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Uruguay – Trías y la campaña de los agentes pro yanquis

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CLARIDAD, Uruguay

Por: Julio A. Louis

Se puede estar sobornado o no. Pero un agente es siempre un portavoz de determinada tendencia de ideas, y como tal, todos somos “agentes de”. Actualmente se ha desatado una campaña denigratoria contra Vivian Trías. Los acusadores del supuesto agente checoslovaco,  promueven una campaña liberal o social-liberal contra él. Y en el marco de la nueva guerra fría desatada por el gobierno de Trump, y de su campaña para reconquistar el patio trasero, estos calumniadores ofician de agentes pro yanquis en Nuestra América. Tanto mejor servirán si tienen credenciales “revolucionarias”, por ejemplo, provenientes del estalinismo, por aquello que “cree el ladrón que todos son de su misma condición”. O  bien, por su pasaje -antes de convertirse en liberales- por el Partido Socialista de Trías.

¿Qué buscaron los calumniadores de Artigas? Desprestigiar sus ideas revolucionarias, federales, de integración de nuestros pueblos. ¿Qué buscan los calumniadores de Trías? Además de limpiar sus pecados, u obtener unos minutos “de gloria”, denigrar los soportes ideológicos del internacionalismo, del socialismo, del fortalecimiento de los Estados Nacionales capaces de enfrentar la ola reaccionaria trasnacional, que tiene como voceros de primer nivel al gobierno de Estados Unidos y a varios de la Unión Europea.

Quien conozca algo de la teoría del “golpe blando” de Gene Sharp, ideólogo imperialista -que afirma que “nosotros combativos con armas sicológicas, sociales, económicas y políticas”-, reconocerá que en la campaña desesperada del tigre herido norteamericano, se cumple aquel pensamiento de Mao tse tung: a largo plazo, estratégicamente, el imperialismo es un tigre de papel, pero tácticamente, a corto plazo, tiene los colmillos bien afilados y representa un extraordinario peligro para los pueblos.

Los agentes del gran capital imperialista dan muestras a diario de dar prioridad a la lucha ideológica, para la cual no vacilan en ensuciar la cancha. Y los Estados Unidos, que reculan ante la superioridad económica de China, y los desafíos militares de Rusia, en especial, en Nuestra América se valen de todo. Claro está, aprovechando con inteligencia los propios errores de los pueblos y de sus gobernantes, sea de aquellos que han pretendido apretar el acelerador y avanzar hacia “el socialismo del siglo XXI” (Venezuela, Ecuador, Bolivia), o de aquellos que han preferido aliarse con “sapos y culebras” y están pagando las consecuencias, cuyo caso más notorio es el Brasil de Lula.

Ante tamaña ofensiva se impone el valor y la serenidad. El valor para no amedrentarse ni tirar la toalla como en el boxeo, pues la lucha será larga y dura. Y serenidad, para dar las batallas posibles, escogiendo bien los pasos a seguir.

Uruguay y su pueblo están encerrados por dos gigantes (Brasil y Argentina), cuyos gobiernos son fieles soldados del amo imperialista. Pero además, están padeciendo lo limitado de la conciencia de clase de los trabajadores y de sus aliados sociales, las falencias de sus organizaciones de masas, y sobre todo, la flojedad de sus organizaciones políticas que debieran servir de vanguardia revolucionaria.  Hace años que no gobierna el Frente Amplio, sino el vazquismo. Y hace tiempo, que el Frente Amplio lo tolera.     Uruguay, abrazado territorialmente por Argentina y Brasil, como Ecuador por Colombia y Perú, ve diluirse el progresismo desde dentro de filas. Por eso, es hora de repensar el proyecto político, de gestar otro, con nítida conciencia anticapitalista, antiimperialista, nuestro-americana e internacionalista. Sin gestar esa otra fuerza, veremos morir la rica y limitada experiencia frenteamplista sin dignidad.

Pero aunque procedamos con sabiduría en nuestros países, seremos irremisiblemente derrotados, sino vertebramos sólidas bases para el internacionalismo de los trabajadores y de los pueblos. El gran capital actúa con un mando unificado, el del Club de Bilderberg. Los trabajadores debemos proceder de igual modo. Cuando eso se logre, venceremos. El socialismo es posible, pero depende de nosotros. Y los tiempos se acortan, ante -entre otros problemas- la crisis medio ambiental provocada por el capitalismo. *

 

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