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Chile – Canallada de The Clinic: Alejandra Holzapfel denuncia agravio a su honra

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Canallada de The Clinic es “violencia cargada de misoginia y machismo”

-Alejandra Holzapfel denuncia agravio a su honra

Por Lucía Sepúlveda Ruiz

www.periodismosanador.blogspot.com

Un agravio inesperado golpeó a fines de  junio a Alejandra Holzapfel Picarte, sobreviviente de Villa Grimaldi y Venda Sexy, centros de tortura y  violencia sexual en dictadura. Se enteró ahora que por más de dos años, los iquiqueños que frecuentaban el conocido bar The Clinic, ubicado en la calle Pedro Lagos de la ciudad nortina, presenciaban – como decorado del espectáculo  de  los rockeros – un cartel  en el escenario, diseñado con la soga del ahorcado, con su nombre junto al de su torturador, el “Guatón Romo”.El grupo incluía también al pedófilo cura Karadima y a la Quintrala, entre otros repudiables personajes  todo bajo el título “Otros Canallas”. Alejandra Holzapfel, secuestrada en dictadura en diciembre de 1974 en medio de la razzia de exterminio contra el  MIR, inició en 2014, junto a tres compañeras, la primera demanda por violencia sexual en dictadura. Hasta hoy ninguna condena a los ex agentes de la DINA y CNI ha incluido las violaciones y abusos sexuales que los agentes del terrorismo de Estado practicaron a destajo con las mujeres secuestradas en campos secretos de exterminio. Como sobrevivientes, y luego de décadas de prestar valiosos testimonios en la búsqueda de justicia por los detenidos desaparecidos y ejecutados con que compartieron prisión, ellas buscan que se tipifique y castigue esta forma de tortura en forma específica.  Largos procesos de reconstrucción personal fueron necesarios para tener la fortaleza de relatar los horrores vividos.  Alejandra es activista político social, y colabora activamente en Villa Grimaldi en proyectos de educación comunitaria en Derechos Humanos. Productora cultural, es madre de 2 hijos y abuela de 6 nietos. Nos entrega su visión sobre el  incidente.

¿Qué calificativo te merece la actuación de  The Clinic?

“El cartel instalado en el escenario del bar del Clinic de Iquique, fue concebido y realizado por el diseñador editorial de las portadas de la revista, con la concurrencia precisa de nombre de personas y personajes nefastos para nuestra sociedad e historia, en una lista en que se incluye mi nombre. Esta acción editorial es de una violencia repugnante. Hacerme aparecer compartiendo lugar con torturadores, pedófilos, y con el torturador del que fui víctima,  el Guatón Romo; y ponerme al lado de la Quintrala, es el ejercicio de una operación que expone toda la misoginia y machismo imperante en ese medio de comunicación neoliberal. Sólo me enteré de ello porque un primo fue a cantar al bar y en el escenario vio el cartel, le sacó foto y me la envió.”

¿Cómo evalúas las disculpas que hasta ahora ha dado The Clinic? 

“Insisten en admitir que se trata de un “error humano” la publicación del cartel con mi nombre. Al pedirles que identificaran a él o los responsables del diseño, o de lo contrario yo haría las investigaciones, me avisan un par de días después que “encontraron” al responsable, que es el diseñador de las carátulas del pasquín The Clinic, quien quería conversar conmigo. Les respondí que yo no tengo nada que conversar con él ni salir en una foto en su compañía. Insistí en que lo que corresponde son disculpas editoriales públicas de la revista, quienes aún mantienen el calificativo de “error humano”. En la entrevista con el director,  Patricio Fernández, le expresé que yo había abierto mi casa a The Clinic hace unos años relatando mi testimonio de secuestros y tortura en Villa Grimaldi y Venda Sexy. O sea, que The Clinic sabe perfectamente quien soy yo. Solicité que la mínima rectificación de la revista corresponde con publicar una entrevista mía, con la aclaración de estos hechos, poniendo de relieve el tema de los derechos humanos en Chile, el letargo de los juicios, la querella interpuesta por 4 mujeres en 2014 por violencia política sexual, sobre los cual llegamos a un acuerdo. También me pidieron diseñara un cartel como quisiera, para sustituir el cartel de agravio e instalarlo en el bar de Iquique.”

¿Cuál ha sido el tratamiento que la prensa chilena ha dado a la violencia sexual ejercida contra ustedes,  mujeres presas políticas en dictadura?  ¿Has tenido alguna experiencia diferente con medios de otros países?

