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Barcos hundidos durante la segunda guerra mundial, son fuente de contaminantes

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Por Adán Salgado Andrade

El mar ha soportado, y soporta, muchas infamias. Derrames petroleros, radioactivos, aguas negras, fertilizantes, plásticos, microplásticos, calentamiento global y hasta el minado de su fondo, para buscar metales preciosos y otros minerales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/12/ya-se-mina-el-fondo-marino-costero.html).

Por si no fuera poco lo anterior, hay que agregar los naufragios de embarcaciones que por miles de años se han dado. Actualmente, los más comunes son los de cargueros. Allí quedan, en el fondo, con todo lo que acarreaban, que muchas cosas, son contaminantes y contribuyen a incrementar el daño (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/12/ya-se-mina-el-fondo-marino-costero.html).

Pero hay hundimientos de barcos que se dieron hace décadas, como los de cientos de buques de guerra y submarinos, que tuvieron lugar durante la primera y segunda guerras mundiales. Esos objetos, mudos testigos de la barbarie humana, están en los fondos y son potenciales “bombas de tiempo”, pues todavía contienen sustancias tóxicas, como combustibles, petróleos y metales pesados de las armas que portaban. Como siempre ha sucedido, la guerra es la manera, incluso, en pleno siglo veintiuno, de “resolver” los problemas. El ejemplo actual, es el de Rusia, que invadió a Ucrania, que además ha sido un excelente negocio para las fábricas de armas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/la-muy-lucrativa-y-oportuna-invasion.html).

Recientes estudios están mostrando los peligros que esos hundidos buques de guerra representan. Es lo que expone el artículo del New York Times, titulado “Un barco hundido de la segunda guerra, derrama contaminantes al Mar del Norte, muestra un estudio”, firmado por Christine Hauser, quien introduce que “investigadores europeos, hallaron metales pesados, arsénico y otros contaminantes cerca de un pesquero, que fue convertido en un barco patrullero alemán durante la segunda guerra mundial” (ver: https://www.nytimes.com/2022/10/22/us/environmental-impacts-wwii-shipwreck.html).

Dice Hauser que “por más de 80 años, el naufragio de un pesquero, convertido a patrullero alemán en la segunda guerra mundial, yacía imperturbable en el fondo del Mar del Norte, en donde se hundió con su arsenal y tripulación, luego de ser bombardeado por aviones de guerra ingleses. Pero mientras ese barco, conocido como el V-132 John Mahn se corroe, su legado de la guerra, está presente y actuando, de acuerdo con un estudio de Fronteras de la Ciencia Marina, publicado recientemente. Los investigadores detectaron contaminantes en el medio ambiente marino que se han fugado del casco del barco, y de las municiones y combustible que acarreaba durante décadas. Ese estudio, es uno de los recientes esfuerzos para evaluar el impacto ambiental de los naufragios, investigando, no sólo cómo llegaron allí, sino qué les ha sucedido desde entonces”.

Menciona Hauser a Josefien Van Landuyt, principal autora de la investigación, que estudia doctorado en la Universidad de Ghent, en Bélgica, quien dice que “la gente, se interesa por la historia de esos hundimientos, pero pasa por alto sus consecuencias ambientales”.

Es cierto, pues esas máquinas de guerra tenían armas, al momento de sus hundimientos, que contienen materiales tóxicos – los de las bombas, por ejemplo – que han estado contenidos y fugándose de los blindajes que los contienen, además de todo el combustible que cargaban sus tanques. “Sobre todo, el Mar del Norte, está lleno de miles de barcos, aviones, municiones, petróleo y explosivos, principalmente de la primera y segunda guerras mundiales. La investigación, llamada John Mahn – como el pesquero alemán –, busca ver los efectos de la corrosión y la fuga de tóxicos de esos hundimientos”.

Como ya señalé, son muchos estreses que están soportando los mares, varios, todavía por suceder.

