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MALOS TRATOS A LA VEJEZ

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Pepe Gutierrez-Alvarez

Las sociedades “adelantadas” se enfrentan ahora al fenómeno del envejecimiento de la población, lo que plantea nuevas situaciones, de entrada la consideración de las pensiones como un “privilegio” que debería de ser gestionado por las potentes aseguradoras.

Un “privilegio” logrado por el salario diferido, por décadas de cotizaciones de las que se quieren apropiar, y que de ninguna manera quieren garantizar a las nuevas promociones, antes al contrario. Esto sucede en un tiempo en el que las estructuras urbanísticas y sociales animan a la desvinculación, de manera que, llegados a cierto punto, los ancianos son relegados a “almacenes” llamados residencias en las que prima el criterio del máximo beneficio, como en todo: el capitalismo se ha metido hasta en los retretes de manera que sí quieres orinar en la ciudad, tienes que pagar. Esta situación está dando lugar a un creciente desarrollo de la violencia y los maltratos a las personas mayores.

La OMS las ha tipificado como una de las formas de violencia más ocultas, el envejecimiento comporta indefensión. La lucha contra estos malos tratos se está convirtiendo en un problema. Definir el maltrato a personas mayores es un ejercicio multifactorial (aspectos culturales, tradicionales, valores y normas sociales, etc.). Muchas definiciones incorporan el concepto de violencia, así pues, centran su atención en el abuso de poder hecho desde una posición de confianza.

No obstante, consideramos que el concepto de maltrato es mucho más amplio. Se habla de los siguientes: a) Utilización de la fuerza física, la cual puede ocasionar heridas corporales, dolor y un deterioro en la salud. La utilización de restricciones físicas en mayores atenta contra las bases fundamentales del cuidado y como consecuencia, se consideran una forma clara de maltrato físico y psicológico; b) Psicológico: Consiste en ocasionar dolor, angustia, pánico o terror mediante actos verbales o no verbales, como las amenazas, la humillación, los insultos, la instigación y la intimidación. La infantilización de las personas mayores tiene una gran relevancia por ser una práctica muy extendida y ser aceptada por la sociedad…

Por este camino llegamos al abuso económico: Es la utilización abusiva o ilegal de los bienes e inmuebles propiedad de la personas mayores en tantos casos abandonada. Sobre todo cuando los centros de atención se ven manipulados en aras del los intereses empresariales que extraen sus beneficios de la reducción de personal, del empobrecimiento de los servicios e incluso de los alimentos. Lo hacen a sabiendas que cuentan con la complicidad del poder, con la impunidad de los muros y del miedo de los trabajadores al despido, pero sobre todo por el desinterés social, que se atribuyen a familiares atenazados por sus propios egoísmos. Por la creciente imposición de formas de vida privatizadas compuesta por “muchedumbres solitarias”, de gente trabajadora sometida a sus crecientes dificultades que descreen de entidades propias de la fraternidad que caracterizó al mejor movimiento obrero.

El individualismo nos convierte en cómplices, sobre todo porque estas cosas siempre suceden en otras partes, a otros, y raramente a nosotros. La cuestión es que lo que en principio fue un avance se está convirtiendo en un retroceso. Esto para los que todavía gozan de una pensión más o menos digna (apañada con los ahorros y propiedades ganados), por lo que cabe imaginar que será para estas nuevas generaciones que creían que iban a vivir mejor que sus padres porque tuvieron su coche mucho más jóvenes que ellos.

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