“Hemos tenido cobertura ocasional de medios de TV, determinada por el ranking temático de los canales. En prensa escrita,  los medios amigos y comprometidos como Punto Final y otros,  han acogido con respeto nuestros temas de denuncia. Existió esa entrevista de The Clinic hace años y otras menores de Copesa.  Pero así como el Estado, sus gobiernos y legisladores se han ido distanciando cada vez más del tema de la justicia por las violaciones a los Derechos Humanos en Chile, los medios de comunicación hacen otro tanto. Internacionalmente sí recibimos respaldo cuando en 2014,  cuatro  mujeres sobrevivientes, Nieves Ayress Moreno, Nora Brito, Soledad Castillo y yo presentamos la querella por violencia política sexual. Una de nosotras, Nora Brito, que sufrió violencia sexual como  prisionera política con su hijito de apenas 3 años de edad,  murió hace dos semanas en Suecia, sin saber de sentencias y castigo a los culpables. Su causa la llevaba el juez Mario Carroza. Mi caso igualmente lo lleva este juez.”

¿Cuál es tu visión de la llamada «ola feminista» y sus demandas?  Has participado en sus movilizaciones?

“Creo que poner en el centro de atención mediática y de la ciudadanía el tema de la dignidad y derechos de las mujeres es un aporte a la cultura por los derechos sociales en nuestro pueblo. Considero especialmente importante que esto corresponda al activismo y claridad de las jóvenes universitarias y estudiantes de liceos, seguidas por agrupaciones identificadas con el tema de género.  Yo apoyo y me siento identificada con su lucha y activismo, ya que nosotras, las sobrevivientes, en el contexto de los años 70, llevamos adelante con el mismo entusiasmo diversas luchas sociales de identidad y género, cuando teníamos las mismas edades de las jóvenes de hoy.”

¿Eres también miembro del Colectivo Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes?

“Fui co-fundadora de este colectivo, que se formó al calor del encuentro de ex prisioneras políticas sobrevivientes de la dictadura y una de sus primeras acciones fue apoyar la querella de las 4 mujeres sobrevivientes que acusamos a quienes resultaran responsables por ejercer la violencia política sexual en nuestra contra, los torturadores y secuestradores dictatoriales. La querella la presentamos el 2014 con el patrocinio del abogado Hiram Villagra, mujeres sobrevivientes de Villa Grimaldi, Venda Sexy, Londres 38, Tejas Verdes y Nido 20, poniendo en evidencia las políticas represivas militares de violencia sexual ejercida sistemáticamente contra prisioneras durante la dictadura. Esta violencia sexual aún la ejercen los dispositivos represivos actuales, como consta en testimonios de muchas jóvenes estudiantes detenidas. Actualmente, el proceso de Nieves y el mío lo sigue el abogado Francisco Ugás. La demanda de Nieves va más adelantada porque ya concluyó  la investigación realizada en el V juzgado de San Miguel por la jueza Marianela Cifuentes y el proceso ha pasado a Plenario.

Estas cuatro querellas denuncian las atrocidades cometidas en el Comando Conjunto, en calle Dieciocho, en Villa Grimaldi, en Venda Sexy, Londres 30, Tejas Verdes y Tres Álamos. Más allá de las descripciones horrorosas, lo que hace  distinto cada testimonio es que se centra en lo que nos sucedió en cuanto mujeres. Nuestra capacidad para revertir la vergüenza y luego poder hablar en público sobre cómo los torturadores intentaron humillarnos, revela que la brutalidad de estos últimos nos ayudó a mantenernos firmes en nuestros compromisos y decisiones políticas. Estas historias permiten utilizar nuestra memoria de género como forma de resistencia política, género y cambio social” concluye la hoy activista en derechos humanos.”

Solidaridad de pares

La solidaridad con Alejandra  surgió de inmediato, a través de  mensajes de ex prisioneros y prisioneras, compartidos desde redes sociales de Chile y el mundo, así como de organizaciones de derechos humanos y luchadores sociales del país.   También organizaciones feministas expresaron su decidido apoyo.

La Corporación Villa Grimaldi reaccionó de inmediato con una declaración en que manifiesta su enérgica protesta. Señala: “La incorporación del nombre de Alejandra Holzapfel en este graffiti pintado al lado de una horca y expuesto en el escenario del bar es una grave y calumniosa ofensa y un acto de agresión, que hiere gratuitamente a una persona que ha debido hacer grandes esfuerzos por reconstruir su vida y recuperarse de los graves traumas y de las secuelas derivadas del trato brutal al que estuvo expuesta en Villa Grimaldi y, posteriormente, en el recinto denominado Venda Sexy.”

Por su parte, la Agrupación de Ejecutados Políticos  sostuvo que  “lo acontecido no fue un error sino más bien un horror, y esperamos que esta revista de verdad asuma plenamente su responsabilidad.”  El coro “Voces de Rebeldía”  que agrupa a ex presas y presos políticos  expresó:” La incorporación de nuestra querida Alejandra en este ominoso listado, con una horca en un costado, es una calumnia sin nombre, una agresión inimaginable y una ofensa terrible para quien  fue víctima de los horrores de la dictadura que asoló durante 17 años a nuestro país. Según los expertos esta es  una llaga insanable …No existe excusa alguna a este hecho justamente porque ella misma fue entrevistada el año 2013 por el diario The Clinic, sobre su doloroso paso por los centros de tortura. Entre los hechos allí publicados aparece claramente el rol jugado por el siniestro y cobarde torturador Osvaldo Romo Mena, junto a otros de su misma calaña.”

