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Brasil – Entrevista a Ana Maria Oliveira

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Los sueños sofocados de la favela lleva a enfermar la mente de los que viven en la periferia

A partir de su realidad en una comunidad de Belo Horizonte, una psicóloga revela cómo la falta de escucha y de una mirada acogedora degeneran la salud mental de una población acostumbrada a la marginación.

Joao Vitor Santos

Revista IHU On-line, 23-8-2021

http://www-ihu.unisinos.br/

Traducción de Florencia Escobar Risatti

Negra, con una sonrisa amplia y un bonito adorno de cabello. Quien observa a Ana Maria Oliveira pronto se da cuenta que, para ella, soñar y llevar la vida con alegría es su resistencia. Habitante de la comunidad Villa Madre de los Pobres, en la región de Pampulha, en Belo Horizonte, Minas Gerais, con 39 años y cuatro hijos, ella podría leerse como la madre guerrera que lucha en la favela. Pero también podría leerse como una joven que deja los callejones para entrar en la facultad de Psicología y llevar la historia de su vida a congresos y aulas. Porque Ana prefiere vivir en ese punto intermedio, una psicóloga que nunca sale de la favela y quiere traer para este lugar todo lo aprendido fuera. «Porque no puedo hacer todo eso sirviendo a mi pueblo? Al fin y al cabo, estas personas necesitan ver que hacer realidad los sueños es posible, necesitan saber que es posible no solo soñar sino también hacer reales sus sueños. Es por eso que sigo aquí», explica.

Ana Maria es creadora del proyecto Humana.mentepsi, que lleva atención psicológica para habitantes en la periferia de Belo Horizonte. «Hoy no existe salud mental dentro de las favelas, la enfermedad psíquica es real», observa. La idea ya existía antes de la pandemia, pero fue durante este periodo que la demanda aumentó mucho, dado que a los dramas que ya se vivían, se suma el miedo al contagio y todas las consecuencias de las medidas de seguridad para frenar la propagación de la enfermedad. «Las madres solteras seguían saliendo a trabajar en casas de familias, el trabajador común, cuando no se le impedía trabajar, y por tanto, obtener su ingreso, quedó a merced de todo un sistema. Los niños quedaron fuera de la escuela, pero no fueron acompañados», cuenta.

Para ella, hay una desmejora en una situación que ya es mala, porque el poder público deficiente en tantas áreas, no parece considerar la salud mental de quien vive en la periferia como un asunto serio. «Si una persona acude a la Unidad Básica de Salud (UBS) local, quejándose de algún síntoma, se le receta un ansiolítico o un antidepresivo. En ese mismo lugar también se le aconseja dejar la receta en la recepción para que se le renueve al final del uso de la medicación sin ningún tipo de seguimiento psicológico o psiquiátrico», revela.

Ana Maria Oliveira es licenciada en Psicología. Está terminando su trabajo final planeando su graduación para finales de año. A sus 39 años, es madre de Samuel de 14 años, Geovana de 6 años y de los gemelos Benjamin y Pedro de un año y siete meses, que están siempre en su regazo cuando habla por teléfono. Ya era madre en «solitario» pero cuando su hijo mayor tenía tres años encontró una pareja y formó una nueva familia. Desde su enseñanza primaria quiso ser psicóloga. «Siempre tuve una cuestión con la escucha y todas mis amigas me estimularon por esa característica en mí», recuerda. Pero entrar en la facultad no fue fácil. «No tenía forma depagar un curso pre-universitario. Estudiaba en casa las asignaturas que me daban mis amigas que hacían el curso. Y funcionó, a los 20 años aprobó el vestibular (preparación para el examen de ingreso: ndt)  en una universidad privada y ganó una beca de estudios.

– Cómo es la salud mental en la favela?

Hoy no existe salud mental en las favelas, la enfermedad psíquica es real. Pero si alguien visita la Unidad Básica de Salud (UBS) local, quejándose de algún síntoma, se le da una receta de un ansiolítico o un antidepresivo. En ese mismo lugar también se le aconseja dejar la receta en la recepción para que se le renueve al final del uso de la medicación sin ningún tipo de seguimiento psicológico o psiquiátrico.

