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Grecia   – Syriza, el congreso de la social-democratización *

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Antonis Ntavanellos

Este artículo fue escrito un día antes de la celebración del segundo congreso que se desarrolló del 13 al 16 de octubre. Oficialmente, 3 000 delegados estaban presentes. Alexis Tsipras consiguió el 93,54 % de los sufragios. No había otro candidato a la presidencia del partido, 210 delegados asumieron el riesgo de votar contra él. En el primer congreso, Tsipras logró 74,08 % de los sufragios. Si voces de oposición a la política de derechas se han hecho oír, no se ha manifestado ninguna ruptura. Como en el periodo del PASOK, “el poder tiene sus encantos” y el clientelismo asegura empleos, por ahora. (Redacción de A l’encontre)

A l´encontre, 19-10-2016

http://alencontre.org/S

Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

El segundo congreso de Syriza se celebró del 13 al 16 de octubre de 2016/1.

Normalmente, este congreso debería estar en el centro de interés de sus miembros, de la sociedad griega y de la izquierda internacional. Syriza es un gobierno saqueado por la crisis y los acreedores. Llegó al gobierno en enero de 2015, inmediatamente después de una ola de luchas sociales y de esperanza, cuya amplitud aún se pudo comprobar con ocasión del referéndum del 5 de julio de 2015 con un 61,31 % del No a la aplicación de las políticas del memorándum.

Sin embargo, este interés no se ha concretado. Al contrario. Las asambleas preparatorias de las organizaciones de base de Syriza estuvieron caracterizadas por la baja participación y por una especie de impasse. En la sociedad griega nadie está interesado en este seudo debate. Y la izquierda internacional ya ha asumido una suerte de conclusión: una decepción enorme. Por ejemplo, en el estado español, solo Mariano Rajoy, del Partido Popular, habla de la trágica experiencia griega, mientras que Pablo Iglesias ha retirado las palabras “Syriza” y “Tsipras” del vocabulario de los cuadros de Podemos…

La razón es muy simple. entre el primero y segundo congreso de Syriza se tomó una decisión política monstruosa: la firma del tercer memorándum. Una decisión que arroja luz sobre los conflictos pasados, sobre los argumentos, las excusas y las orientaciones estratégicas de los diversos componentes de esta coalición que era Syriza.

Este partido pasó del 3,3 % de sufragios en las elecciones legislativas de 2004, a 5,03 % en 2007, a 4,6 % en 2009 y a 36,3 % en enero de 2015 lo que le condujo al poder con un gobierno de coalición Syriza-Griegos Independientes. Obtuvo este éxito apoyándose en las expectativas y esperanzas de la población (en septiembre de 2015 aún logró el 36,5 % de los votos para el segundo gobierno Tsipras). Sin embargo, hoy, ha logrado permanecer en el poder apoyándose principalmente en la desesperación, en un sentimiento de “impotencia” frente a la realidad, en diversas formas de supervivencia individual y de resignación a consecuencia del “escenario heroico” de la resistencia colectiva

Así que no hay nada en común entre el primero (julio 2013) y el segundo congreso de Syriza.

La época de los compromisos

En la primera conferencia de Syriza, aunque el fuerte auge de las luchas de 2010-2012 estuviera en decadencia, la ola de esperanza se concentró en la perspectiva político-electoral. Es decir, la posibilidad de derrotar al gobierno de Antonis Samaras-Evangelos Venizelos (Nueva Democracia-PASOK) y la idea de tener un gobierno de izquierdas se reforzó. Teníamos consciencia de que este “eslogan” implicaba el peligro de una trampa en cuya construcción podríamos participar. Sin embargo, en aquella coyuntura política especial, esta perspectiva gubernamental nos parecía la única posible.

La primera conferencia de Syriza, integraba en sus debates, por una parte de sus componentes, una preparación para el peligro que acechaba, planteando entre otras la pregunta: cuáles son el contenidos y el sentido de un gobierno de izquierda en la coyuntura presente. Si lo comparamos con la situación actual de gobiernos de centro izquierda, en Grecia y en el mundo, la primera conferencia podría parecer un verdadero oasis de radicalismo. Pero la verdad es un poco diferente.