La Red Chilena contra la Violencia, que articula a numerosas organizaciones feministas emitió una declaración  en la que expresa su repudio al periódico The Clinic y sus bares por la grave ofensa cometida en la sucursal de Iquique,  y  precisa a continuación: “No es primera vez que la Red Chilena denuncia las ofensas contra las mujeres que tanto el periódico The Clinic como sus bares cometen. Su habitual estilo, que no escatima en usar cualquier recurso para vender, incluida la misoginia, agrede directamente esta vez a Alejandra Holzapfel”.

Misoginia y franquicias

La revista que pretende ocupar un espacio de humor político, resulta funcional al modelo neoliberal, con ribetes de progresismo representado por ciertas entrevistas y reportajes, que contrastan con su  lenguaje a menudo vulgar.  Rafael Gumucio, uno de los fundadores y colaboradores de la revista, entrevistado en 2009 por la estudiante Catalina Caro Caro en su memoria de título (The Clinic, Las Claves del Éxito) para Periodismo de la U de Chile, reconoce la misoginia del medio afirmando: “…entregamos temas que son muy refinados, al lado de chuchadas, de minas con las piernas abiertas e insultos de todo tipo. Eso resulta muy interesante porque el Clinic no le habla a la élite del poder sino que le habla a todo el mundo y al mismo tiempo tampoco intenta rebajarse por eso a llegar a ser tonto. Por ejemplo, cuando hablamos de la homofobia o del feminismo The Clinic puede ser a la vez muy homofóbico y muy pro gay, pero al mismo tiempo es misógino, y también está en la lucha porque las mujeres tengan el derecho de abortar.”

Según Patricio Fernández, The Clinic, inicialmente financiada en parte por Ricardo Lagos, se sustenta ahora debido exclusivamente a sus ventas. Ello resulta difícil de creer salvo por el hecho de que precisamente incorpora el llamado “merchandising”  o sea la venta de su marca  en productos que no son la revista, sino franquicias como la de sus bares, u otros.  El concepto lo explicaba su director, Patricio Fernández a Catalina Caro, quien lo entrevistó para   su ya citada Memoria de título. Patricio Fernández expresaba hace 9 años: “Nosotros ya tenemos bien claro que los avisadores son muy hostiles, conseguirlos es muy difícil…por lo tanto nuestra única posibilidad es utilizar la tremenda marca que tenemos, que a estas alturas es una marca posicionada, fuerte, que genera afectos e imaginarios de distintos tipos. Entonces hacer productos nace por la marca.” Y continúa: “Porque –qué pena mencionar una competencia que ya no existe- ¿te imaginas sacar condones Rocinante? o ¿una tienda Rocinante? No, mientras que yo el día de mañana podría sacar una cerveza The Clinic, un cigarrillo The Clinic”.  (o un bar en Iquique donde nos mofamos de una ex presa política, podríamos añadir hoy…).

Banco Chile  y  Multirut

En abril de este año el sindicato de periodistas de esa revista, fundado en enero de 2018,  denunció públicamente las consecuencias del “multirut laboral” con  que este medio funciona hoy. Son dos razones sociales: Ediciones y Publicaciones Bobby S.A y Comercial The Clinic S.A., lo que ha tenido graves consecuencias para sus trabajadores, que son cada vez menos, en un ambiente de crisis. En declaración pública,  el sindicato sostenía: “Actualmente, el pasquín fundado en 1998 atraviesa la crisis económica y editorial más grave de su historia, y se ha querido traspasar esa crisis a sus trabajadores, ignorando, de manera grave, las condiciones laborales e ideas políticas que por años ha dicho defender. No estamos dispuestos a tolerarlo más.”  Según el sindicato, los profesionales han experimentado acoso laboral desde noviembre del año 2017, cuando Jorge Ergas, empresario dueño del 7% del Banco de Chile y de Movicenter, ingresó al directorio de la empresa.  Entre las irregularidades mencionadas  están la pérdida (extravío) de contratos de trabajo, y el cambio unilateral de funciones; el no pago de teléfonos para mesa de redacción ni para planes telefónicos de los periodistas, y el menoscabo verbal por parte del Director. Patricio Fernández se vio obligado a negociar con el sindicato tras 90 días de peticiones infructuosas del sindicato, que informó de esto a la Dirección del Trabajo. Estos signos de la  crisis financiera  del medio, y la cuestionada relación con sus trabajadores muestran clara desprolijidad  en su conducción. La guinda de la torta está dada por el fácil calificativo de “error humano” con el que la revista intenta disculpar la utilización del nombre de una mujer que sufrió violencia sexual en dictadura, igualándola con lo peor de  la especie, como parte de su macabra estrategia de ventas.

 

 

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