Los mayores retos para llevar la psicología a la periferia son el apoyo de las entidades gubernamentales a través de proyectos y políticas públicas.

– Usted es la creadora de un proyecto que ofrece psicoterapia y grupos de apoyo a habitantes en zonas marginales. Qué le hizo buscar en esa población? Que es Humana Mente Psi?

Elegí la Psicología por el placer de escuchar activamente a todos los que han pasado por mi vida desde que era adolescente. En abril de 2020, con mis hijos gemelos recién nacidos, más de una vez esa escucha fue puesta en marcha, utilizando en esa oportunidad las técnicas de graduación. El 20/04/2020 recibí a primera hora una nota de una madre soltera de la Villa pidiendo pan para alimentar a sus cuatro hijos, pues ella no tenía nada que darles. En ese momento retrocedí en mi historia, viéndome como un niño de la periferia, que a menudo necesita pan para desayunar, y otras cosas básicas que un niño necesita.

También fui a ver la carga de esta madre soltera que, teniendo muchos casos en este ámbito, es juzgada y condenada por ser madre soltera, yo fui madre a los 23 años y también viví ese juzgamiento. Además de haber visto a mi madre siendo madre soltera con un marido en casa, sufriendo violencia emocional y patrimonial. En ese movimiento de mis pensamientos, empecé a darme cuenta de la cantidad de mujeres, madres solteras, niños y adolescentes que están sufriendo estas sobrecargas de emociones, y también reparé en el análisis de que la salud mental no entra en la periferia.

Fue entonces, compartiendo con amigas de la graduación, que nos reunimos para entrar en los suburbios y dar la posibilidad de llevar esa escucha, esa acogida psicológica, para fortalecer el protagonismo de esas personas a las que tanto se les ha quitado. Es dar a los niños y adolescentes la posibilidad de un nuevo significado a sus experiencias y permitirles tener nuevas perspectivas, para que soñar y realizar sea posible. Así nace Humana.Mente.

Quiero mucho que Humana.Mente dé a esta población la posibilidad de ver a través de las paredes. En casi un año y medio, hemos realizado intervenciones en varias favelas, principalmente con jóvenes y mujeres, generando un impacto en 1888 personas en el último semestre. Todo ello a través de 472 consultas online en colaboración con la facultad de Faminas. Con los círculos de conversación impactamos a 228 personas y con las consultas en la sede de Espacio Humana.Mente impactamos a 360 personas, además de una lista de espera.

En colaboración con la Red Gerando Falcoes, distribuimos 450 cestas digitales a las comunidades asistidas, sumando R$ 67.500,00 en dos entregas de 150,00 cada mes. Caminamos todavía sin patrocinadores ni padrinos, mas no paramos de buscar el cumplir nuestra misión de llevar la salud mental a través de la Psicología Social y Comunitaria para las villas y favelas de Brasil.

– Cómo han impactado las experiencias de la pandemia y la crisis social y económica que hemos vivido en las formas de vida de las favelas?

Lo que podemos percibir es que para la población de las favelas no ha habido ningún distanciamiento social. Las madres seguían saliendo a trabajar en casas de familias, el trabajador común, cuando no se le impedía trabajar y por tanto obtener su ingreso, quedó a merced de todo un sistema. Los niños quedaron fuera de la escuela, pero no fueron acompañados.

– Qué de lo narrado por sus pacientes revela sobre nuestro tiempo?

La falta de perspectiva en un futuro mejor.

– Cómo está la juventud en la favela…

La juventud está perdida, aislada, sin perspectiva y con miedo al futuro. El llanto, la angustia y la soledad son narraciones constantes.

– El concepto de periferia deriva de la idea de que se trata de áreas menos céntricas, con menos recursos y menos asistencia a la población. En tiempos de redes sociales, virtualidad, internet, educación a distancia, home office, etc., podemos decir que en la periferia también vivimos al margen de estas transformaciones sociales?