En la primera conferencia, la política de Syriza estaba dentro de un gran marco ideológico que era parte significativa de su “programa”. Se trataba de una tentativa de hacer una síntesis entre la estrategia del eurocomunismo propio a la griega (una estrategia de reformas estructurales con “rupturas”) y una estrategia más próxima a la III Internacional que hacía referencia a un programa y a una política de transición. Además, se había puesto el acento en la necesidad de romper con las “experiencias” actuales de los gobiernos de centro izquierda en Europa. Y la “izquierda radical” -calificativo aceptado entonces- era concebida desarrollando una orientación antagonista a la de la socialdemocracia europea. Las tentativas de Tsipras y del círculo que lo rodea de “fragmentar” este marco (luchar primero contra la “crisis humanitaria”, hacer un gobierno de “salvación nacional” en lugar de un gobierno de izquierdas, etc.) eran los primeros signos de lo que se avecinaba.

El primer congreso había definido las políticas de alianzas de Syriza. Incluso Alexis Tsipras aseguraba que estas alianzas debían incluir fuerzas de la izquierda de la izquierda a la izquierda de la socialdemocracia. Sin embargo, ya en la primera conferencia, los cuadros importantes de la dirección declaraban que una empresa de “salvación nacional” debería apoyarse en fuerzas más amplias. Con la excepción de Amanecer Dorado y la “derecha de Samaras”. La apertura a grupos salidos del Pasok de Konstantinos Simitis (primer ministro de 1996 a 2004) y del Pasok “profundo” así como los avances hacia la derecha “karamanlista” (Kostas Karamanlis, de Nueva Democracia, primer ministro de 2004 a 2009) y de los Griegos Independientes -ANEL estaban ya a punto de comenzar (si no habían empezado ya entre bastidores…)

La parte más importante de las decisiones era la relativa a los compromisos específicos de Syriza respecto a las trabajadoras y trabajadores. Y a las fuerzas populares. Syriza había prometido poner fin a la austeridad inmediatamente: aumento del salario mínimo, garantía de pago de la tercera mensualidad de la pensión/2, abolición del ENFIA/3, reducción del IVA de los productos básicos, aumento de los gastos sociales, contrataciones masivas para cubrir las necesidades de los sectores de la salud y la educación, etc. Estaba implícito que eso sería el inicio. Syriza también había recitado el sermón de resistir a las privatizaciones. Había prometido nacionalizar las empresas y los organismos públicos. Sin embargo, hoy es la hora de las privatizaciones. El programa hablaba también de la nacionalización de los bancos (“bajo control público, democrático y obrero…”), de rescisión de los memorándum y de anulación de la mayor parte de la deuda…

Pero, ¿cómo hacer todo esto? Una tendencia de los participantes en el congreso tenía la opinión de que era necesario entrar en conflicto con el sistema a escala nacional (Plan A) con prolongaciones exteriores. Sin embargo, otra fracción -incluyendo a los cuadros de economía- sonaba ya de otra forma: en primer lugar vamos a intentar salir de la crisis, de entrada, vamos a relanzar el “crecimiento” y después vamos a hacer el “reparto”. Es una estrategia clásica de la socialdemocracia: prometer aumentar la parte de cada uno gracias al aumento de la “tarta nacional”. Esta tendencia estaba presente y fuerte en el seno de Syriza, en la presentación del programa, en 2012, en Atenas/4, en el primer congreso del partido y en el discurso de Tsipras con ocasión del Foro Internacional de Tesalónica/5.

Como sabemos, hoy mejor todavía, una cuestión clave durante el primer congreso fue la relación con los acreedores y la Unión Europea. El ala izquierda de Syriza -es decir, la Plataforma de Izquierdas (que incluía la Corriente de Izquierdas de Lafazanis y la Red Roja), ya constituida, hizo la siguiente advertencia: el Plan A (contra la austeridad) nunca podría alcanzar sus objetivos si seguía la estrategia de la “negociación” con los acreedores (con la ilusión de que “Merkel iba a firmar a plena luz del día”/6). La propuesta de elaborar un Plan ? – es decir, efectuar los preparativos necesarios para un conflicto con la zona euro y la eventual salida del euro- era un punto central de enfrentamiento en el congreso. Las respuestas a los argumentos de la Plataforma de Izquierda eran de dos tipos. De entrada, “una mayoría no estaba preparada para rupturas de esta amplitud”. La respuesta a este argumento fue dada de forma esclarecedora en el referéndum del 5 de julio de 2005…

