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Estados Unidos -Presentación International Socialism Project

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Vivimos un tiempo de peligros y promesas

International Socialism Project, 9-10-2019

https://internationalsocialism.net/

Traducción de Correspondencia de Prensa

Las crisis que enfrenta nuestro mundo pueden parecernos abrumadoras. Una catástrofe climática inminente. Una emergencia mundial de desplazamiento y migración de refugiados. Las guerras que convierten en inhabitables a países enteros. La imposición de viciosas medidas de austeridad que han despojado a los trabajadores de sus derechos y de su seguridad. Y mientras tanto, las fuerzas políticas de extrema derecha continúan su ascenso por todo el mundo. Desde la crisis capitalista mundial que comenzó hace más de una década, la resistencia a estas catástrofes viene tomando forma: De la Primavera Árabe a los Ocuppy, de Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) al levantamiento de los Chalecos Amarillos en Francia. En el  movimiento que se organiza por la justicia climática. En los nuevos movimientos de mujeres de la clase obrera. En los comienzos de una lucha de clases renovada y el nuevo interés por el «socialismo» en Estados Unidos. Aunque todos estos sean signos positivos, los socialistas que miran la realidad de frente deben concluir que esta resistencia no ocupa todavía el lugar que debería ocupar.

La resistencia también ha sufrido reveses que la izquierda global debe evaluar. En Grecia, una década de lucha de masas produjo una herramienta política, Syriza, que parecía ser una esperanza contra un futuro de austeridad y opresión. En lugar de ello, Syriza se convirtió en administrador de la austeridad y de la opresión truncando la resistencia popular y abriendo las puertas a la restauración de la derecha revanchista. Desde la experiencia de Rifondiazone Comunista en Italia hasta la descomposición del Partido de los Trabajadores en Brasil, el balance de la experiencia del «partido amplio», para los socialistas revolucionarios, ha contado con muchos más fracasos que éxitos.

Sin embargo, los acontecimientos recientes no pueden borrar el potencial revolucionario de la clase obrera, razón por la cual su historia es importante. En medio de la ola de lucha de masas de la clase obrera desde mayo de 1968 en Francia, hasta la Revolución Portuguesa de 1974-75, que derrocó al fascismo, y el triunfo del pueblo vietnamita contra la maquinaria de guerra estadounidense, la influencia del marxismo revolucionario creció en la izquierda. Millones de personas en todo el mundo se dedicaron a la construcción de organizaciones revolucionarias. Fue un período  que George Lukács calificó de «actualidad de la revolución» y que encontró eco en millones de personas.

Hoy, a pesar de las señales positivas de lucha y de los cambios en la conciencia política, el movimiento de la clase obrera está emergiendo de décadas de derrota  y de la marginación de las ideas y de las organizaciones revolucionarias. Para algunos pequeños grupos de revolucionarios, la brecha entre la necesidad apremiante de un cambio social y las fuerzas sociales existentes para lograrlo puede llevarlos a hacer equilibrios políticos -incluso a socialistas muy entusiastas- que los alejen de la auto emancipación de la clase obrera.

Uno de estos espacios es el «campismo». En un mundo en el que los verdaderos movimientos antiimperialistas han decaído mientras que el militarismo y el neoliberalismo avanzan, algunos segmentos de la izquierda han adoptado el lema del «enemigo de mi enemigo es mi amigo». Como en la década de 1930, cuando los que se levantaron contra el capitalismo en Occidente aceptaron a la Rusia de Stalin como baluarte principal contra el ascenso del fascismo hoy, algunos militantes de izquierda, han perdido de vista el hecho de que sólo la revolución de la clase obrera puede ser la solución para liberar el mundo de las atrocidades del imperialismo y el capitalismo.

Los más indignos son los que acusan a la Revolución siria contra el régimen de Assad de no ser más que una invención del imperialismo occidental y sus ONG. Por mucho tiempo clientes del imperialismo, como el régimen de Assad en Siria, se encuentran ahora temporariamente opuestos a la intervención occidental, convirtiéndose de repente en combatientes antiimperialistas para algunos izquierdistas. Pero siguen siendo los carniceros que siempre fueron, y los revolucionarios deben seguir apoyando la resistencia popular masiva contra ellos.

Otra modalidad es la adaptación a una versión diferente del «socialismo desde arriba», es decir, un nuevo reformismo disfrazado de eurocomunismo renovado o de socialdemocracia en Estados Unidos y en Gran Bretaña.

Las experiencias de Syriza en Grecia y de Podemos en el Estado español muestran los límites de este proyecto, aunque esté encarnado en nuevos partidos, inicialmente radicales. La transformación de partidos aparentemente comprometidos con la «ruptura» con el sistema actual en ejecutores de ese sistema (Syriza) o en maquinarias mayoritariamente electorales (Podemos) muestra que un compromiso con «una larga marcha a través de las instituciones» puede conducir a la absorción y a la asimilación en el Estado capitalista.

En los Estados Unidos, la popularidad de figuras como la del senador Bernie Sanders o la representante Alexandra Ocasio-Cortez, así como el crecimiento de los Socialistas Demócratas de América (Democratic Socialists of America, DSA), han resucitado la ideología del «camino parlamentario hacia el socialismo», el mismo que un siglo de fracasos y traiciones socialdemócratas habían desacreditado. La situación de Estados Unidos es aún más problemática en la medida en que su organización socialista más grande, la DSA, sigue comprometida en el apoyo a candidatos y campañas dentro del Partido Demócrata, uno de los partidos capitalistas más antiguos del mundo.

En consecuencia, la tarea de los socialistas herederos de Karl Marx -la de construir un partido socialista independiente de la clase obrera- queda postergada para un futuro desconocido.

Los partidarios de esta posición son socialistas de larga data que eran miembros de organizaciones como Acción Socialista (Socialist Action) y la Organización Socialista Internacional (International Socialist Organization) en gran medida destruidas por los dos tipos de adaptación al «socialismo desde arriba». Venimos de tradiciones diferentes. Tenemos diferentes posiciones sobre cuestiones críticas. Pero compartimos el objetivo de mantener vivo el marxismo revolucionario.

También reconocemos que la resistencia al capitalismo y al imperialismo sigue desarrollándose en Haití, en Hong Kong, en el Líbano, en Irak o en Chile, por nombrar sólo algunos países. En los EE.UU, en el momento de escribir este artículo, los maestros y el personal escolar de Chicago están en huelga (ndt: al momento de escribirse este artículo, octubre de 2019), no sólo por mejores salarios, sino también por el aumento del número de enfermeras, de trabajadores sociales y de otros miembros del personal en un distrito escolar en el que los estudiantes se enfrentan a las consecuencias del racismo y de la pobreza. Están señalando el camino a seguir para un sindicalismo de justicia social capaz transformar la lucha de clases en el futuro.

Abrimos esta página web apostando al futuro. Esperamos que sirva de foro de debate y discusión. Nuestra intención es que sea un lugar en el que aquellos que están comprometidos con el marxismo revolucionario, o que se interesan de nuevo por él, puedan encontrar análisis de la política contemporánea, discusiones de la teoría marxista y educación en la historia colectiva de los movimientos socialistas y de la clase obrera.

Defendemos algunos puntos básicos: el marxismo revolucionario, la independencia del Partido Demócrata, un enfoque socialista revolucionario para combatir la opresión y la lucha contra el imperialismo. Esperamos con interés la participación de todos aquellos que comparten esos objetivos políticos, y les pedimos que apoyen nuestros esfuerzos.

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