Claramente podemos hablar de ese distanciamiento. A veces, en una misma familia, sólo hay un teléfono móvil para cuatro o cinco niños. Además, el trabajo de la población periférica, en su mayor parte, no tiene cabida en home office, sino que es un trabajo manual, de servicio, que requiere presencia. Puede parecer increíble, pero existe una enorme dificultad para tratar toda esta virtualidad, una falta de conocimiento teórico y práctico.

– Quién vive en la favela hoy quiere qué?

Hay necesidad de rótulos? Son ciudadanos como los demás, entonces lo que quieren es ser VISTOS sin ser MARGINADOS.

– Cómo evalúa la atención prestada por el Estado a la salud mental de las poblaciones más pobres?

Desgraciadamente, el sistema no está preparado para soportar la demanda y tampoco parece estar interesado en añadir socios para llenar este vacío. Todo lo que tenemos es lindo en teoría, pero, en la práctica, no se aplica.

– Existe la opinión de que «los pobres no se deprimen» y eso es porque tienen más cosas de las que preocuparse, como su propia subsistencia y la de su familia. Qué revela esta máxima y cómo podemos enfrentarnos a quienes, aunque no lo digan, operan en esa perspectiva?

Revela cómo estos sujetos son diariamente destituidos de sus derechos, incluso de la enfermedad mental, y cómo se ven obligados a camuflarlo para poder afrontar el día a día. Es necesario llevar la psicología a la periferia, des-elitizar la psicología, deshacer las etiquetas y estigmas que se han perpetuado a lo largo del tiempo. Tenemos que mostrar a estas personas que tienen valores y derechos, incluido el derecho a un tratamiento adecuado en términos de salud mental.

– Usted también ha dicho que muchas personas hablan de la periferia sin escuchar, sin conocimiento de causa de la vida en la favela. Me gustaría que traiga y detalle esa crítica.

Existe la visión de que quienes viven en la favela están allí por comodidad, y siempre se les asocia con la delincuencia. No es asi, en la favela hay personas de bien, niños y adolescentes que tienen sueños, madres que quieren lo mejor para sus hijos, pero la mayoría de las veces no tienen derecho a acceder a las condiciones básicas para hacer realidad esos sueños.

– Cuáles son los grandes retos para, efectivamente, conocer la favela?

Tener la valentía de entrar en la favela, llevando empatía, acogida, libres de juicios de valor.

– Cómo describiría la periferia en la que vive y conoce? Y qué periferia sueña con ver y conocer?

Hoy no veo más la periferia que conocí, la periferia donde crecí, un lugar sin muchos riesgos, con pobreza pero con alegría. Hoy, veo callejones y veredas llenas de inseguridad y sin sueños y ni perspectivas.

Y qué sueño conocer? Un lugar donde los habitantes tengan acceso real y verdadero a todo lo que dice la Constitución de 1988.

– Comenzó a estudiar psicología, conoce otros mundos, pero nunca dejó la favela e, inclusive, hoy vuelve a ella por trabajo. Por qué?

Es una pregunta que siempre me hago. Sabía que muchos médicos, abogados odontólogos, salen de la favela? Pero ninguno regresa, salen, estudian y se van. Para mí misma sería mucho más fácil contar toda esa historia de lucha, de vida en la periferia, en un congreso o incluso en un aula – de hecho, un sueño que tengo es enseñar, trabajar compartiendo mis conocimientos. La pregunta que me hago es: ¿por qué no puedo hacer todo esto sirviendo a mi pueblo? Al fin y al cabo, estas personas necesitan ver que hacer realidad los sueños es posible, necesitan saber que es posible no sólo soñar, sino también hacer realidad sus sueños. Y por eso sigo aquí.

– Cómo alimentar la esperanza en este tiempo?

Concientizando a la población de sus derechos y deberes, de forma práctica y no solamente con teoría. Y también enseñándoles a exigir esos derechos y a ejercer su poder como ciudadanos.

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