fue muy fuerte en las primeras semanas y meses con millones de personas saliendo a las calles y que en la práctica duro un año de mayor a menor grado.

El gobierno de Piñera estuvo a punto de caer en la primera semana de manifestaciones como quedo claro en una serie de testimonios y confesiones de los días críticos de la revuelta, la elite y la casta política estaba desesperada no tenían claro que hacer para frenar las luchas en las calles. Que Piñera le declarara la guerra al pueblo chileno y sacar las fuerzas armadas a las calles demostró ser completamente inútil, los jóvenes no le tenían miedo a los soldados y rápidamente empezaron a hostigarlos y a hacerlos retroceder durante las protestas.

El “acuerdo por la paz”

La casta política y la elite desesperadas se la juegan finalmente por una salida política, que desviara la lucha de la clase trabajadora y poder salvarse ellos y sus intereses. Lamentablemente la mayoría de los partidos políticos se sumaron al mal llamado “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” a excepción del PC que no lo hizo por una cuestión de forma, no de fondo.

Para Piñera el acuerdo por la paz social fue un salvavidas, justo en el momento que estaba seriamente pensando como arrancar desde la Moneda para salvar el pellejo.

El “Pacto por la paz” propuesto por la casta política y la elite enfureció a miles de trabajadores, jóvenes y activistas. Ellos vieron la propuesta como otro engaño de parte de quienes han gobernado el país desde finales de la dictadura de Pinochet, pero a pesar de las protestas del sector de vanguardia en la revuelta social contra este acuerdo fraudulento, finalmente las casta política logro imponerlo.

Con el pacto por la paz se dejó de hablar de Asamblea Constituyente y se pasó a hablar de Convención Constitucional con soberanía limitada y quórums supra mayoritarios  y luego se llamó a un plebiscito para ver  si mantener o reemplazar la constitución de la dictadura y quienes deberían integrar esa Convención, la propuesta original daba dos opciones, que la composición fuera 50% integrada por parlamentarios y otro 50% electo por la población, en el plebiscito que se realizó el 25 de octubre de 2020, el 78% aprobó la idea de reemplazar la constitución de la dictadura y el 79% decidió que el 100% de los constituyentes fueran electos, desechando la idea de que fuera compuesta por un 50% de parlamentarios.

Las elecciones para elegir a los integrantes de la Convención se realizó el 15 y 16 de mayo de 2021, que son los que redactaron la nueva propuesta de Constitución, en esta se eligieron fundamentalmente candidatos independientes y la derecha más dura y reaccionaria quedo reducida a menos de un tercio de los 155 convencionales. Se presentaron también candidaturas independientes que reivindicaban el levantamiento social, destacó la Lista del Pueblo que obtuvo 27 convencionales, sin embargo, estos convencionales electos no mantuvieron una cohesión política contra el sistema capitalista y se dividieron rápidamente. No obstante, su emergencia mostró la potencialidad que existe para la conformación de una fuerza que represente los intereses del pueblo trabajador.

El borrador definitivo de la propuesta de nueva constitución fue entregado el lunes 4 de Julio y ahora viene el plebiscito de salida que se realizara el domingo 4 de septiembre de 2022, una elección obligatoria para todos los electores chilenos y solo existen dos opciones Apruebo o Rechazo, si gana el apruebo empieza a regir la nueva constitución, si gana el rechazo se mantiene la constitución de la dictadura, que llevaba la firma de Pinochet y luego de algunas reformas menores la del ex presidente Lagos.

Pero a pesar de que el borrador de la nueva constitución, no significa ni remotamente cambios de fondo al actual sistema, no toca el corazón de los intereses de los grandes grupos económicos o las transnacionales, tampoco habla de nacionalizar el cobre, el litio u otras riquezas naturales del país, si enumera una seria de derechos como por ejemplo a la vivienda, la educación, la salud y el respeto a los pueblos indígenas, pero no queda claro cómo se concretaran estos derechos. Aun así la nueva constitución tendrá numerosas fisuras por las cuales podrá irrumpir el movimiento de trabajadores y los pueblos.

La derecha más dura y reaccionaria ha salido de forma histérica a atacar la posibilidad que se apruebe esta nueva constitución, diciendo que con ello se destruye el país, la unidad nacional y que lo que se pretende es refundar Chile. Pero en realidad parece que lo que más temen es que los pequeños avances que se podrían lograr abran la posibilidad de demandas mayores por parte de la clase trabajadora y esto ponga en peligro todos sus privilegios de clase.

Frente a esta situación está claro que tendremos que votar apruebo aunque no es lo que el movimiento esperaba cuando salió a las calles en octubre de 2019. Votar apruebo pero sin bajar los brazos y continuar luchando por los cambios que requiere el pueblo trabajador.

Está claro que, a pesar de las enormes luchas de octubre de 2019, estamos quedando a medio camino con las demandas que tenía el pueblo, como lo dijimos en su momento no se puede confiar en los gobiernos o los partidos políticos que son parte del sistema para convocar una verdadera Asamblea Constituyente. Esta sólo puede ser convocada por los trabajadores y los sectores populares, con asambleas en los lugares de trabajo, las poblaciones y comunas, los liceos y otros centros educativos, donde todos deben estar vinculados a nivel local, regional y nacional y elegir delegados para una Asamblea Constituyente genuina de trabajadores, pobladores y sectores populares en general.

Está más claro que nunca la necesidad de construir una alternativa política de los trabajadores, un partido, con un programa socialista revolucionario, esta es una tarea urgente, de primera necesidad si de verdad queremos ver los cambios que requiere la clase trabajadora. Las luchas de octubre 2019 abrieron un nuevo capítulo en la lucha de la clase trabajadora chilena. Chile nunca volverá a ser el mismo; ¡Chile despertó!

Para más análisis e información visítanos en : https://socialismorevolucionario.cl/

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