Después, el argumentario revelaba una ideología eurocomunista que consideraba que prepararse a un conflicto inevitable con la zona euro era contrario… al internacionalismo de la izquierda. La identificación de Europa con la Unión Europea, la identificación de los pueblos con las instituciones, la confusión entre el cosmopolitismo capitalista y el internacionalismo, todo esto constituía un “pecado” que Syriza iba a pagar caro.

La intensidad de este conflicto era grande en el seno de Syriza. Una parte de la izquierda radical que no formaba parte de Syriza la subestimó de forma significativa. La Plataforma de izquierda, por su parte, no votó las decisiones de la conferencia y, en el verano de 2015, mostró la honestidad de sus intenciones: a la hora de la inadmisible capitulación (la forma de los acuerdos con el Eurogrupo por parte de Tsipras el 13 de julio de 2015) asumió masivamente la responsabilidad de la ruptura con la dirección y el partido Syriza.

Otro tema crucial de este primer congreso se refería al carácter del partido. El grupo dirigente alrededor de Alexis Tsipras utilizó la retórica de un “partido compuesto por cada uno de sus miembros” para eliminar la existencia de corrientes y tendencias (por tanto, elección de los órganos dirigentes por encima de listas separadas) dejando el campo libre a los círculos dirigentes alrededor de Tsipras. Esto habría derivado en la imposibilidad de controlar la acción y los cambios de orientación de la dirección. Con este objetivo, se invocó la “democracia directa” supuestamente un modelo alternativo, ilustrado por el movimiento de los “Indignados” de España lo que podría reemplazar al “envejecido” centralismo democrático. A pesar del fracaso formal de esta propuesta organizativa, por la vía de los hechos, se impusieron las ideas y las tácticas del “populismo de izquierda” latinoamericano (teorizadas por Ernesto Laclau) poniendo de relieve la conexión entre el jefe carismático y “la construcción del pueblo”. Esto permitió la creación de un mecanismo organizativo autónomo al servicio del jefe Alexis Tsipras. Hasta tal punto que Andreas Papandreu (primer ministro del Pasok de 1981 a 1989 y de 1993 a 1996) habría podido envidiarlo.

A pesar de la práctica que se afianzaba, esta retórica permitió integrar en la “mayoría presidencial” una parte significativa de la izquierda de Syriza, incluyendo la salida de corrientes maoístas (KOE) y esto por un largo periodo después del primer congreso.

La época de las decepciones

Hasta septiembre de 2015, la dirección Tsipras había tenido tiempo de olvidar todas las promesas y eliminar las características políticas que habían dado al partido su dinámica.

Rechazó entrar en conflicto con el sistema en el plano nacional. Suprimió el Plan ? Y entró en la “negociación” con la Troika hasta la última etapa utilizando todas las reservas de la “liquidez interna” para pagar los intereses de la deuda. Al mismo tiempo, permitió a las empresas salidas masivas de capitales, sin precedente. Después, completamente desarmado, firmó lo que querían Wolfgang Schäuble y sus colegas.

El tercer memorándum restalló como un suceso estremecedor, firmado por un partido que hablaba en nombre de la izquierda. Las elecciones del 20 de septiembre de 2015, con la ayuda de los acreedores e instituciones nacionales, impusieron un cambio efectivo en el contexto político: a nivel gubernamental, la mayoría era de Syriza-ANEL -pro memorándum, como en la fase precedente- pero la oposición parlamentaria a los memorándum, al neoliberalismo y la austeridad se limitaba a la representación de KKE/7.

