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LOS DESAFÍOS ACTUALES de los Movimientos populares y la Izquierda en América Latina

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Entrevista con Joao Pedro Stedile, Coordinador Nacional del Movimiento Sin Tierra (MST – Brasil). Febrero de 2017.

Editado por Carlos Torres, La Estaca Nº8, 2017

 

En una conferencia reciente, Álvaro García Linera llamó a hacer un “análisis de terminología militar, analizar las fuerzas y escenarios, sin ocultar nada”. Siendo exigentes en la crítica y autocrí- tica, ¿cuáles cree que fueron las limitaciones o errores más decisivos de los gobiernos que, siendo parte del ciclo progresista de los últimos 15 años en la región, perdieron el gobierno o están en situaciones críticas que pueden dificultar su continuidad?

Joao Pedro Stedile: No debemos incluir a todos los gobiernos progresistas de la región en el mismo análisis.

En cada país, las condiciones de la formación socio-económica, la correlación de fuerzas, el comportamiento de la burguesía y los intereses del imperialismo estadounidense, son distintos y se expresan de un modo diferente. Y eso implica una evaluación distinta. Aunque es verdad que hemos vivido un periodo común de lucha política en Latinoamérica y de ascenso por la vía electoral de gobiernos progresistas. La evaluación que hacemos los movimientos populares del ALBA, en el contexto, de que hubo en nuestra visión una intensa lucha de clases a escala continental entre tres propuestas que se enfrentaban al interior de nuestros países y a nivel del continente. De un lado las burguesías locales aliadas y subordinadas al capital estadounidense y a veces al europeo, que proponían modelos neoliberales, los cuales fueron hegemónicos en México, Colombia, Honduras y Chile, para citar algunos. A partir del gobierno del Presidente Chávez iniciamos el diá- logo, para ir concretando y organizando la articulación de los movimientos sociales.

Al principio se pensaba que podría ser junto con los gobiernos progresistas en el marco de los países del ALBA acompañando el proceso regional. Pero, luego, de común acuerdo con Chávez, mantuvimos la autonomía de los movimientos y nos conformamos como una articulación social independiente de los gobiernos. Articulamos a cientos de movimientos populares desde Canadá hasta la Patagonia, estamos hablando de más de mil movimientos populares. Ya realizamos dos asambleas continentales, una en Brasil y otra reciente (dic/16) en Bogotá, donde se consolidó una visión política común, una plataforma de luchas y diversas iniciativas colectivas en términos de comunicación, formación de cuadros, en la idea de construir escuelas nacionales que a la vez impulsen programas hacia otros países.

Construimos articulación de los movimientos con Telesur y Radiosur; organizamos brigadas internacionalistas, que actúan en Centro América, Venezuela y Haití; existe la voluntad política de seguir impulsando los programas de alfabetización de adultos, con el método cubano SI YO PUEDO; con dificultades, estamos avanzando. Pero, tenemos también muchos retos y desafíos. El más importante de ellos, es que necesitamos impulsar la lucha de masas común, en todo el continente contra los mismos enemigos, las empresas transnacionales.

Tenemos enemigos comunes en todo continente, relacionados con las semillas transgénicas y los agrotóxicos (Monsanto, Bayer, Basf, Adm, etc.) también son nuestros enemigos comunes las petroleras y las grandes empresas mineras gringas y canadienses que nos explotan en el continente. Enemigos que nos despojan del agua potable. Enemigos que nos imponen gobiernos de mierda. Y también tenemos el reto de impulsar más formas comunes comunicacionales, potenciar el uso de radios, Telesur, periódicos, y otras formas culturales de comunicaciones y formación política y técnica. Enfrentamos el reto de implementar en cada país, escuelas de formación política, para elevar el nivel ideológico de la militancia. Tenemos una agenda anti-colonial, que debe priorizar la solidaridad con los argentinos por la soberanía de las Malvinas, a los portorriqueños, a los hondureños, cubanos y colombianos, contra la presencia de bases militares gringas que son enclaves coloniales; la situación olvidada de Belice y Guyana Francesa y la salida al mar para Bolivia.

Esperamos que en los próximos años, dada la crisis profunda del sistema capitalista, en términos económicos, políticos, y de la propia naturaleza del estado burgués, se genere un proceso de reascenso del movimiento de masas. Y con él, surgirán nuevas formas de lucha, nuevos liderazgos, nuevos gobiernos, y una nueva etapa histórica en Latinoamérica. Estoy muy optimista, porque más allá de nuestras transitorias debilidades, de la correlación de fuerzas adversa, enfrentamos un sistema económico moribundo, que no caerá por sí solo, pero que ya no representa la esperanza o posibilidad de progreso social, como lo fue en el siglo pasado.

