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La revolución de las mujeres

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Por Cecilia Valenzuela, del sindicato Líder


LE MONDE DIPLOMATIQUE – EDICIÓN CHILENA.   27 de febrero de 2020

UNA LUCHA SILENCIOSA QUE PARTIÓ EN EL MUNDO DEL TRABAJO

El día de la mujer. Un título resumido que esconde el real significado de lo que representa el 8 de marzo, un momento que nace en 1857, cuando cientos de mujeres trabajadoras de una fábrica de textiles de Nueva York, salieron a marchar reclamando sus bajos salarios, los cuales eran menos de la mitad que percibían sus compañeros hombres. Sin embargo, la marcha se recuerda por ser una jornada sangrienta y no de reivindicación, ya que ese día 120 mujeres murieron ante la fuerza ejercida por la policía para dispersar la manifestación.

Ese hecho fue el inicio para que las trabajadoras se organizaran y fundaran el primer sindicato femenino. Apareciendo el creciente auge del sindicalismo de mujeres trabajadoras durante las primeras décadas del siglo XX.

Sin embargo, a pesar de los intentos de conmemorar este día con el significado de la lucha, que nacieron de las desigualdades en el mundo del trabajo, con los años se fue escondido a través de un mercadeo que realzó a la mujer desde una figura pasiva, a la cual se le hacía regalos. Sí, a lo mejor no es malo, pero, mi sentir es, que el espíritu de lucha, de ese grupo de mujeres que se cansaron y se manifestaron, lo redujeron a una tarjeta de saludo, olvidando que ese hecho, fue un acto revolucionario.

Reivindicación de la revolución

Así como despertaron las mujeres en 1857 en la ciudad de Nueva York, en Chile el 18 de octubre de 2019, cientos de personas salimos a la calles y nos manifestamos, con largas jornadas de cacerolazos y logramos la marcha más grande de nuestra historia proclamando que “Chile Despertó”. Pero el 25 de noviembre, en este mismo contexto de estallido social, se conmemora el día contra la violencia a la mujer y cerca de 100 mujeres gritaron: “El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que no ves”. Las Tesis, un colectivo de mujeres, construyeron esta intervención, el cual se ha replicado en varias ciudades del mundo como un himno de la lucha feminista. Logrando, instalar el discurso del abuso y la violación, no como un acto personal, sino como un acto social.

“…La violencia que no ves”. Es verdad, estamos en una estructura social que no es capaz de percibir la violencia que se ejerce sobre nosotras. ¿ y sabes por qué? Porque, nuestra estructura social construye una relación asimétrica entre el hombre y la mujer, que forma parte de un paradigma, el cual tiene normalizada esta relación, que marca las diferencias como signo de desigualdad.

La naturaleza nos hizo distintos para efectos biológicos, pero no para efectos sociales, es por eso que están importante comprender la reacción o resistencia al modelo, que por años ha definido nuestras diferencias como un factor de inferioridad.

El movimiento social que vivimos este 18 de octubre, nos llevó a levantar la voz y gritar que queremos un cambio y un cambio real, donde tengamos representatividad, donde la sociedad nos reconozca desde la igualdad civil.

El 8 de marzo de 2019, se hizo escuchar la voz de la marcha feminista, donde se comenzaron a marcar los hitos, donde se escuchó hablar de nuestros derechos, donde se dijo “no queremos que decidan por nosotras” y se entendió el “poder del no”.

Se visibilizó el abuso en distintas áreas de nuestras vidas, ya sea en nuestros hogares, en nuestras relaciones, en el metro, y vuelvo a citar a Las Tesis, “ y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía”, porque esta estructura social, nos llevó muchas veces a endosarnos la responsabilidad de los actos de violencias de los cuales somos víctimas, haciéndonos sentir culpables. Pero de eso ya no más.

Nos hemos dado cuenta y reaccionamos, despertamos y reclamamos derechos, pero no nos olvidemos que la lucha partió en el mundo del trabajo.

El mundo del trabajo femenino

Las mujeres ya estamos presentes en distintos ámbitos de la sociedad, asumiendo roles desde distintas áreas, ejerciendo poder y participando de actividades iguales a la de los hombres, pero ¿por qué nos se nos reconoce y seguimos ganando menos o se nos castiga en el sistema de salud por estar en edad fértil? .

