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Colombia y el Sahara: dos experiencias, dos lecciones. Por Julio A. Muriente Pérez

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Colombia y el Sahara: dos experiencias, dos lecciones


Por Julio A. Muriente Pérez*

Geografías distintas, historias singulares, coincidencias en sus aspiraciones a la libertad, la paz y la justicia social, pero circunstancias diferentes en cuanto al dilema de la guerra y la paz. Ese es el caso del pueblo colombiano y el pueblo saharaui.

La tercera década de este siglo ha arrancado con el reinicio de la lucha armada en los territorios saharauis ocupados por Marruecos. Han pasado 29 años desde el alto al fuego promovido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El enfrentamiento armado se había iniciado a mediados de la década del 70, luego de que la España franquista entregara el entonces denominado Sahara Español a Marruecos y Mauritania, como quien dice, en bandeja de plata. En 1991 se alcanzó la paz negociada, con el compromiso de la ONU de celebrar un referéndum que –se decía– resolvería el futuro de una de las últimas colonias de África y el mundo.

Después de 29 años resulta evidente que todo ha sido un gran fraude dirigido a borrar del mapa al pueblo saharaui y a su República Árabe Saharaui Democrática (RASD); un traicionero complot orquestado por la tan desacreditada ONU, Marruecos, Estados Unidos, Francia, España y la Unión Europea (UE). El derecho a la autodeterminación e independencia del Sahara Occidental, sustentado por la resolución 1514 (XV) y las resoluciones aprobadas por el Comité de Descolonización de la ONU, han sido lanzadas al cesto de la basura. Ha prevalecido el interés geopolítico y económico de las grandes potencias y el afán expansionista del reino marroquí, cuya intención nada disimulada es devorarse la patria saharaui y asimilar desde la desigualdad y la pobreza a ese pueblo hasta destruirlo.

Al pueblo saharaui y su organización militar, el Frente Polisario, no le ha costado otro remedio que regresar a las armas. No le han dejado otro camino, por más desigual que sea ese enfrentamiento en el que la dignidad pareciera tener más peso que la correlación de fuerzas.

Mientras tanto, en Colombia las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias hacen lo indecible para forzar al gobierno de ese país a que cumpla con su compromiso contenido en el Acuerdo de Paz firmado con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) en 2016.

La antigua guerrilla estuvo dispuesta a deponer las armas e incluso a desarmarse y disolverse. Se transformó en un partido político –la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, nombre recientemente cambiado a Comunes– y se integró a la legalidad.

Pero, de parte del gobierno, las organizaciones paramilitares y las Fuerzas Armadas solo ha habido violencia, asesinatos, persecución y la flagrante violación del Acuerdo firmado en La Habana. Cientos de exguerrilleros y luchadores sociales, comunales y sindicales, han sido masacrados en los pasados años.

El partido Comunes insiste vehemente en su decisión de dejar las armas y avanzar hacia una gran concertación nacional que conduzca a la paz con dignidad y justicia social. Mientras tanto, un sector de la antigua guerrilla ha vuelto al monte, frustrado por lo que considera ha sido una actitud traicionera de parte del gobierno colombiano.

Tanto el pueblo saharaui como el pueblo colombiano son merecedores de la paz por la que han luchado por tanto tiempo. Evidentemente y en aparente contradicción, las tácticas de lucha se entrelazarán en uno y otro escenario. Evidentemente, ni en el Sahara ni en Colombia las fuerzas reaccionarias tienen la menor intención de respetar acuerdos, resoluciones o mandatos. Siguen creyendo que el mejor guerrillero, luchador social o revolucionario es el que puedan matar.

Cobra fuerza enorme, entonces, el dilema no resuelto entre la guerra y la paz. En el Sahara, en Colombia y, francamente, en cualquier punto del planeta donde haya lucha social y gobiernos enemigos de la paz y la dignidad.

26 de enero de 2021

*Catedrático Universidad de Puerto Rico y dirigente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH) de Puerto Rico
Fuente: Diario La Bolivia.

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