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La relación Estado-movimientos populares ha estado en discusión en las últimas décadas, ¿qué balance cree que arrojan, al respecto, las experiencias que pudieron darse dentro de los gobiernos protagonistas de este ciclo progresista?

J. P. S.: De nuevo, prefiero no hacer un balance general del continente. Sí puedo hablar es de nuestro país, y más específicamente de los movimientos populares de Brasil, donde actuamos. El MST procura actuar siempre bajo el principio de autonomía de nuestra organización en relación a los partidos, y mucho más en relación a los gobiernos y al estado. Pero, lamentablemente esa no fue la práctica de todos los movimientos, y hemos percibido que sobretodo el movimiento sindical, por su naturaleza corporativa y negociadora, muchas veces se ilusionaba con las promesas de los gobiernos amigos. El mismo Lula siempre ha dicho, el rol de un movimiento popular es hacer presión de masas, sino el gobierno no funciona. O también metafóricamente Frei Betto, que estuvo en el gobierno aconsejaba: “el gobierno es como una olla para cocinar frijoles, sólo funciona bajo presión (del pueblo)!”.

Claro, el contexto del periodo estaba dado porque las masas satisfechas con las migajas no se movilizaron y no pudimos ejercer la presión de masas. En el campo, intentamos presionar con millares de familias ocupando tierras, pero fue insuficiente para romper la alianza del gobierno con el agronegocio y acelerar la reforma agraria. Debemos hacer un balance crítico; muchos dirigentes populares ilusionados por el espacio institucional salieron de los movimientos y ocuparon espacios en el parlamento y el gobierno. Ello nos privó la experiencia acumulada de los movimientos, que no tuvieron militantes suficientes para conducir la lucha de clases. Y por último, también parte de la mayoría de los movimientos populares abandonó la formación política, resistentes o sólidos que los gobiernos de Argentina o Brasil.

¿Coincide con la caracterización que diferencia proyectos nacional/revolucionarios, en el primer caso, de proyectos neodesarrollistas/capitalistas, en el caso de los gobiernos mencionados en segunda instancia?

¿Eso diferencia mayor apoyo popular en los primeros casos y falta de apoyo en los segundos?

J. P. S.: Lo que ocurrió con los gobiernos de corte neodesarrollista como Argentina y Brasil, ya comenté tomando únicamente como ejemplo a Brasil, que es donde vivimos y participamos. La diferencia de esos procesos con Bolivia y Venezuela, son muchas. En esos casos, hay solo una burguesía compradora, mercantil, al contrario de Argentina y Brasil que son burguesías industriales y latifundista, más fuertes y consolidadas y con fuerte alianza con la burguesía internacional de Estados Unidos y Europa. Así, la administración de un gobierno popular, aunque el estado sea burgués, se facilita para controlar ese tipo de burguesía que acumula sólo en las esferas del comercio y las importaciones y exportaciones.

En términos políticos, no hicimos una reforma efectiva, que tendría que ser aprobada una asamblea constituyente, para impulsar un nuevo modelo democrático más participativo bajo hegemonía de las mayorías. como estudiar a los pensadores clásicos, que nos ayudan a conocer la correlación de fuerzas, la historia de la lucha de clases, y a alimentar nuestra ideología clasista y de la necesidad de un proyecto autónomo de la clase trabajadora.

En la relación gobierno-estadomovimientos populares, el error principal fue de los movimientos, el estado siguió siendo burgués, y los gobiernos atados a sus programas sociales y redistribución de renta. Pero los movimientos populares debemos retomar, nuestra autonomía, nuestra independencia de clase, estamos obligados a entender que sólo la lucha de masas altera la correlación de fuerzas en la sociedad y en la gestión del estado, sea quien sea que esté en el gobierno. Sólo la lucha eleva el nivel de consciencia de las masas y la formación política de cuadros y de militantes es la columna vertebral de cualquier proceso organizativo de la clase. Los procesos en Venezuela y sobre todo Bolivia, parecen más resistentes o sólidos que los gobiernos de Argentina o Brasil.

¿Coincide con la caracterización que diferencia proyectos nacional/revolucionarios, en el primer caso, de proyectos neodesarrollistas/capitalistas, en el caso de los gobiernos mencionados en segunda instancia? ¿Eso diferencia mayor apoyo popular en los primeros casos y falta de apoyo en los segundos?