Nosotras las mujeres sabemos lo que es la incertidumbre en el trabajo, en la huelga que vivimos como sindicato en julio de 2019, como trabajadoras y socias del sindicato de Walmart, levantamos el discurso de las problemáticas de la automatización y el cambio del trabajo, donde uno de nuestros principales roles y fuente laboral en el comercio sería reemplazado por máquinas, sin aviso, ni opciones de capacitación. Reafirmando que somos actores desechables de la sociedad.

En el área del comercio en Chile, más del 60% de la fuerza de trabajo está conformada por mujeres, que muchas veces son jefas de hogar, madres, madres solteras, abuelas y sostenedoras de sus padres jubilados. Las cuales nos vemos expuesta al abuso laboral y porqué no decirlo, por el acoso de sus jefaturas; y volvemos a la relación asimétrica, donde una jefatura ejerce una relación de poder, que se ve contrapuesta con el miedo a perder el trabajo.

Esta situación es más común de lo que parece, es por ello que la OIT se hizo cargo, y el 21 de junio de 2019, sindicatos y aliados de todo el mundo celebraron la histórica adopción de una norma internacional sobre la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, a través del Convenio 190, donde los gobiernos, entre ellos el de nosotros, junto a representantes de los trabajadores y empleadores, firmaron que: la violencia y el acoso NO son parte del trabajo.

La OIT se ha propuesto promover la igualdad de oportunidades para las mujeres y los hombres, estableciéndolo como un derecho dentro del mundo laboral.

En los momento de crisis, las mujeres son las que estamos más expuestas y vulnerables a aumentar las tasas de desempleo, ya que para los empleadores, estamos definidas como un costo empresa más alto que el de los hombres, y todo se fundamenta en la capacidad biológica de tener hijos, asumiendo que los derechos adquiridos por los niños y niñas, como los pre y post natal y junto a la licencias médicas de la madre por caso de enfermedad de sus hijos, sumado a la ley de protección de la lactancia materna y el amamantamiento, son factores anti productivos.

Desde esa mirada práctica del empleador, es como se ha ido cosificando a la mujer en el trabajo, tratándola como un objeto y poniéndola en un rol de segunda clase, donde las jefaturas masculinas, tienen prejuiciosamente instaurada la desconfianza ante nuestro desarrollo laboral. Sin embargo, ¿qué pasa cuando nos toca una jefatura mujer?

Sororidad Laboral

El estilo de vida actual que llevamos las mujeres, nos obliga a cumplir en todo, en mantener un hogar, a no ser dependientes, a ser excelente en el trabajo, ser bella y responsable de nuestros hijos, sometiéndonos a gran competencia, que la llevamos con nuestras pares.

Por eso muchas veces cuando nos enfrentamos a una jefatura mujer, en nivel de exigencia y de rigurosidad viene cargado de una gran presión. Es ahí cuando nace la importancia de un concepto que hoy se ha masificado la Sororidad.

Pero, ¿qué es la sororidad? Es principalmente la hermandad entre mujeres, la empatía entre nosotras. Yo las invito a que demostremos nuestra sororidad en el mundo del trabajo, donde todas convivimos en condiciones que queremos cambiar.

Cuánta veces hemos escuchado decir, “que prefiero trabajar con hombres”, es ahí cuando estamos siendo cómplices de replicar ese modelo patriarcal, que busca en convertirnos en enemigas, donde competimos ya sea por un hombre o por ser mejor que otra.

Afortunadamente, hay mujeres que han sentido el cambio y desde el trabajo en equipo han comprendido y logrado la empatía, estableciendo relaciones de confianza, apoyo y reconocimiento.

Si manifestamos la sororidad laboral, podemos lograr el cambio que iniciaron esas mujeres que se organizaron y demostraron su hermandad al luchar para que sus condiciones fueran iguales a las de los hombres, donde no se cuantifique el derecho de nuestros hijos al momento de evaluarnos en nuestro trabajo. Donde no se nos cuestione por nuestros logros y se confíe en nuestras capacidades, para podamos establecer una relación simétrica con los hombres y logremos realizar desde ahí, un cambio social en igualdad de roles.

Cecilia Valenzuela,
Directora del Sindicato Interempresa Líder de Trabajadores en Walmart Chile, SIL

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