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Chile – La fuerza de Chiloé y de los consumidores del mundo contra la industria del salmón

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ECOCEANOS

juntos con estudiantes de Universidad Yale y el Centro Ecoceanos, hemos visitado Diferentes organizaciones, comunidades y personas en Santiago, Valparaíso y Chiloé. Una semana dedicada a Chiloé donde pude ver su geografía, su cultura y en parte también su economía. Y por supuesto el trabajo que realizan estas personas para defender sus territorios y soberanía alimentaria.

Por: Madicken Hagstrom


Perspectivas y un inolvidable viaje

Mi visión he cambiado mucho luego de recorrer una parte de Chiloé y Puerto Montt, lugares donde se ha concentrado la industria del salmón en Chile. Hoy sé mucho más sobre esta forma de producir y de ganar dinero por parte de las empresas. Reunirme y hablar con diferentes personas en diferentes partes del país y preguntar sobre sus vidas y como ven las perspectivas de la industria de salmones, ha cambiado mis puntos vista y me han abierto nuevas puertas y ventanas acerca de lo que ocurre con esta forma de producción de monocultivo industrial. En los medios de prensa en Suecia no hay mucha información sobre los efectos negativos de la industria salmonera que opera en Chile y a nivel global. Y por eso me gustaría leer y ver más sobre la gente y sus historias personales en la prensa.

Esta es una de las razones por las que escribo este texto, para informar sobre estos temas a diferentes otros lugares del mundo. Quiero que las voces e historias de las personas del sur de Chile se conozcan y por supuesto dejar registrada esta experiencia en mi vida.

Durante dos semanas en marzo, juntos con estudiantes de Universidad Yale y el Centro Ecoceanos, hemos visitado diferentes organizaciones, comunidades y personas en Santiago, Valparaíso y Chiloé. Una semana dedicada a Chiloé donde pude ver su geografía, su cultura y en parte también su economía. Y por supuesto el trabajo que realizan estas personas para defender sus territorios y soberanía alimentaria.

 

La historia de Francisco en Pargua: las promesas que las empresas no han cumplido

A mediados de marzo hemos visitado diferente comunidades Indígenas del sur de Chile. Por ejemplo en Pargua, ubicada a casi dos horas al sur de Puerto Montt, Francisco nos mostró las fábricas (donde se produce harina de pescado), que están aledañas a su casa y comunidad indígena. El mar y un río pequeño en esta zona están siendo contaminados por los químicos que usan estas factorías. Me parece que las regulaciones y fiscalización ambientales no son muy buenas en este sector. La comunidad Indígena siente mucha frustración acerca de esto y están tratando de obtener ayuda del Comité International de Derechos Humanos de la ONU para que en sus reuniones se analice esta denuncia. Francisco dice que si tuviera una varita mágica haría que las empresas desaparecen porque sólo han destruido a las comunidades. Cuando llegaron, las empresas prometieron un montón de nuevos trabajos, una nueva escuela secundaria y mejores servicios públicos, pero estas promesas no se han cumplido.

 

Historias del Christopher y Ana: “ahora hay que pensarlo dos veces”

Otro encuentro fuerte fue con Ana y Christopher quien nos contó de la muerte de su padre mientras trabajaba como buzo de una empresa salmonera. Cuando ocurrió este lamentable hecho, ellos vieron que la empresa ni siquiera trató el cuerpo de la víctima con respecto que se le debe a los muertos y a la familia. El padre de Christopher fue tratado como un producto de consumo y reemplazable.

A menudo de las empresas alientan a buzos y trabajar, incluso si es que están enfermos y en otras ocasiones a bucear sin el equipo completo o correcto.

Por su parte Ana nos dijo “nuestra historia es del mar, de pescas, de algas, el mar está siempre cerca y es una gran parte de nuestra vida. En el mar sufren, nosotros sufrimos. Es parte de nosotros del alma y del equilibrio”. Ahora tenemos una batalla y hay dos cosas que es necesario cambiar, dice Ana: Que existan mejores y más regulaciones y también eliminar o finalizar la expansión de las salmoneras.

Cuando le pregunte, que pueden hacer los ciudadanos de otros países, Ana me respondió: ¡No compre salmones de Chile!… ¡ Piensa dos veces antes comprar salmó y los alimentos que hacen con éste, como suchi y otros platos preparados”.

