por Franco Machiavelo
¡Están avisados y asuman responsabilidades!
Si se concreta la derrota de Jara y la victoria de la ultraderecha, no será un accidente político, sino el resultado de una candidatura construida sobre la debilidad y el continuismo. Jara nunca logró levantar una propuesta con fuerza, claridad ni credibilidad. Se presenta como “alternativa”, pero en realidad es la administradora del mismo modelo económico neoliberal que ha precarizado la vida de millones, concentrado la riqueza en unos pocos y debilitado la organización social.
Su candidatura es pésima porque no despierta confianza ni entusiasmo. Habla de cambios, pero en su programa no hay transformación real: no plantea tocar los privilegios de las élites, no cuestiona la lógica del mercado como base de la sociedad, y evita propuestas radicales en favor de la justicia social. Es una figura que no interpela al poder, que no incomoda a los grandes intereses económicos y que se esconde en frases vacías para aparentar compromiso con el pueblo.
Este vacío político ha generado desmovilización. Una candidatura sin convicción ni liderazgo no logra convocar ni organizar, y mucho menos inspirar. La gente no ve en Jara a alguien capaz de encabezar un verdadero desafío contra las desigualdades. Frente a la desesperanza, la ultraderecha avanza con un discurso simple, directo y cargado de miedo. Aprovecha el descontento, el desencanto y la rabia popular, canalizándolos hacia la reacción y no hacia la justicia.
Si la ultraderecha llega al poder, será también responsabilidad de quienes levantaron esta candidatura débil y de quienes prefirieron no incomodar al sistema. Porque lo que está en juego no es solo un nombre, sino la continuidad de un modelo que ha normalizado la injusticia. El pueblo necesitaba una voz firme, un proyecto de dignidad, pero lo que se le ofreció fue más de lo mismo: un continuismo maquillado.
La historia es clara: cuando las fuerzas progresistas se niegan a disputar de verdad el poder, cuando no se atreven a romper con las estructuras de dominación, lo único que logran es abrirle el camino a quienes representan lo peor del autoritarismo, el miedo y la represión. La derrota de Jara sería el reflejo de esa cobardía política.
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Para mi las cosas son sumamente claras. Si un,a candidato,a o líder no promete, o más bien, no considera dentro de su programa, estos cuatro objetivos: nacionalización de todos los recursos naturales; control del mar y sus productos; control de toda la tierra; y devolución de los territorios a los pueblos originarios, seguiré anulando cada vez que me toque votar. Considerando que como primera medida al momento de asumir, debiera romper relaciones inmediatamente con Israel. No hay otra forma de cambiar esta realidad.