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Fidel Castro es un Héroe

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Diego Carmoni

Fidel Castro es un héroe tanto para la izquierda latinoamericana como para la izquierda mundial desde que el Movimiento 26 de Julio derrocó a la odiada dictadura de Batista en una revolución. Desde 1960 Cuba ha sufrido un bloqueo económico paralizante impuesto por Estados Unidos, una invasión de inspiración estadounidense en 1961, una permanente campaña de sabotaje de la economía cubana patrocinada por la CIA y innumerables intentos de asesinar al mismo Castro mas de 600 veces!!.

No es sorprendente que haya habido un enorme pozo de simpatía en todo el mundo por esta pequeña isla de 11 millones de personas en sus intentos por determinar su propio futuro. Ha redistribuido la tierra y la riqueza a la población, ha introducido un servicio integral de salud y educación sin precedentes en América Latina y ha logrado la lealtad y la alabanza de secciones enteras de la izquierda mucho más allá de los «compañeros de viaje» estalinistas.

En 1958 la Cuba de Batista era el burdel de los Estados Unidos. Un cuarto de la población era analfabeta y el porcentaje de niños en la escuela era menor que en los años veinte. En 1954, sólo el 15% de las casas de las ciudades y el 1% de los trabajadores del campo tenían un cuarto de baño. Al mismo tiempo, en La Habana había más Cadillacs que cualquier otra ciudad de Latinoamérica. Menos de 30.000 terratenientes controlaban el 70% de toda la tierra cultivable, mientras que el 78.5% de los terratenientes ocupaban sólo el 15% del total. Alrededor del 20% de la población activa y el resto en  desempleo crónico, mientras que otro 20% de los trabajadores agrícolas trabajaban 4 meses al año en la zafra y pasaban hambre en condiciones miserables durante el resto del año.

La dependencia de Cuba del imperialismo estadounidense era absoluta. Cuba compraba en Estados Unidos no sólo automóviles y máquinas, productos químicos, papel y ropa, sino también arroz y frijoles, ajo y cebollas, grasa, carne y algodón. Los helados eran traídos de Miami, el pan de Atlanta y hasta las comidas de lujo de París «, explicó Eduardo Galeano en su clásico «La Venas Abiertas de América Latina».

Trece ingenios azucareros estadounidenses controlaban más del 47% de la cosecha total. La riqueza minera, el níquel, el hierro, el cobre, el manganeso, el cromo, el tungsteno- formaba parte de las reservas estratégicas de Estados Unidos, cuyas empresas explotaban estos minerales de acuerdo con las variadas necesidades del ejército y de la industria del Norte. En 1958 había en Cuba más prostitutas registradas que mineros.

Si no hubiera habido una revolución, Cuba sería hoy un país pobre y atrasado en el que la mayoría de la población viviría en la pobreza, el desempleo, el analfabetismo y condenada a morir de enfermedades curables, como el vecino pueblo de Haití o la República Dominicana. Esta es la razón por la que los marxistas revolucionarios celebran la Revolución Cubana y defienden incondicionalmente sus conquistas.

Cuba ha logrado importantes avances sociales en comparación con cualquier otro país de América Latina. La menor tasa de mortalidad infantil en el continente, igual a la de los Estados Unidos, y sustancialmente menor que en la ciudad de Nueva York o Washington. Alfabetización y educación universales. La atención sanitaria universal es mucho mejor que la que se ofrece a los pobres de las ciudades interiores de los Estados Unidos e incluso más que la que se ofrece a las clases medias de gran parte del continente. Pero estas conquistas están mortalmente amenazadas por el avance de las fuerzas contrarrevolucionarias desde dentro y desde fuera.

Hoy día la Revolución cubana, está en la encrucijada. Se enfrenta a dificultades económicas y políticas, sujetas a la presión imperialista, frente a los ataques más traicioneros de aquellas secciones del capitalismo mundial que quieren una total «apertura» para restaurar el capitalismo. También está amenazado por aquellos dentro de la isla que defienden un «camino chino o vietnamita», que de hecho lleva al capitalismo. Y hay quienes defienden el status quo de la burocracia, que al final del día conducirá al colapso de la revolución.

Cuba existe hoy en un mundo muy diferente de los años sesenta y setenta. Su principal patrocinador y fuente de apoyo, la URSS, desapareció en 1991, llevándose consigo «el socialismo existente» en toda Europa y Asia. Estos regímenes no tenían nada en común con el socialismo, ya que los trabajadores estaban privados de cualquier poder o control sobre la sociedad o la economía. A pesar de que habían expropiado a los capitalistas, eran dictaduras establecidas sobre el proletariado, no dictaduras del proletariado.