Luego de eso pensé: Hoy el salmón que se produce en Chile y que se vende en los restaurantes y supermercados no tiene un precio justo y su forma de producción afecta tanto a los consumidores como a los ecosistemas marinos y las comunidades locales donde quedan los residuos, químicos y fecas de estas especies carnívoras. La vida empiece con el mar, y no se debe permitir que el mar y las costas estén con altos niveles de antibióticos que se le suministraron a los salmones y no fueron consumidos en su totalidad por estos peces.

Ana y Christopher me entregaron una gran reflexión: Para ser parte de su lucha, los ciudadanos de diferentes partes del mundo debemos no consumir el salmón Chileno. Así de simple y claro fue su mensaje. Yo creo que esta forma es muy efectiva para proteger el mar y a las comunidades.

 

Historias pequeñas en las calles

El último día que estuve en Ancud caminé por la ciudad y hable con la gente. Les conté de porqué yo estaba allá en el sur y con algunas personas conversamos acerca de la industria del salmón. Un hombre me dijo que cuando era pequeño había un río donde existían diferentes tipos de peces nativos, pero hoy el rio está contaminando y no hay más peces. Otra persona me dijo que no le gusta comer salmón y que las personas de su grupo familiar tampoco comen salmón. El hombre afirma que ahora en Chiloé solo hay salmones de monocultivos y se preguntó: ¿qué ha ocurrido con los otros pescados?

 

Ecosistemas frágiles y la gran apuesta por el ecoturismo

Para mi estas experiencias han sido poderosas y no entiendo como los salmones están presentes en Chile ya que es un pez exótico del hemisferio norte. Nuestros ecosistemas en la tierra son frágiles y no es bueno que estemos experimentando con la naturaleza de esta manera. Especialmente el salmón, si escapa de los monocultivos, come otros peces y crea un desequilibrio en los ecosistemas y en la cadena trófica del sur de Chile. Las balsas jaulas donde se engorda el salmón en el mar, ríos y lagos están cerca una de otra y todos los antibióticos que les suministran a los salmones, los residuos de estos fármacos y otros químicos, pueden extenderse fácilmente en el agua a otros animales y en la fauna y flora nativa. Hoy después de 30 años de la industria en Chile, vemos grandes efectos en los hábitats locales como menos peces y problemas con marea roja. ¿Si no hacemos algo pronto, qué va a pasar en estos lugares?

Otro pensamiento que se me viene a la mente es que con todas las ganancias y el dinero que producen los salmones, Chiloé debería ser rico, pero no es así. El dinero no va a los trabajadores o a la isla. El dinero termina en otras ciudades y países.

Como un mujer me dijo, “paren los salmones y comencemos con ecoturismo. Chiloé es un archipiélago maravilloso y tiene mucho que dar, así que hay que parar y comenzar a invertir en el sector del turismo, en el turismo sostenible o de intereses especiales”.

Ella no cree que la industria del salmón pueda ser sostenible. Yo pienso lo mismo.

Tú y yo, como consumidores, podemos ser parte del cambio de esta industria. Debemos obtener la información correcta y hacer que nuestras decisiones en las tiendas puedan generar un cambio. Somos parte del mercado, si quieren ver cambios, ver más responsabilidad de las empresas, más alimentos ecológicos y sostenibles, debemos levantar la voz y mostrar nuestros apoyo a las personas que en Chile están sufriendo los negativos impactos de la industria del salmón y luchan contra este modelo de monocultivo industrial de exportación.

 

Situación compleja  pero hay que luchar por los derechos

Por supuesto que todo esto es una situación compleja y es difícil ver cómo el conflicto se resolverá. Pero me encanta ver que la gente nunca deja de luchar por sus derechos, nunca se rinde. Es sorprendente ver su fortaleza, hay mucha gente poderosa en el mundo y podemos, nosotros como consumidores, ser parte de esta lucha. Sólo tenemos que obtener la información, hablar con la gente y preguntar ¿cómo podemos ayudar? Una forma es encontrar otros productos ecológicos, sostenibles, respetuosos de la gente y de los ecosistemas donde se producen. De seguro cuando tengamos información de cómo se produce en la industria salmonera en el sur del mundo, decidiremos no comprar ni consumir más salmón proveniente de Chile.

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