J. P. S.: Lo que ocurrió con los gobiernos de corte neodesarrollista como Argentina y Brasil, ya comenté tomando únicamente como ejemplo a Brasil, que es donde vivimos y participamos. La diferencia de esos procesos con Bolivia y Venezuela, son muchas. En esos casos, hay solo una burguesía compradora, mercantil, al contrario de Argentina y Brasil que son burguesías industriales y latifundista, más fuertes y consolidadas y con fuerte alianza con la burguesía internacional de Estados Unidos y Europa. Así, la administración de un gobierno popular, aunque el estado sea burgués, se facilita para controlar ese tipo de burguesía que acumula sólo en las esferas del comercio y las importaciones y exportaciones. En términos políticos, no hicimos una reforma efectiva, que tendría que ser aprobada una asamblea constituyente, para impulsar un nuevo modelo democrático más participativo bajo hegemonía de las mayorías.

Y tampoco se propuso hacer cambios en el poder judicial. Tampoco tuvimos coraje para impulsar una reforma que permitiese democratizar la difusión y utilización de los medios de comunicación. En el aspecto ideológico, aunque no era tarea del gobierno, pero ellos podrían haber ayudado, tendríamos que haber impulsado programas de formación política masiva para elevar el nivel de educación político-cultural de las masas. Segundo, hay una tradición de luchas populares mayores. No olvidar que en Bolivia y Venezuela los gobiernos ganaron las elecciones en un contexto de crisis y desmoralización de los partidos de derecha, pero también en un ambiente de reascenso del movimiento de masas. Ambos gobiernos tienen una identidad e interlocución permanente con las organizaciones populares.

El pueblo participa activamente de los procesos, y a veces también crítica a sus gobiernos. Como fue el caso del aumento del precio de la gasolina en Bolivia en que el pueblo salió a la calle y obligó al gobierno a cambiar la política. O en los procesos electorales, cuando ocurre lo que se denomina “voto de castigo”. Es decir que las masas tienen consciencia del proyecto en el que participa con el gobierno, pero rechaza comportamientos o errores de funcionarios del gobierno, que a veces caen en corrupción o desatienden los problemas del pueblo. En esos casos el estímulo de la participación popular por parte de los gobiernos es lo que los salvó. Podemos hacer una comparación, el gobierno de Dilma, trató de defenderse sólo en los espacios institucionales. Nunca se preocupó de apoyar o incentivar la lucha de clases con la movilización popular en la calle. Los movimientos populares la defendimos solitos! Y el resultado está allí, sus supuestos aliados institucionales la traicionaran y derrotaron.

También cuenta para la correlación de fuerzas la existencia, en esos países andinos, de fuerzas armadas o sectores mayoritarios de ellas de carácter nacionalista, bolivarianos, anti-imperialistas y sus miembros originarios y de extracción popular. En el caso de Brasil, tenemos la Marina y la Fuerza Aé- rea conformadas únicamente por gente de las élites que ideológicamente se comportan como tales. Venezuela y Bolivia enfrentan problemas estructurales en la economía para impulsar proyectos más avanzados, sean de liberación nacional, anti-imperialista, incluso si se pretende, post-capitalista. Países sin un parque industrial desarrollado que permita producir a nivel nacional los bienes necesarios para atender las necesidades de la población, sea de alimentos, vestuario, mobiliarios y utensilios en general.

También sabemos que el proceso de industrialización de la economía toma décadas. Chávez tenía claro cómo utilizar la renta petrolera para hacer la inflexión en la economía, lo estaba intentando, pero eso lleva mucho tiempo. Tuvo que empezar por la solución de los problemas sociales reales y luego avanzó en la construcción de la infraestructura bá- sica social y ahora están en la etapa de formar una nueva industria. En Bolivia, ocurre que es muy dependiente de las economías argentinas y brasileñas y de sus hidrocarburos. Y, la visión histó- rica de Chávez, era que en nuestra América la liberación para alcanzar un modo de producción más avanzado depende de la integración económica y popular entre todos los países de América del Sur y luego de Latinoamérica. Por eso existe la necesidad de construir espacios comunes continentales, en la economía, con liberación de territorios para el intercambio de materias primas, de petróleo, minería, energía eléctrica. Igualmente la creación de una moneda común; la propuesta fue el SUCRE (no en homenaje al general sino como un sistema único de conversión de monedas). Y en el plan político sería el ALBA y el CELAC. Para ello es necesario la ampliación del Mercosur, ampliar el mercado común de UNASUR y defenderse de los estadounidenses y europeos y sus empresas transnacionales, que se disputan nuestros mercados.