En un año, Syriza se transformó en un partido diferente y esto se va a confirmar en el segundo congreso. La ilusión de una especie de “programa paralelo” – es decir, las llamadas compensaciones a las medidas de austeridad- pudo en un primer momento mantener la relación con los sectores populares. Pero esto hoy es del pasado, Syriza asume, desde hace algún tiempo, la “propiedad” del tercer memorándum y reconoce como reales las “limitaciones” impuesta por los prestamistas. La única perspectiva que le queda reside en la esperanza de una “salida de la recesión y del inicio del relanzamiento económico” ¿Cómo podrían actuar este partido y este gobierno para concretar semejante perspectiva? Las propuestas del comité central de cara al segundo congreso responde a eso: mediante la ley de crecimiento económico, con los fondos estructurales europeos asignados para el periodo 2014-2016 y con ¡la lucha contra la corrupción! Se trata de una respuesta típica de la socialdemocracia propia de su degeneración social-liberal. Porque, al mismo tiempo, la reducción de las pensiones, el incremento de los impuestos, las subastas (desde viviendas hasta bienes públicos privatizados…), la puesta en cuestión de los derechos laborales, llevan a acumular la cólera en el seno del mundo de trabajo, pero simultáneamente ponen fin a cualquier esperanza (o ilusión…) de un plan de “salida” apoyándose en los sectores populares.

En este contexto, la participación de Alexis Tsipras en las cumbres de la socialdemocracia europea no es algo secundario. Puede que el único auténtico desafío del segundo congreso de Syriza sea dar “luz verde” a la dirección del partido para avanzar en su participación definitiva en la familia socialdemócrata europea. Sin duda, estas decisiones no se anunciarán. Serán preparadas y presentadas como “movimiento táctico necesario”, “explotación de las divergencias en esta familia”, etc. Hay que destacar que quienes no creen que sus aspiraciones políticas puedan ser satisfechas en el seno de la familia política Hollandreou (contracción de Hollande y Papandreu) y otros, tienen responsabilidades que sobrepasan las declaraciones retóricas. Deben tomar iniciativas audaces de ruptura incluso ahora…

El tercer memorándum puso fin a las diferencias entre la política social y económica real de Syriza y la de otras fuerzas partidarias del memorándum. Incluso la reciente experiencia política demuestra que la mutación memorandística acaba con la posibilidad de hacer reformas democráticas sin un costo económico.

El reciente conflicto con la iglesia (sobre los impuestos y el contenido de la norma) acabó con una retirada desorganizada de Syriza. Esto demuestra que cuando no se intenta comprometer un cambio más amplio, se acaba por ser incapaz de modificar el contenido de la enseñanza en el ámbito de las clases de religión (los Griegos Independientes amenazaron con romper la coalición si la Iglesia Ortodoxa no quedaba satisfecha).

Sobre la cuestión de las personas refugiadas, Syriza tiene la experiencia y disponen de herramientas de intervención. Sin embargo, actualmente, sus miembros están llamados a sostener el acuerdo entre la UE, Grecia y Turquía, un acuerdo racista, responsable de increíbles sufrimientos de las refugiadas y refugiados en las fronteras y en el interior del país. Sin embargo, Grecia “acoge” más de 21 millones de turistas cada año. Y el poder, llamado de “izquierda radical”, sostiene que es difícil acoger de forma humana a unos 60 000 refugiados y refugiadas.

Es posible que la evolución más peligrosa de Syriza sea la referida al tema que se encuentra en el centro de las posiciones políticas de la izquierda pos Junta (1967-1974): el tema de la OTAN, el de la alianza euro-atlántica que instaló un ejército en el Mar Egeo y trata (¡con el “gobierno de izquierda”!) el traslado de la base militar de Incirlik (Turquía) a… ¡la isla de Karpatos! Pero las iniciativas belicosas y nacionalistas de quienes incluso habían calificado de “nacionalistas” las propuestas de entrar en conflicto con la UE- no se refieren solo a la OTAN. Alexis Tsipras está “orgulloso” de visitar el Estado de Israel y al dictador egipcio (Sissi) y expresa estupideces que incluso un Pangalos/8 no tendría la desfachatez de decir.

Es impresionante que unos días antes de la apertura del segundo congreso, ninguna proposición del grupo llamado de los “53”/9 haya tratado de tales asuntos…

Así que está claro que el segundo congreso solo será una fiesta de ratificación de la dirección de Tsipras y de su política.

