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Crisis Capitalista: Rescates de Gobierno, medidas para apuntalar el capitalismo

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Editorial de The Socialist, periódico del Partido Socialista (CIT en Inglaterra & Gales)

20 de octubre de 2008.

«Ahora somos todos socialistas, camarada.» No se trata de un titular de un número anterior de nuestro periódico The Socialist, sino que lo utilizaba la semana pasada el ultraconservador Daily Telegraph. Para añadirle color al asunto, se encontraba sobre una imagen de Gordon Brown vestido con el uniforme y la gorra de un general ruso, no de ahora, sino ¡de los tiempos soviéticos anteriores a 1989!

Esto, por supuesto, es una exageración salvaje. Las medidas que el gobierno de Brown se ha visto obligado a tomar y que probablemente serán emuladas de alguna forma u otra por los principales países europeos y por EE.UU. mismo, no son de carácter socialista. Socialismo significa el fin del gobierno de la banda de multimillonarios que ha llevado la espada de Damocles sobre las cabezas de los británicos y del resto del mundo en las últimas semanas. A no ser que rellenemos sus bocas con oro, no sólo a los bancos sino también las industrias, países enteros se derrumbarán con consecuencias calamitosas. Estas medidas están destinadas a apuntalar el capitalismo, no a eliminarlo.

Sin embargo, «es lo correcto» aclaran Alistair Darling, Yvette Cooper y Gordon Brown en cada declaración y entrevista, de una manera que no admite objeciones. Pero es lo correcto tomar fondos públicos después del daño que una pandilla de especuladores a la cabeza de las instituciones financieras nos ha provocado? La semana pasada «fuimos testigos de la destrucción de una riqueza sin precedentes en la historia de la humanidad; unos 25 billones de dólares desaparecieron de los mercados de valores mundiales en lo que va de año; y 4,7 billones de dólares solamente en la semana pasada.» (The Independent)

Pase lo que pase en el futuro, el colapso financiero de los bancos y de las bolsas es equivalente al de 1929. Las medidas tomadas por los capitalistas y sus gobiernos están ayudando a evitar las consecuencias que se derivaron del crash de Wall Street en 1929. Sin embargo, la clase trabajadora tiene todavía que tragar la amarga píldora de los despidos masivos y de los recortes en sus niveles de vida, cuando la economía real se vea inevitablemente afectada. La recesión será profunda y prolongada.

Pero, agradecerán los magnates financieros al gobierno este rescate? No del todo. Jeremy Warner informaba en The Independent que en la city están furiosos por lo que un banquero ha descrito como un «secuestro». Un asesor enojado ha dicho que «no nos dan los fondos que necesitamos para existir a menos que diluyamos a nuestros accionistas». El rescate del gobierno a estas criaturas, repetimos, a nuestras expensas, recortando ligeramente las garras de los grandes bancos, es pagado con fastidio e ingratitud. En vez del «secuestro», las medidas del Gobierno ayudan a salvarles.

El «agujero negro» económico de Islandia

Quién ha producido este lío sino los capitalistas? En Islandia, que están actualmente en un agujero negro económico, sólo se ha sido revelado que está «apalancada», su deuda total, ¡con 9 veces el ingreso nacional del país! No sorprende que los trabajadores islandeses se movilizaran en Reykjavik con banderas rojas y cantando la Internacional, pidiendo cuentas a los gobernantes del país.

Este es el enfoque que debería informar el movimiento laborista británico. La equidad en los reglamentos y el enfado popular hacia el rescate de los banqueros ha forzado al gobierno a ir más lejos de lo que hubieran querido ir en un principio. Inicialmente su intervención estaba restringida a inyectar efectivo de forma masiva, pero sólo adquiriendo «acciones preferenciales» que no dan participación en los asuntos del banco. Ahora, con una mezcla de acciones corrientes y acciones preferenciales adquiridas por el gobierno, podría llevar a los accionistas existentes a una posición de inferioridad y por lo tanto a los gritos en la city. Pero a menos que recibieran esta ayuda, una maquinaria de apoyo esencial por parte del gobierno, corrían el riesgo de reventar.

Brown y Darling han dejado claro que desean devolverlo todo a los bancos a la primera oportunidad cuando, según esperan, la salud financiera se reestablezca. Pero tendrán que esperar un tiempo para esto. Estas medidas pueden poner «el suelo» bajo el sistema de una forma temporal, recuperando de forma parcial algunas acciones, como ha ocurrido cuando hemos presionado.

