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Colombia – El triunfo del uribismo y los dilemas de la paz neoliberal

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Daniel Libreros Caicedo*

Bogotá, 2-7-2018

Iván  Duque candidato del denominado Centro Democrático, partido político creado por el  ex presidente Álvaro Uribe en el  2013 ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el domingo 17 de junio de 2018.

Pero, en esta segunda  ocasión, el número de apoyos aumentó de manera considerable hasta el  punto de contar con la totalidad de los partidos y maquinarias políticas ligadas al orden establecido, incluyendo los poderes regionales asociados con las empresas criminales que les siguen garantizando el control territorial. El uribismo  expresa  los intereses del latifundio tradicional ahora asociado con el latifundio, resultado del despojo a los campesinos que produjo la guerra durante las últimas décadas y que, según los cálculos más benignos, llega a 6 millones de  hectáreas.

Duque ha  trazado desde ya las líneas gruesas de su mandato. Pero este nuevo arribo del uribismo al  gobierno no cuenta con las condiciones favorables que le entregaron  el  triunfo en el  2002. Ahora el  “conflicto  interno”    está  desactivado, las Farc desmovilizadas, y las denuncias judiciales nacionales internacionales contra Uribe y su entono aumentan.

Los resultados electorales, con un altísima votación de Gustavo Petro, expresan manifestaciones políticas y sociales contradictorias. Confirmando,a la vez, que existe un espacio político para lanzar propuestas  democráticas en un escenario de frontal oposición política al nuevo gobierno.

Existe  la  posibilidad de conformar una gran convergencia democrática entre diversas organizaciones políticas y sociales, que levante una plataforma de Paz con Justicia Social, que defienda las reivindicaciones que no fueron consideradas en los Acuerdos de La  Habana, y se oponga a las últimas modificaciones introducidas por el uribismo.

El  respeto a  la vida  de los líderes sociales y a los ex guerrilleros desmovilizados puede ser una demanda unificadora porque apunta al desmonte del  paramilitarismo, a la denuncia al  terror de Estado, al reconocimiento  de  las víctimas, y a la denuncia a la impunidad judicial.

La  paz  corporativa, neoliberal, que  ha  venido  implementando el gobierno Santos, continuará. Sin embargo, es resistida en  los  territorios y ha  tomado  la  forma  de  luchas en  contra  del   extractivismo.  Los defensores del  territorio  y las  comunidades  étnicas  han actuado en  contra de la explotación  de  hidrocarburos, en contra de la minería y de las represas y han denunciado el  desplazamiento de  las comunidades y la  destrucción de la naturaleza.

En las ciudades, estas resistencias han tomado la forma de rechazo a los planes urbanísticos corporativos y de enfrentamiento a las grandes constructoras agentes del extractivismo urbano

La unificación y coordinación de estas resistencias en una plataforma nacional, es una  necesidad urgente…

* Docente e investigador de la Universidad Nacional de Colombia-sede Bogotá. Miembro del Movimiento Ecosocialista. Artículo enviado por el autor.

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