La coordinación ALBA-Movimientos que lo tuvo a usted como miembro de la Secretaría Operativa hasta la asamblea reciente, que reúne a movimientos populares de todo el continente, más allá del signo de los gobiernos. ¿Cómo ve a esos movimientos, qué fortalezas y debilidades destaca?

J. P. S.: En Latinoamérica hemos construido en los últimos años una unidad muy importante de los movimientos populares (en el sentido genérico, que agrupa a múltiples formas de organizaciones). Y esa unidad la construimos en la lucha concreta, continental, desde los tiempos del enfrentamiento al neoliberalismo. Hicimos la articulación contra el neoliberalismo y enfrentamos las ceremonias colonialistas de los 500 años. Nos organizamos contra el ALCA, y vencimos. Luego en muchos países hubo luchas masivas contra las privatizaciones del agua, contra bases militares, etc.

El Papa Francisco se abrió al diálogo con los movimientos populares de América Latina y del mundo. Usted lo calificó como un “Papa revolucionario”. ¿Cree que Francisco puede ocupar el lugar que dejó vacante Hugo Chávez para los pueblos de Nuestra América, y más, ser un líder ético y político para quienes impulsan las luchas anticapitalistas?

J. P. S.: El Papa Francisco es un personaje revolucionario, por la postura que viene tomando para impulsar cambios en la iglesia católica y su relación con la sociedad en general. Desde que asumió el papado, buscó a los movimientos populares, a partir de su confianza y vivencia experimentada con los movimientos populares argentinos, y articulamos encuentros anuales de movimientos populares de todo el mundo con el Papa.

Él siempre afirmó que quería hablar con los trabajadores, con los sectores sociales que estaban organizados para hacer cambios en sus vidas pero sin esquemas burocráticos. No promovía movimientos de carácter pastoral ni nada parecido, no impuso ninguna condicionante de religión, fe, etnia, opción sexual; así se conformó un espacio con participación de movimientos que actúan en el mundo del trabajo, de la lucha por la vivienda y del campo. Esos espacios son muy muy importantes, porque además de la práctica del diálogo, que nunca había ocurrido antes entre un Papa y dirigentes de movimientos populares de todos los continentes, (¡y eso también es una señal revolucionaria!), son espacios para debatir, reflexionar sobre los dilemas de la humanidad, en el marco de una grave crisis capitalista, política, ética y ambiental.

En el último encuentro en Roma, en noviembre pasado, los temas principales fueron el papel del estado y la democracia representativa, que está ciertamente fracasada; y por otro lado el tema de los refugiados. Participamos más de 200 dirigentes de los cinco continentes. Invitamos a pensadores para debatir, estuvieron Pepe Mujica y Vandana Shiva, entre otros. Acordamos diversas propuestas y visiones. Evaluamos como el estado no funciona y como la democracia burguesa representativa, oriunda de la revolución francesa se agotó. Debemos pensar formas de ejercicio de la democracia participativa y popular, que el pueblo organizado ejerza sus derechos y poder político para que el estado funcione a su favor, no en su contra, como es ahora. En su alocución final, el Papa nos sorprendió a todos/as, cuando empleó conceptos, radicales, al afirmar que, el verdadero terrorista en esos tiempos modernos, son los estados. Porque promueven la venta de armas, causan la discordia entre los pueblos, la disputa por los bienes de la naturaleza y de los mercados. También hizo duras críticas a los gobiernos europeos, que gastan billones de euros para salvar la banca, y ocultan hasta el último centavo para socorrer a los millones de refugiados que llegan a Europa, expulsados por las guerras y conflictos causados por las mismas armas que los europeos venden en África y Oriente medio.

No se debe comparar a Francisco con Chávez, Fidel, Maduro o Lula, él actúa en un espacio distinto. Él es un líder religioso. Pero, es revolucionario porque desde un espacio religioso, eclesial, asumió radicalmente la causa del pueblo. Así que, en la correlación de fuerzas internacional, él es nuestro aliado, asociado y nos va ayudar a concientizar a la gente, a identificar a los culpables de la desgracia de la humanidad, las empresas transnacionales, el capital financiero y sus gobiernos. Por último, en el caso de Brasil no debemos olvidar jamás que durante los 14 años de gobiernos progresistas, en el ejecutivo, la burguesía siguió teniendo control hegemónico, en la economía, en el congreso nacional, en el poder judicial, y en el control de los medios masivos de comunicación. O sea, ellos mantuvieron el control del poder político, y una correlación de fuerzas bajo su absoluto control. Y todo eso ocurrió por que estuvimos presos de una visión estratégica de conciliación de clases y no de lucha de clases. Y quien duerme con el enemigo, como decimos, amanece embarazado de la derrota!

 

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