¿Qué perspectivas?

Un año después del triunfo de Tsipras en las elecciones de 2015, parece -según los sondeos y de forma clara- que su sol se oscurece y que los círculos de dirección y el partido que los sigue ya están comprometidos en la vía de una profundización en la infamia.

Su única esperanza reside en una conflictiva comparación con la posible política de Kyriakos Mitsotakis/10, el nuevo líder de Nueva Democracia. Pero se trata de un fusil con el cargador vacío. Además, está claro que la política del gobierno abre el camino a Mitsotakis. Las medidas del tercer memorándum, si no se descartan por la izquierda, preparan las condiciones para un ataque aún más decidido de la derecha neoliberal radical. Si “el mundo de la izquierda” deja a Tsipras llevar a cabo su trabajo con el memorándum, entonces, la única perspectiva de Tsipras será dejar el poder a Mitsotakis e “intentar” negociar su futuro, abiertamente, en una configuración gubernamental oficialmente de centro izquierda.

Este panorama es una pesadilla política. Sin embargo, no es inevitable. Va a depender mucho de las iniciativas del mundo de la izquierda radical a nivel del movimiento social y de su expresión política. Iniciativas que podrían suscitar esperanzas de nuevo, revalorizando de forma creativa el periodo de auge de Syriza. Iniciativas que deberían ser tomadas ahora, porque los acontecimientos se precipitan y los ecos de un pasado reciente aún permanecen. La responsabilidad de tomar estas iniciativas es mayor para nosotros que cuando estábamos en Syriza y porque hicimos la ruptura durante el terrible verano de 2015, cuando formábamos parte de la Unidad Popular y no solamente…

* El artículo fue publicado en el bimensual Ergatiki Aristera de DEA (12 de octubre 2016); DEA es la Red Roja de Unidad Popular. Traducción de Sotiris Siamandouras; edición de A l’encontre.

Notas

1/ El congreso terminó sus trabajos, el domingo 16 de octubre por la mañana. Frente a una moción que no tenía el respaldo de Tsipras, este último pidió una nueva votación para que su proposición fuera ratificada. Esto le permite controlar totalmente el comité central.

2/ Son las bonificaciones de las vacaciones.

3/ L’ENFIA es un impuesto a la propiedad que se calcula de forma totalmente irracional e injusta. Por ejemplo, el impuesto sobre los edificios antiguos es más elevado que sobre los edificios nuevos; las hipotecas y los préstamos no se tienen en cuenta en el cálculo, etc.

4/ Se trata de la presentación del programa de 2012.

5/  Se trata del programa de Tesalónica, presentado en septiembre de 2014 en la Feria Internacional de Tesalónica. Yanis Milios que en la época era responsable de la comisión económica de Syriza, recientemente, declaró que “ese programa llegó completamente elaborado y nadie sabe quién lo ha escrito”.

6/ Declaración de Alexis Tsipras el 27/04/ 2015.

7/ KKE es el partido comunista griego, sectario y abiertamente estalinista.

8/ Theodoros Pangalos es miembro del Pasok. Fue ministro de Exteriores entre 1996 y 1999, vicepresidente del gobierno de Georges Papandreu, presidente del Consejo de la Unión Europea, viceprimer ministro en el gobierno de Unión Nacional presidido por Loukás Papadimos. El 26 de marzo de 2012, anunció que ponía fin a su carrera política. Queda en la memoria del pueblo griego por las innumerables “estupideces” que decía a cada momento: calificar a los trabajadores del sector público de “perros bastardos” o enviar a los periodistas a “joderse porque es demasiado temprano”.

9/ Alusión a la corriente de los “53” que son la llamada “oposición” actual en el interior de Syriza.

10/ Kiriakos Mitsotakis es el presidente de Nueva Democracia. Salió de una conocida familia política que siempre defendió políticas de austeridad, familia vinculada al escándalo de Siemens y que juega un papel importante en la escena política del país desde 1946. Mitsotakis está a la cabeza en los sondeos: a principios de junio de 2016, la intención de voto era la siguiente: Nueva Democracia: 21,3 %, Syriza: 15 %, Amanecer Dorado: 6,8 %, KKE: 5,4 %.

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