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Bolsonaro, TVN y la derecha chilena en la misma apuesta

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Arturo Alejandro Muñoz

En 1964 los militares brasileños bajo el mando de los generales  Humberto Castelo Branco y Golbery do Couto e Silva dieron un golpe de estado derribando por la vía de las armas el gobierno del presidente  Joao Goulart.  

Lo que vino después es historia conocida…historia triste y sangrienta. Veintiún años de feroz dictadura que consiguió réplicas en países vecinos como Uruguay, Argentina y Chile. Era la época de “la guerra fría”, época en la cual amplios sectores impetraban a sus autoridades luchar contra el avance electoral de partidos progresistas e izquierdistas que no comulgaban con las políticas de algunas grandes potencias occidentales.

Nació entonces en Brasil –con el visto bueno y apoyo ostensible del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica- la política de “Seguridad Nacional” con  la que se intervino el Congreso y el Poder Judicial, destituyendo a un gran número de parlamentarios y jueces. Todo lo democrático fue víctima de ataque violento, destrucción, encarcelamiento, muerte. Sobre todo hubo una represión generalizada del movimiento popular, de los partidos y movimientos sociales, del sindicalismo, de los intelectuales de izquierda, de las universidades y de la militancia de izquierda en general.

Nueve años más tarde, ello se repetiría en Chile con mayor virulencia, odio y salvajismo.

Hoy, noviembre de 2022, los miembros de la derecha dura que apoya a Jair Bolsonaro  (y Bolsonaro mismo) llaman “movimiento de pacificación” al intento de golpe de estado que propugnan abiertamente. Y como siempre ocurre cuando se producen estas situaciones, especialmente en América Latina, algunos sectores del país han botado al suelo sus caretas seudo democráticas y hacen llamados a la subversión y al golpe de estado aduciendo que la derrota de su líder, Jair Bolsonaro, se produjo debido a un fraude electoral perpetrado…¿por quiénes?… por los “comunistas”, ergo, por cualquier persona que no sigue ni apoya las ideas de esos grupos deschavetados y fanáticos, como los camioneros de Brasilia y los ultraderechistas de Sao Paulo que cerraron el acceso al aeropuerto de Guarulhos (el más grande del país).

Ante esta realidad electoral en la que Inâcio’Lula’ da Silva resultó triunfador, el actual mandatario brasileño (Jair Bolsonaro) decidió seguir la línea de conducta realizada –y fracasada-  que iniciara hace algún tiempo Donald Trump cuando fue derrotado por Joe Biden, actual presidente de EEUU.

Si los fanáticos ‘bolsonaristas’ están dispuestos a iniciar una guerra civil de consecuencias funestas para Brasil, ¿las FFAA de ese país desearán lo mismo, o respetarán la Constitución y los resultados de la elección reciente? Esta vez no hay una “ideología de la Seguridad Nacional” a la cual pueda echar mano la derecha…aún más, esta vez Lula da Silva resulta más cómodo que Bolsonaro para el FMI, para Washington y para la Unión Europea, un pensamiento del periodista Alejandro Kirk que comparto plenamente.

¿Y por estos lados nuestros, qué ocurre?  La derecha chilena no tuvo empacho en mostrar su decidido apoyo a Bolsonaro y a la ultraderecha durante la campaña presidencial brasileña. Llegó a tal nivel lo anterior que incluso el canal de televisión supuestamente ‘público’ (TVN) y por esa misma condición, “necesariamente objetivo e imparcial”, jugó sus bazas informativas permitiendo que su enviada especial a Brasil para cubrir las elecciones, la periodista Constanza Santa María, se transformara en apologista del inefable exmilitar. Hasta el momento de despachar estas líneas, el silencio de los directivos de TVN es atronador.

¿Representa lo anterior a todo el conjunto de la derecha chilena, además de aquellos dirigentes del mal llamado “republicanismo patriota”?  Es oportuno que esos sectores despejen la duda y fijen pública y oficialmente su posición ante estos avatares post electorales cuando los comicios les son desfavorables. La historia  reciente, aquella de hace 30 años, les juega en contra, ya que el apoyo y cobijo que la derecha brindó a la dictadura cívico-militar que dio el golpe de estado en Chile el año 1973, parece continuar vigente.

Aquellos dirigentes políticos derechistas que tanto gustan de las cámaras y micrófonos, como Javier Macaya, Diego Schalper, Francisco Chahuán, Iván Moreira, Camila Flores,  y otros, disponen ahora del momento perfecto para dar a conocer no sólo su opinión respecto de estos acontecimientos, sino muy particularmente para precisar la posición de sus tiendas partidistas.

 

 

 

 

 

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