Sin embargo este salvavidas financiero agujereado que se ha lanzado podría todavía naufragar debido a los grandes obstáculos, los conocidos y los escondidos, que están a la espera de los capitalistas. Hay 55 billones de dólares en los «derivados crediticios» y «derivados de crédito» (credit default swaps), usados para asegurar a la banca contra las pérdidas y las inversiones de riesgo que están en «dificultades». Increíblemente este mercado es más de dos veces el tamaño del producto interno bruto conjunto de los EE.UU., Japón y la UE.

En respuesta a la crisis económica, Brown, como informó The Times, está moviendo el centro neurálgico del Gobierno lejos del número 10 de Downing Street y está eligiendo entre diferentes tipos de «planes públicos». No importa dónde se encuentre, será imposible planificar el capitalismo. En lugar de que el gobierno controle el mercado, como los acontecimientos han demostrado gráficamente en Gran Bretaña y a lo largo del mundo, Brown está manteniendo un rescate para el pequeño grupo de financieros que gobiernan el sistema.

Los sindicatos y organizaciones de trabajadores de Gran Bretaña y del resto del mundo deben pedir, como poco, la nacionalización de todas las instituciones financieras. Este debería ser el primer paso hacia la unificación de todos los bancos dentro de un sistema controlado democráticamente. La representación propuesta por el gobierno en las juntas directivas de cuatro bancos que serán recapitalizados vendrá de los banqueros o de los altos funcionarios, en otras palabras, extraídas del mismo círculo social que aquellos que han arruinado estas instituciones.

Movimiento laborista.

El movimiento laborista debe pedir una representación mayoritaria a todos los niveles en esos bancos, en representación de los trabajadores y sindicatos del sector bancario, de la gran clase trabajadora y el movimiento laborista, con el gobierno también representado. Debería haber una apertura total de los libros y un rechazo de los «secretos comerciales», que como dicen los jefes, deberían mantenerse escondidos para mantener la «competición» y no «asustar al mercado». Robert Peston de la BBC ha sido incluso culpado de la crisis porque suele dar informes ajustados de lo que está sucediendo; un caso de «matar al mensajero porque no te gusta el mensaje».

Pero incluso las últimas medidas, la nacionalización parcial de las instituciones financieras, dejarán las palancas de control en manos de los incontrolados e irresponsables grandes consorcios. Peter Hain, en The Observer, advierte que tan lamentable es la situación actual que el ferrocarril, el agua y las compañías eléctricas podrían incluso ir a la quiebra. También se ha informado que Bob Crow, a la vuelta del partido de fútbol de Inglaterra, fue a ver a Geoff Hoon, el secretario laborista de transporte, y le preguntó que cuando va a nacionalizar el Gobierno los ferrocarriles después de sus acción contra las «estrellas». Este puede ser un tema de alegría entre los círculos gubernamentales, pero Bob Crow estaba expresando la opinión abrumadora de los trabajadores ferroviarios y los pasajeros.

Las medidas del Gobierno no encajan en el «escenario de pesadilla» descrito por el Daily Telegraph. Sin embargo el hecho de que el estado capitalista ha sido obligado a entrar en la crisis, supone una aplastante condena a la agenda neoliberal de Thatcher-Reagan de los últimos 20-30 años, que el Nuevo Laborismo ha firmado. «El apetito aumenta comiendo». Enfrentados a fábricas que se cierran, al embargo de casas y al empeoramiento de las condiciones de vida habrá peticiones de acciones parecidas a las tomadas con los bancos.

En 1983, el Partido Laborista, entonces un partido obrero en la base, propuso la nacionalización de partes del sistema bancario. Esto fue condenado por el ala derecha del laborismo y especialmente por Gerald Kaufman, un miembro de esa ala derecha que todavía está en la Sala de los Comunes. Lo llamó «la nota de suicidio más larga de la historia». Su compatriota, el igualmente miembro del ala derecha del laborismo, Stephen Pound, dice ahora: «Nosotros (el Nuevo Laborismo) hemos logrado hacer más que Lenin…» Incluso Peter Lilley, un conservador de la derecha y precursor del thatcherismo en la década de 1980 ha declarado: «Apoyo… una nacionalización parcial de los bancos». Una medida real de la proporción de la crisis.

El «apoyo» de estos sectores muestra que las medidas del Gobierno son sólo una muleta para un sistema enfermo. Lo que se requiere no son únicamente paliativos sino el fin de la pesadilla del capitalismo a través de las serias medidas socialistas de nacionalización bajo control y gestión obrera.

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