por Gustavo Burgos
La escena política boliviana se encuentra hoy sumida en una crisis múltiple —económica, política y social— que expresa, en forma particularmente aguda, el agotamiento histórico del reformismo en América Latina. El colapso del Movimiento al Socialismo (MAS), fuerza hegemónica durante dos décadas, es mucho más que el ocaso de un ciclo político nacional: se trata de un fenómeno de alcance continental que debe ser comprendido no como accidente, sino como producto inevitable del intento de conciliar el capitalismo dependiente con las aspiraciones históricas de las masas explotadas.
La evolución de Bolivia bajo el MAS ofrece una advertencia crucial para Chile: el agotamiento de los proyectos reformistas no genera espontáneamente un ascenso de la izquierda revolucionaria, sino que puede —y suele— abrir el camino al retorno de la reacción, cuando no se construye a tiempo una alternativa independiente de clase.