Por cierto que hay uno actual, que involucra a un barco petrolero abandonado frente a las costas de Yemen, desde el 2014, por distintas situaciones, sobre todo, por la guerra civil que tiene lugar en ese país desde hace años. El petrolero, llamado FSO Safer, contiene unos 218 millones de litros de petróleo, y se está corroyendo. Una tormenta, podría partirlo en dos y el petróleo que se derramara, provocaría un desastre ambiental, destruiría arrecifes de coral y otra fauna marina del Mar Rojo, pondría en peligro cientos de miles de empleos de las industrias pesqueras y cortaría las entregas de comida y combustibles a Yemen, pues se interrumpiría la navegación. Es un desastre anunciado, que podría evitarse con unos 80 millones de dólares, que serían cualquier cosas para millonarios como Elon Musk, Mark Zuckerberg o Jeff Bezos, pero son tan mezquinos, que nada hacen, si no les deja ganancia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/09/barco-petrolero-abandonado-frente-yemen.html).

Dice Hauser que aunque esos naufragios, con el tiempo, se han convertido en sitios en donde ha florecido la vida marina, “sus cargamentos, pueden hacer que esa vida marina que los ha acogido, peligre, una vez que los tóxicos que contienen, sean liberados”.

El John Mahn, fue hundido el 12 de febrero de 1942, cerca de las costas de Bélgica, con su tripulación de once personas.

El barco se eligió para ser estudiado, porque no está en el curso de rutas marinas. “Buzos se pusieron a recoger muestras y en éstas, se hallaron metales pesados, químicos, arsénico y compuestos explosivos, que siguen activos y pueden interferir con el ambiente marino que los rodea, incluso luego de 80 años”.

Se calcula que hay unos 8,000 hundimientos por la guerras de distintas épocas, que pueblan los mares y en un estudio del 2021, “investigadores ingleses se mostraron consternados por los efectos que la contaminación de aceites y petróleo de tales hundimientos, puede provocar en el medio ambiente marino”.

Es lo que sucede con el buque de guerra inglés, el H.M.S. Royal Oak, hundido por un submarino alemán en 1939, cerca de las islas Orkney, “que estuvo fugando petróleo de sus tanques. En los 1990’s, se extrajo algo, pero todavía quedan unas 697 toneladas de ese contaminante” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/HMS_Royal_Oak_(08)#Environmental_concerns).

Otro barco de guerra, que también contiene cientos de miles de galones de petróleo (diésel, pues era con lo que funcionaban) y que podrían derramarse también, es el U.S.S Arizona, hundido en 1941, en el ataque japonés a Pearl Harbor, “aunque una capa de organismos que se ha formado en su casco, de momento, está conteniendo ese aceite. Pero se planea también extraerlo, para evitar un problema ecológico”.

Un barco más que está en la misma situación, es el petrolero alemán Franken, que fue usado por los alemanes para acarrear petróleo, minas explosivas, embarcaciones y municiones. El 8 de abril de 1945, fue hundido por los soviéticos. En el momento del hundimiento, llevaba más de tres millones de litros de petróleo, que estarán contenidos en su casco, hasta que lo que queda del buque, se desintegre, por la acción marina. Se halla en el Mar Báltico, cerca de Polonia, a la que le pertenece, por estar en sus aguas territoriales. “Es una bomba de tiempo que en cualquier momento puede estallar y ocasionar una catástrofe ambiental” (ver: https://www.youtube.com/watch?v=YL-WaRyoqFQ).

Y así, nadie sabe la condición en la que ocho mil hundimientos, se encuentren y las sustancias tóxicas mortales que ocasionarán un grave daño ambiental, cuando sean liberados de esos herrumbrosos, oxidados restos.

Debería de aprenderse de ese pasado y evitar las guerras.

Pero, como dije, son la solución predilecta para resolver los graves problemas de la humanidad, aunque sean una fuerte fuente de contaminación (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/las-destructivas-y-contaminantes-guerras.html).

Así que atengámonos a los daños ambientales que tantas guerras han ocasionado y seguirán ocasionando.

Contacto: studillac@hotmail.com

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