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Cine: “13 minutos para matar a Hitler” EL NAZISMO, LA PESTE PARDA

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Pepe Gutierrez Alvarez, Estado Español

El nazismo fue condenado en Alemania como un “nunca más”, un mal abnsoluto sobre el que no se permiten bromas ni culta un lugar donde una anciana pudede ira la cárcel por exaltar a Hitler.

Sus consecuencias abomiables se enseñan en las escuelas, se lee en los periódicos y se remacha mediante una “memoria histórica” que cuenta con el cine con uno de sus mayores aliados.

Sí entre nosotros se hicieran tantas películas sobre el franquismo como las que se producen en Alemania sobre el nazismo, tendría a los voceros dinásticos dando la lata. Acusarían al cine español de “no saber hacer otra cosas” y lindezas por el estilo.

Ya me gustaría que nuestro cine se hiciera eco de aquellos anarquistas o de otros colores, que tramaron maniobras increíbles para liquidar a aquel dictador cuya peste nos llega todavía. Un buen ejemplo de este cine germano la tenemos en el filme “13 minutos para matar a Hitler”, un “thriller” que trata de un intento frustrado por liquidar al “Fuhrer” en noviembre de 1939.

Un tema en verdad recurrente. Baste recodar que el medio ha abordado en más de una ocasión la operación Valkiria en julio de 1944, preparada por el coronel del Estado Mayor Claus von Stauffenberg para asesinarle; en particular, WValkiriaW (EUA, 2000), el conocido título de Brian Synger. Aunque mucho más interesante fue “Mant Hunt” (El hombre atrapado, EUA, 1941), uno de los alegatos realizados por el airado Fritz Lang que durante esta época puso la bandera del cine antifascista en el punto más alto de su historia. En este caso, el protagonista era un cazador que llega a tener a Hitler en el punto de mira de su fusil, pero los escrúpulos le pueden. En su día era evidente que Langa cuestionaba la “bondad” del personaje e introducía una sugerencia más que evidente. Es además una película que se puede encontrar en FILMIN y por youtube.

No deja de resultar significativo que después de un pasaje más bien mediocre por Hollywood, Oliver Hirschbiegel haya escogido esta historia propia, una opción que declara opuesta a la que le habían brindado en la Meca. En este nuevo gesto de “remover” la historia más oscura de su país, el cineasta ha escogido reivindicar la acción de un “maldito” borrado de los libros, la de Georg Elser un idealista (una suerte de “hippie” de entonces), “un artesano muy dotado para el trabajo manual, inteligente y con encanto para las mujeres”, que dio el paso al frente.

Su fracaso le convirtió en un “monstruo”, incluso llevó a su familia a cambiar su apellido, un fracaso debido al azar. Elser, que había actuado totalmente por su cuenta, puso una bomba en la cervecería Bürgerbräukeller de Munich, una de las más grandes de la ciudad, el lugar en donde Hitler asistió a un mitin. Pero por aquella vez, Hitler acortó su arenga y se fue “13 minutos”, justo antes de que explotara el dispositivo que se llevó por delante a siete personas.

Hirschbiegel compara su personaje con Edward Snowden, un personaje que había sido borrado de la historia alemana incluso después de la caída del nazismo. Una historia que nos recuerda a mil y una de las nuestras.

También resulta incuestionable la razón de fondo, no hay pregunta sobre si Elser debió asesinar a Hitler. Está fuera de cuestión, otra cosa es especular sobre cuáles habrían sido sus consecuencias. Se trataba de hacer algo necesario y hubo alguien que demostró su honestidad y valor para acabar con el mayor genocida de la historia…después de Kissinger que está vivo y es uno de esos intocables sobre el que nuestros medios de comunicación han perdido la memoria.

Con todo lo que haya que mejorar y tal como expresa Michael Moore en su última película, el modelo de «memoría», al menos en comparación a como se trataba la «trata de negros» en los USA. Alcanzar cuanto menos el nivel alemán es un objetivo institucional a conseguir, y de primer orden.

Conviene recordar que en el ejército todavía se celebran las «hazañas bélicas» franquistas contra la población. En ese punto, el cine sigue teniendo un papel capita, y cada año el cine alemán produce varias películas que inciden en la necesidad de no olvidar. De poner la historia en su tio, como parte de un combate contra los cómplices que todavía tratan de jstificar o incluso exaltar aquel régimen que se quiso justificar con el anticomunismo.

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