Pero Cuba, ha sido sostenida por muchos, fue una excepción. A diferencia de Checoslovaquia o de Alemania Oriental, por ejemplo, donde el «socialismo» fue impuesto por la presencia de las Fuerzas Armadas Soviéticas, la revolución cubana de 1959 ha sido autóctona  y popular. Cuba era «diferente»; En su política exterior internacionalista, representada por el Che Guevara, en sus organizaciones de masas de mujeres y jóvenes, en sus órganos «democráticos» de poder popular, todas estas características, se dijo, lo diferenciaban de las prisiones estalinistas.

Las políticas que habían liberado a su clase obrera del hambre, del analfabetismo y de la inseguridad la convirtieron en un faro de esperanza para el «Tercer Mundo» y, en particular, para la región de América Latina y el Caribe asolada por la pobreza.

Hoy día la Cuba que Raúl Castro ha asumido tiene una economía muy diferente a la que existía en las tres primeras décadas de la revolución,  y ha comenzado sus relaciones con su peor enemigo, los EE.UU., pero padece de los mismos problemas. Ahora gran parte de la economía, a menudo los sectores más dinámicos, dependen del capital extranjero, la experiencia y los mercados internacionales.

Cuba sigue siendo una economía post-capitalista con el 75% de su economía en manos del Estado, un sector que no funciona según los dictados del mercado. El Estado todavía fija objetivos de producción en la tierra y en las fábricas estatales. El estado -no el mercado- fija el precio de los bienes vendidos en pesos, pero Cuba es, en la actualidad, para los capitales extranjeros, un paraíso. Porque el régimen cubano garantiza una estabilidad total, una tranquilidad social como no existe en otro país. Raúl Castro pretende seguir avanzando en el proceso de apertura económica con un gobierno centralizado, que vaya arbitrando los conflictos. Hay un régimen que mantiene todavía cierto consenso, pero que avanza lenta pero sistemáticamente contra las posiciones de las masas: permite el acrecentamiento del capital externo, permite el acrecentamiento de la influencia de los partidos contrarrevolucionarios (los “gusanos”, el clero) y ha abierto un proceso de restauración capitalista.

Si bien esta sección de la economía está por el momento «aislada» de la competencia del mercado, la economía en su conjunto sólo funciona debido al sector complementario comercializado y dolarizado. Está claro que el gobierno cubano ve el futuro en primer lugar en la expansión de este sector y, segundo, en impulsar la productividad en el sector estatal mediante incentivos y reformas de mercado.

Al hacerlo, el Partido Comunista Cubano se enfrenta a grandes problemas. A pesar de que Cuba ha tenido éxito en atraer capital de Europa y Canadá y desarrollar importantes vínculos comerciales y de desarrollo con Venezuela y con Brasil, el bloqueo estadounidense lo ha excluido de un mercado de exportación natural y de una fuente importante de capital extranjero. Conseguir que se levante este bloqueo ha sido un importante objetivo de la política exterior del gobierno cubano. Si esto ocurriera, indudablemente conduciría a una nueva afluencia de capital de Estados Unidos.

Transformar el sector estatal y pasar a una moneda convertible significará ataques a los niveles de vida de la clase trabajadora. Al igual que con el desmantelamiento del «cuenco de arroz» de China, significará el fin del racionamiento y los subsidios, pero como contrapartida el aumento de los precios en el transporte y las crecientes desigualdades entre los que trabajan en las industrias «productivas» y los que no.

Todos ven el carácter de clase de un régimen particular a través del estrecho prisma del Estado-nación, como si fuera posible crear un Estado obrero socialista en las fronteras de una sola nación. El movimiento trotskista se fundó en una lucha política contra la teoría que Stalin y Bujarin enunciaran por primera vez en 1924, afirmando que era posible crear el socialismo en un sólo país. La victoria de la clase obrera en solo una parte del globo siempre tiene un carácter temporal y provisional, por lo tanto las ganancias y conquistas de los trabajadores son temporales. El establecimiento del socialismo depende del desarrollo ulterior de la lucha revolucionaria del proletariado a nivel internacional, y con ello garantizando la permanencia de las conquistas ganadas. La integración global de la producción y el crecimiento de grandes corporaciones transnacionales hacen ahora más imperativo que nunca que la clase obrera adopte su propia estrategia y perspectiva internacional.

En esta situación, la enorme reserva política y social de apoyo a la revolución cubana, vinculada a la defensa del internacionalismo proletario y de la democracia obrera, podría convertirse en un factor poderoso en la lucha por defender y difundir las conquistas de la economía planificada y abrir un futuro socialista en América Latina y el mundo.

HOY, MÁS QUE NUNCA:

!NO A LA RESTAURACION CAPITALISTA¡

¡VIVA LA REVOLUCIÓN CUBANA!

¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA MUNDIAL!

 

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