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Como Luchar en Contra de la Crisis Económica

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Peter Taaffe.

Comité por una Internacional de los Trabajadores.

[Traducido por Adam Ziemkowski y Franco Liberati]

INTRODUCCIÓN

¿Cómo puede la clase trabajadora luchar en contra de los efectos de la peor crisis económica mundial desde los años 30? Ya hay despedidos en masa en los principales países capitalistas y en todo el mundo. Los jefes y sus gobiernos han tomado la ofensiva para hacer que la clase trabajadora y secciones grandes de las clases medias paguen por la catástrofe que ellos han creado.

El capitalismo mundial está en un callejón sin salida y sus representantes serios no ven una salida rápida. La mayoría de los comentaristas capitalistas ahora están de acuerdo con nuestro análisis, que por lo menos, esta es la peor crisis económica mundial desde la gran depresión de los años 30 y quizás podría superarla.

En un sentido, esta crisis es potencialmente peor que aquel entonces. El alcance de la globalización capitalista, que causó esta caída, es mucho más extensa y profunda que la llamada “época dorada” antes del 1929. Por esta razón, ya es la crisis económica más generalizada e internacional en toda la historia. Los EEUU, Europa occidental, Japón, Europa del este, Rusia, Asia, Australasia y América Latina; todos han sido inundados por la tendencia económica descendente. Ciertamente, se ha desarrollado con una velocidad y gravedad mayor que las fases iniciales de la depresión de los años 30.

La crisis empezó en las bolsas de valores, expandiéndose al sector financiero y luego a la llamada “economía real”. Fue provocada por la caída financiera, entró a la industria, y ahora ha vuelto a atacar una vez más al sector financiero. Pero los efectos enteros de 1929 sólo fueron sentidos después de años—en el caso de Francia, dos o tres años después—mientras esta crisis ha atacado con tanta velocidad y profundidad que ha asustado, si no desmoralizado, a los representantes del capitalismo mundial. Lo que costó tres años de desarrollar en 1929 ahora podría abrirse en un año.

Esta crisis está caracterizada por la sobre-producción—la saturación de bienes—que los patrones están intentando resolver a través del desempleo masivo de la clase trabajadora. Pero también se está dirigiendo a la sobre-producción incluso entre sectores de la clase media, los cuales están siendo echados de sus puestos de trabajo junto con los trabajadores. En otras palabras, la proletarización de las capas intermedias, un aspecto del capitalismo incluso durante el auge, está avanzando de forma cualitativa. Esto, en cambio, debilita las reservas sociales del capitalismo.

La capitulación de las organizaciones de trabajadores

Los capitalistas están temblando frente a las consecuencias sociales de las implosiones económicas que vendrán. Su única consolación es que no se enfrentan con una oposición organizada de la clase trabajadora, debido a la decapitación política de las organizaciones anteriores de los trabajadores, en las manos de dirigentes como Tony Blair de Gran Bretaña y sus primos social-demócratas de Europa y otros lugares. Ellos pasaron completamente al lado de la burguesía después del colapso del Estalinismo y el tsunami ideológico, pro-capitalista que siguió. El resultado es que la masa de gente de la clase trabajadora está políticamente desarmada frente al mayor ataque a sus derechos y condiciones, ganados en la lucha dura, en la memoria viviente.

Sin dirección y organización cuando los capitalistas han usado el pretexto de la crisis para atacarnos, la rabia de las masas ha rebalsado de forma espontánea en las fábricas y las calles. Esto pasó en Irlanda mientras el gobierno buscó eliminar los beneficios médicos para los de la tercera edad. Provocó protestas intensas incluyendo la ocupación de la empresa Waterford Crystal y amenazas de ocupar la Dell, mientras el capital brutal cierra fábricas enteras con la misma facilidad con que uno cierra una cajita de fósforos. La misma escena increíble fue vista cuando terminaron las jornadas de los fines de semana en la fábrica de BMW en Cowley, Oxford, lo cual provocó protestas sin precedentes incluyendo peleas entre trabajadores y supervisores. Sin embargo, para que esta rebelión elemental de la clase trabajadora se dirija a un movimiento sostenido, se requiere un programa claro, con consignas militantes y organización.

La capitulación, también compartida por los dirigentes sindicales, de hecho ayudó a reforzar la imposición brutal de las políticas neoliberales sobre la clase trabajadora y los pobres a nivel mundial. La burguesía, ya no obligada a cuidarse de la clase trabajadora organizada y sin temor de una rebelión del movimiento laboral, avanzó por eso sin límites hacia el capitalismo no regulado. Los anteriores dirigentes de las organizaciones de trabajadores resultaron ser la quinta rueda del carro de guerra del neoliberalismo. El oportunismo completo de los dirigentes sindicales es evidente en la capitulación a los jefes y sus gobiernos mientras los capitalistas intentan echar la responsabilidad por la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora y los pobres.

Las masas saben bien quien es responsable. En Italia, los estudiantes, un medidor de lo que se está desarrollando desde abajo, han gritado en las manifestaciones: “No pagaremos por su crisis”. Contrasta mucho con la actitud patética de los dirigentes sindicales mientras se cierran las fábricas por todos lados y sólo escuchamos de las capas del movimiento sindical de la necesidad por “sacrificios compartidos”. León Trotsky escribió en los años 30 que la crisis a que se enfrenta la clase trabajadora, de hecho, toda la humanidad, se resume en la crisis de dirección de las organizaciones de trabajadores. La diferencia hoy, sin embargo, es que no sólo se enfrenta una crisis de dirección sino que también de organización, o la falta de ella, para la clase trabajadora además de un programa claro.

Nunca en toda la historia la brecha — las ‘tijeras’ — entre la situación objetiva del capitalismo en crisis y la perspectiva de la clase trabajadora, la ausencia de organización, en particular de partidos políticos de masas, ha sido tan evidente. Dada la propaganda sin tregua, la realidad de las políticas neoliberales de los últimos 30 años y la ausencia de una alternativa política y económica, es inevitable que todavía hay, a pesar de la severidad de la caída, una aceptación residual del “mercado”, incluso entre la clase trabajadora. Muchos están anonadados por el colapso económico. Incluso hay un punto de vista restante en muchos trabajadores que la crisis actual es algo temporal, que terminará antes del fin del año, a más tardar, y entonces podremos volver al paraíso económico del crecimiento.

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