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Asesinatos de líderes y planes para «intervenir Venezuela»: Las confesiones de un sicario

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Resumen Latinoamericano / 5 de julio de 2019

El presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello emitió su programa Con el Mazo Dando una confesión hecha por José González León, alias Bola Ocho, mercenario implicado en el intento de golpe militar el 30 de abril. Estuvo en el Distribuidor Altamira junto a francotiradores.

De hecho, según la información publicada, González León es un francotirador formado en Israel y experto en explosivos. En 2018 fue capturado en posesión de artefactos explosivos con intenciones de detonar dos niples en el terminal La Bandera de Caracas.

Debido a su captura por parte de las autoridades de seguridad e inteligencia nacionales, conoció al diputado Renzo Prieto en las instalaciones de El Helicoide, que forma parte del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN).

El mencionado diputado forma parte de la estructura partidista de Voluntad Popular, quien fue liberado a principios de 2018 luego de ser apresado en 2014 por involucrarse en la revolución de color, plan mejor conocido como «La Salida». Él y Delsa Solórzano contrataron a alias Bola Ocho, según su confesión, para asesinar a Freddy Bernal y a Valentín Santana, líder del colectivo La Piedrita del 23 de Enero (Caracas). Por cada cabeza, los diputados pagarían 10 mil dólares.

González León dijo que, entre los complotados de la intentona golpista del 30A, estaban principalmente Leopoldo López, Juan Guaidó, María Corina Machado, Renzo Prieto, Delsa Solórzano, Ramón Flores, Wilmer Azuaje. También participaron algunos concejales de Chacao, sin dar detalles. La información confirma, asimismo, que ese nuevo Día D fue un desarticulado «golpe privado» de López, en el que ninguno de los participantes de la desmontada Operación Vuelvan Caras tomó acción.

Dice el francotirador en el video presentado por Cabello que fue enviado a Colombia y contactado con Humberto Calderón Berti, quien en estos momentos es el «embajador de Guaidó» en el país vecino, y con Diego Villamizar, este último mano derecha de Álvaro Uribe.

Diego Villamizar junto a Álvaro Uribe en Cúcuta

Sigue alias Bola Ocho que lo contactaron con «el señor Felipe», un nombre en código para el supuesto jefe de inteligencia del ejército colombiano, quien según el relato recoge información, consigue armamento y reclutas con la intención de, en sus palabras, «intervenir en Venezuela».

Aunque muy probablemente no se entrevistara con un oficial de ese rango, en efecto puede tratarse del coordinador de operaciones irregulares en Colombia para Venezuela.

Junto a los militares desertores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y mercenarios paramilitares, el plan era tomar San Antonio del Táchira con una suerte de ejército venezolano en el extranjero.

Esto confirmaría el hecho de que Colombia, hoy ·socio global» de la OTAN, sirve como cabeza de playa para acciones de violencia irregular y paramilitarizada contra la estabilidad de Venezuela. Norte de Santander fue el epicentro del 23F (fallido ingreso por la fuerza de la «ayuda humanitaria») y del entrenamiento de los sicarios que intentaron asesinar al presidente Nicolás Maduro vía drones explosivos.

En ese sentido, fue beneficioso no sólo la recaptura de José González León por las declaraciones confesadas, sino también la detención de Roberto Marrero, mano derecha de Guaidó que coordinaba el ingreso al país de células terroristas entrenadas en Colombia, quienes planificaban atentados y sicariatos políticos contra el chavismo.

La implicación del gobierno colombiano, hoy liderado por el uribismo, en los planes de magnicidio, golpe de Estado y guerra en Venezuela se hace cada vez más evidente.

Misión Verdad

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